Diego Ruíz, director de “Iglú”: El actor que dirigió una película

 Diego Ruíz, director de “Iglú”: El actor que dirigió una película

Luego de ver “Iglú” nos dimos el lujo de compartir un café junto a Diego Ruíz, el talento detrás del largometraje. Hablamos de la película, su nueva faceta de director, su pasión por la actuación y sus futuros proyectos.

“Creo mucho en los referentes, porque he crecido mirando películas y creo que esta película nace de eso” responde un seguro Ruíz tras la función de prensa de su opera prima “Iglú” en la micro sala del Bar The Clinic. Por su parte una preocupada Alessandra Guerzoni, la co-protagonista del filme, anuncia que debe retirarse y aprovechamos la oportunidad de preguntarle sobre la construcción de su personaje “Paula”.

“Fue sumar sensación y experiencia. Esta película me dio el regalo de descubrir que un personaje puede, así como un ser humano, ser de mil formas y tener mil facetas. De hecho, Paula en la película tiene muy poco que ver o tiene pequeñas pinceladas de lo que fue la experiencia teatral, donde casi era otra persona”. Guerzoni nos recuerda que “Iglú” nace de la adaptación teatral de la obra alemana de Ulrike Freising “Correr con fuego”, obra en donde comparte escena junto a Diego Ruíz. “Con este personaje redescubrimos cosas. Se me reveló de una forma totalmente diferente en el minuto en el que se transformó en un personaje cinematográfico”.

Media hora después, en un café de calle Mosqueto, le preguntamos directamente a Ruiz:

¿En qué momento Alessandra Guerzoni y tú se sientan y conversan la posibilidad de que adaptes el material a una película?

“Cuando me quedé cesante y dije ‘¿Qué hago?’. En 2011 había terminado de filmar una película. Me alargaron un contrato en televisión y después se cayó el proyecto. Tenía proyectos en el teatro que tenía que hacer, pero ya había salido de la universidad. No tenía películas ese semestre”.

Y ahora, estrenada tu ópera prima ¿Te proyectas como director o es sólo una vía para desarrollar ideas?

“Mira, la verdad, tuve que asumir este rol para que no se me diluyera la pasión por hacer el proyecto (“Iglú”). Estoy pensando en lo mismo que estaba diciendo la Alessandra en la conferencia, es decir ‘¿te tinca partir una carrera de director?’ ‘Si me tinca’ ‘¿Lo vas a hacer?’ Idealmente si, pero no creo en encasillarme, porque yo, estructuralmente, funciono de otra forma”.

Es decir, no significa que la próxima película de Diego Ruíz va a salir el próximo año…

“No. O sea, si es así, bacán, pero no voy a estresarme con que así sea. Tengo un guión en el que estoy trabajando. De hecho hoy día lo entregué, pero no voy a participar en esa película. Me contrataron para hacer el guión y yo lo escribí, que es sobre la vida de Alberto Vega, este actor que se cayó y le dio síndrome de cautiverio. Ahí asumí ese proyecto porque (voy a usar ese adjetivo que no cuenta nada, pero abarca mucho, como el ‘whatever’ de los gringos) tomé la pega porque la encontré ‘súper chora’. Era como escribir su vida en un guión cinematográfico que no fuera una película biográfica sino una película basada en un hecho real. Vi ‘La escafandra y la mariposa’” —Julian Schnabel 2007— “porque hay una cosa irrenunciable que es que dos personajes, uno acá y otro allá en diferentes épocas tienen el mismo síndrome. Y dije ¿Qué hago para desmarcarme de esa historia? Y escribí. Y estuve tres meses pasándolo demasiado bien. Teniendo feedbacks de repente más buenos, o más malos, por parte del cliente. Hasta lograr y concebir que estén súper contentos con su guión. Hay una inquietud ahí”.

No dudamos de tu talento detrás de las cámaras, ya que “Iglú” habla por sí sola. pero ¿Qué porcentaje es el apoyo técnico de Shawn Garry (el productor) y qué porcentaje eres tú aprendiendo?

“Buena pregunta. Yo creo que no se puede hablar de una co-dirección. Siendo franco. El mismo Shawn lo dijo en la conferencia. Cuando yo le ofrecí la película él no la quiso hacer porque en verdad estaba preocupado de otras cosas. Y la forma de hacer cine de Shawn, es diferente de la que está en la película. Si él la hubiera contado, probablemente la hubiera hecho cámara en mano y hubiera apostado por otras cosas de la misma historia”.

¿Qué cámara utilizaron en “Iglú”?

“Una 5D (una cámara fotográfica de Canon). Lo que pasa es que iluminamos bien y después apostamos harto a la postproducción y al color. Dejarla bien preparada para que el artista después la pintara mejor. ¿Qué hay de Shawn? De Shawn en la película hay un 100% que tuvo que ver en contención, pero Shawn nunca me cuestionó un plano, nunca me cuestionó la forma de poner la cámara”.

¿Hubo cosas que te hubiera gustado dejar, pero que el editor no te lo permitió?

“Si, bastantes cosas. Tenía muchas escenas a 60 cuadros. Tenía muchos planos de transiciones que eran contadas de otra forma. Esta historia mutó mucho. Terminamos de grabar las escenas de terapia e hicimos un montaje, lo vimos y dijimos ‘No, esto no es la película’. Habían escenas que no pegaban. No por montaje. Faltaban transiciones. Faltaba que el personaje saliera de esa consulta, subiera a su casa y no quisiera entrar y se sentara en la escalera (…) Y me tomé como un mes para repensar la película. No estaba apurado. Como dijo bien Shawn, en la conferencia, las expectativas no estaban en instalarla en circuitos, ni siquiera postularla a festivales, era como ‘filmemos esta historia no mas’”.

Diego Ruiz en la conferencia de prensa, y luego, conversando conmigo en un café de Mosqueto
Diego Ruíz en la conferencia de prensa, y luego, conversando con nosotros en un café de Mosqueto

¿Cuántos días demoraron en grabar?

“Las consultas de terapia las hicimos como en catorce días. Y después estuvimos como siete meses, muy fragmentados en fines de semana, como Santiago Mitre con ‘El estudiante’ (2011). Cuando vimos esto, repensé la película y dije ‘¿cómo voy a contar esta historia para que me funcione a mí?’. Y escribía una escena y la salíamos a grabar. La montábamos, la pegábamos, veíamos cómo funcionaba y escribíamos la próxima. Entonces se volvió un rodaje súper ortodoxo, pero muy enriquecedor. Sobretodo porque de un equipo como de 40 personas, pasamos a ser mi hermano, mi primo, Shawn y yo”.

¿La secuencia del paso de cebra y la coreografía era parte de la obra de teatro?

“No eso lo inventé yo. Francisca Sazié armó la coreografía. Al productor no le gustaba esa escena, no la compraba”.

Hubo un momento en el que el personaje de Guerzoni parecía imaginario

Pero, ojo, es pasarse un buen rollo… El tema era puntualmente como ‘huevón’—y hablando así—‘este es un huevón que está en drogas compadre, que está en Valium, que está viendo el mundo de otra forma ¿Por qué no lo hacemos onírico, súper de arte, súper visual. Súper Xavier Dolán, con color’. Y el Nico (Oyarce) armó este papel ‘decomural’ amarillo, con estas plantas, con estas tazas de té, con estos vestuarios en la consulta. Me dijo ‘huevón, ¿por qué no te hacís un mohicano? y con el pelo blanco y un polerón y siempre la misma ropa…’”

Y un Ian Curtis ahí…

“Y un Ian Curtis bien potente y bien barroco, en cuanto a objetos y color. La cabeza del personaje. Toda la cabeza con todos sus referentes, todo lo que el pinta, lo que ve, las cosas que le gustan. Entonces en todas las consultas de Paula, nunca es Paula. ¿Qué es ese sofá al final cuando va y está todo mojado si es un primer piso, ¿De dónde entra esa lluvia?, no hay goteras en un primer piso ¿Me entienden? Entonces jugamos, nos dimos la libertad de que fuera una ensoñación, de que fuera contado oníricamente desde los ojos del personaje”.

¿Quién hizo los dibujos de la película?

“Yo. No tenía cómo hacerlo y dije ‘¿Qué hago?’ y copié frames de la película con papel calco y después los pegaba. Esta película fue un ‘hágalo por usted mismo’”.

¿El premio del Outfest en Los Ángeles, lo ganaron, o lo ganaste?

“Lo gané. Fue para mí. Modestia aparte, con lo que los jurados dijeron sobre mí, me agrandaron heavy: ‘Tremendo actor con esta tremenda opera prima, escritor, etc.’ y era como todos aplaudiendo de pie, un poco sobreactuado”.

¿Y qué ruta de festivales planean para la película?

“Yo quise estrenar antes porque surgió la posibilidad de estrenar en salas y la tomé no más”.

O sea están con la buena estrella.

“Estamos con buena racha. El año pasado fue bien rudo terminar todo. Postulamos a un festival en Alemania que se llama Manheim y esperamos anhelosamente quedar. Si quedáramos sería el mayor reconocimiento que pudiera tener esta película. Postulamos también a Pusan”—también se le conoce como Busan— “porque lo que estamos tratando de hacer es irnos bien arriba, para que vayan saliendo otros más pequeños. Ya que tuvimos esta premier en Estados Unidos, ahora vamos en Chile, en Sudamérica, queremos también tener una premier en Europa y una premier en Asia. Entonces apostamos a los festivales más importantes de Europa del segundo semestre: Locarno, Manheim, Biarritz en Francia y uno más en Noruega. Sólo esos cuatro son los más grandes del segundo semestre. Y de Asia, apostamos por Pusan, porque es uno de los más grandes de Asia”.

La pasión de Diego

Desde que salió de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, Diego no ha parado de actuar. Sin embargo, trabajar en la película “Navidad” (2010) de Sebastián Lelio fue lo que marcó un plus en su carrera cinematográfica.

“Al parecer la performance estuvo buena. Gustó, tuvimos muchos viajes, Cannes entremedio. Y esto generó que inmediatamente hubiese un actor joven, con mis características, en quien los directores de acuerdo a sus guiones pudiesen confiar”.

¿Es como un denominador común tuyo esta galería de personajes fracturados en tu filmografía? ¿”Navidad”, ”Drama” e incluso “Iglú”?

“Yo creo que es por los guiones. Esos personajes son interesantes, sobretodo estos personajes adolescentes, que por consecuencia “adolecen” de cosas. Desde los 16 hasta los 25…”

O a veces siempre

“Claro. El adolescente por una cuestión semántica adolece. Entonces los personajes de los guiones que están dentro de ese rango etario siempre están teniendo un problema en su casa. Como en este país faltan guionistas, los conflictos siempre se reducen a los mismos y siempre el personaje tiene un papá que es alcohólico, o le pegaron, o es gay. Esos son los temas que hay y que calzan para mi en un casting”.

¿Eso es un encasillamiento, o es parte de una etapa?

“No, porque a uno no lo encasillan en nada, son las historias de esos personajes y uno como actor llega a enfrentar personajes y a construir historias”.

El espectador es quien encasilla

“Si. Lo que pasa es que acá uno no puede darse el lujo, si quieres hacer películas, de elegirlas. Excepto las que son, no sé, de frentón malas. Yo he rechazado mucho comedias románticas porque no me interesan no mas”.

Pero eso es como darte el lujo de rechazar

“No. Más que rechazar es como que me llegara el material y en verdad no me pasara nada. ‘No, gracias’. ‘Llámate a…’ y das el nombre de un amigo. Porque no se trata de rechazar, sino más bien de dar un paso al lado. Por decirlo de una forma más polite. Pero, claro, no existe esa posibilidad. Quizás si uno viviera en un país mucho más grande, como Francia y se hicieran esa cantidad de películas que la gente va a consumir y por ende tu pudieras vivir de eso. Acá uno vive de todo. Todo es cancha. Entonces uno actúa en la película, pero en paralelo haces otras cosas. A eso no le tengo miedo, tengo que trabajar no más”.

¿Te instalarías como un representante del cine de este Chile fracturado post-dictadura? ¿Le atribuyes algo de esto a tu opera prima?

“Más que atribuírle, me sorprendería que alguien me encasillara, porque finalmente son sólo etiquetas que hacen otras personas sobre ti. Se leen tus películas de una forma. Yo en verdad no tengo idea. Yo hice esta película porque me quedé cesante, porque me gusta el cine y porque tenía ganas de hacer una película. ¿Voy a hacer otra? Tengo un guión. Que es sobre los inmigrantes y que lo estoy trabajando hace un año. Voy a trabajarlo con el guionista de Pablo Trapero. No estoy apurado, porque esto no es mi vida. Y por eso que me digan director o cineasta, me da como miedo la palabra, porque la verdad, hice una película. Como yo lo veo soy actor. Eso es lo que más me apasiona sobremanera, Me encanta decirlo porque creo que es lo que mejor hago”.

“The Chilean Dream”

Es el título tentativo del nuevo guión en el que trabaja Diego Ruiz. Una historia que pretende dar una nueva mirada a temas del Santiago de hoy, como la inmigración.

“Es hablar de la metáfora de los temas que a mi me interesan como Diego en la vida, vale decir, el director, que son el libre mercado, la tecnología, el abuso. Cosas que están ocurriendo en el Santiago del 2013, pero contados desde una anécdota interesante, por lo menos, para mi. Eso se viene. ¿Cuándo? No tengo idea, porque es muy probable que lo que vaya a hacer primero sea agarrar esta experiencia con los inmigrantes y llevarla al teatro de alguna forma, para que me sirva como investigación del tema”.

Entonces el teatro es tu prioridad

“Es que el teatro para mi es la universidad. Por eso, cuando la gente dice ‘es que eres muy de teatro, entonces no servís pal cine…’ esa huevada además de que me vale madre, me da mucha risa. Porque en el fondo lo que creo, para mi por lo menos, es que el espacio del teatro es una espacio de investigación, es una espacio de universidad, es un espacio de conversación, de discusión. Entonces cuando pienso esta película, ‘The Chilean Dream’, digo el teatro, pero no porque la obra que yo lleve, que probablemente vaya a ser muy Brechtiana, no como un texto realista, es una espacio de investigación del tema de inmigrantes para realizar un guión. Vale decir, la película no es esa obra llevada al cine, como sí fue ‘Correr con fuego’ guionizándola para que no fuera teatro grabado. (…) Entonces me queda en carpeta ‘The Chilean Dream’, un poco terminar de escribir lo de Alberto Vega y seguir con Iglú. Viajar con Iglú. Hablar de Iglú. Buscar pega. Esperar ganar fondos. Y seguir trabajando a full con mi compañía ‘Teatro de Gerónimo’ que es mi compañía con mis compañeros de universidad de la Escuela de la Chile”.

©Hugo Díaz y Leyla Manzur

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