Crítica de Cine: “Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio”

 Crítica de Cine: “Godzilla y Kong: El Nuevo Imperio”

Continuando con la lógica de “Godzilla vs Kong” (2021), esta secuela es una divertidísima película llena de acción y efectos especiales. Esta vez, los dos kaijús más famosos del mundo no se enfrentan entre ellos, sino que deben vencer a otros dos enemigos en común.

King Kong vive en la denominada “Tierra Hueca”, explicada tanto en “Kong: la isla Calavera” (2017) como en la entrega anterior, la cual consiste en un completo ecosistema que existe bajo la superficie de la Tierra. Godzilla, por su parte, lo hace en el planeta, tanto en el mar como en tierra firme, con las costumbres explicadas tanto en la película anterior como en “Godzilla Rey de los Monstruos” (2018). No son del agrado el uno del otro, por lo que no suelen “visitarse”. Sin embargo, y aunque sea una película de ficción máxima es bastante irrisorio el recurso empleado, Kong sube a la superficie dado que tiene un colmillo “picado”. En la superficie cuenta con toda una compañía que monitorea 24 horas al gorila, y también existe otra facción que hace lo propio con Godzilla, quien en ese momento duerme plácidamente ni más ni menos que en el Coliseo Romano en Italia…

Mientras, en un submundo sin explorar de la Tierra Hueca, se lleva a cabo un movimiento de energía que cambiará toda la tranquilidad que existía hasta ese momento. Pieza clave es la niña Jia, hija adoptada de la investigadora Ilene Andrews, quien es la encargada de Kong. La chica tiene poderes extrasensoriales y logra sentir que algo malo está por ocurrir más allá de la Tierra Hueca. Así, la investigadora junto a quien sacó el colmillo a Kong, la niña Jia, y también Bernie Hayes (el mismo influencer que estuvo en la anterior) comienzan el viaje al submundo para revisar las extrañas vibraciones.

Aparte de estos colosos, aparecen otros más que no mencionaré para que sea todo una agradable sorpresa. La película está llena de efectos especiales, mucho ruido y acción a raudales. Dirigida por Adam Wingard, mismo director de la anterior, repite la fórmula, pero esta vez acentuando la acción, los monstruos y la destrucción. Si hasta el “Efecto Hitchcock” se dio el lujo de emplear en una situación puntual.

Los efectos de sonido son uno de los platos fuertes, muchas veces conmoviendo por la potencia y lo bien que va a acompañando cada escena de acción. En cuanto a la filmación, largos y amplios planos nos muestran paisajes y lugares paradisíacos, llenos de colores.

Tiene mucho de humor, tiene guiños a situaciones anteriores, y un poco de humor negro también. Lo bueno es que, a pesar de la duración de 120 minutos, desde un principio el largometraje va al grano, sin escenas ni guiones sobrantes que no hacen más que rellenar y aburrir al espectador. Aunque se mencionan muchos nombres, lugares y variadas explicaciones, uno no se pierde y sigue la lógica de la narración sin problemas.

Gratísima experiencia de ver a estos gigantes corriendo, gritando y peleando contra nuevos enemigos. Muy entretenida, se recomienda ver en el cine.

No tiene escenas post créditos.

Escrito por: ©Daniel Bernal
Sígueme en X: @DanielBernalY

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