Crítica de cine: “Doctor Strange”
A Benedict Cumberbacht le quedan como anillo al dedo los roles de genio huraño y excéntrico. Lo ha demostrado en su rol en la serie “Sherlock”, en las películas “El Quinto Poder” y “El Código Enigma” e incluso en la obra teatral “Frankestein”. Siguiendo esta misma línea, el actor encajó perfecto interpretando al famoso Doctor Stephen Strange, uno de los héroes clásicos de la Edad de Plata que faltaban de Marvel Comics.
En esta historia, el Doctor Strange es un poco como el Doctor House: Un genio caprichoso y arrogante, interesado en casos raros y que rechaza los comunes, posee una habilidad sin parangón y se sitúa por encima del resto del mundanaje. De personalidad problemática y difícil, sufre un accidente que arruina para siempre sus manos de cirujano que lo habían llevado al éxito. Desesperado y acabado, recurre a las artes místicas para suplir lo que ya no volverá: su habilidad como médico.
Dejando de lado el hecho de que los gringos crean que en el Tíbet los maestros conjuran hechizos y viajen a otras dimensiones, porque es la consecuencia más lógica de la meditación y la espiritualidad, estamos frente a uno de los mejores orígenes contados en el cine de superhéroes. Es decir, uno de los grandes desafíos de las adaptaciones de superhéroes es resumir en dos horas décadas de viñetas. En algunos casos, como en “Batman Begins” o “Ironman”, se dedica gran parte de la historia a narrar el origen, sacrificando valiosos minutos de acción y villanos para contar una historia potente. En otras ocasiones, se intenta atravesar rápido por esa etapa para dar el salto decisivo a las patadas, los efectos especiales y los chistes, pero “Doctor Strange” combina y equilibra bastante bien ambos momentos, que son a su manera importantísimos para una buena película de superhéroes. Sin embargo, creo que la etapa del origen está mucho mejor lograda.
Realmente puedes creer y sentir el dolor por el que atraviesa Strange, como se derrumban sus sueños y su ego, la manera en la que debe hacer a un lado sus creencias científicas y su soberbia para aprender desde cero las artes ocultas desde una mirada que hasta ese momento era desconocida para él, sacudiéndose prejuicios positivistas y atravesando por un doloroso camino de aprendizaje y autodescubrimiento. El héroe es sometido a un entrenamiento tipo Bruce Wayne o Daredevil, con el lógico riesgo de ser seducido por el Lado Oscuro de la Fuerza como han hecho otros que han atravesado por la misma senda. Pero hasta ahí llega lo espectacular.
Pareciera que se gastaron todo el presupuesto en el personaje de Strange, que es complejo, profundo e interesante. Pero si hay películas en las que nos cuentan el origen y motivos de un héroe y también los de un villano (Joker, Green Goblin, Magneto, etc.), acá los villanos son planos y aburridos, simplemente son villanos porque sí, porque son feos, huelen mal y viven en dimensiones paralelas. La búsqueda de la inmortalidad como motivo parece una excusa apresurada y sin mucho esfuerzo mental. Kaecilius es el típico alumno descarriado que fue seducido por la codicia, representa en lo que podría convertirse Strange. Algo así como Sinestro de “Green Lantern” o Darth Vader, pero escandalosamente plano y sin gracia en sus diálogos. Dormamu es un villano genérico con diálogos estereotipados, la clase de villano que puedes cortar y pegar en cualquier historia de superhéroes sin que esta se vea afectada. Los secundarios también son bastante planos: Tilda Swinton es el clásico maestro estricto y sabio, y el ser mujer no le resta estereotipicidad. Rachel Adams es la clásica amiguita/futura novia de Strange, y resulta imposible sacarla de ese rol unidimensional. Chiwetel Ejiofor es Mordo, otro personaje plano y que se une al club de los que se vuelven negros para cumplir con la cuota racial, con Kingpin, Heimdall y Nick Fury. Y Wong es un chino que hace de chino.
Luego del origen la historia comienza a desinflarse de a poco. Strange aprende demasiado rápido las artes místicas y domina la técnica como un experto, se desata sin mucha explicación aparente una batalla mística por el control de esta realidad contra un culto de fanáticos liderados por Kaecelius, y aunque los efectos son espectaculares y el despliegue visual es excepcional, es solo una muestra de acción genérica al final del día.
Sin embargo, a pesar de las fallas, se trata de una buena historia de superhéroes y por sobre la media del género, me atrevería a decir, y creo que todo se debe a la espléndida decisión de haber seleccionado a Cumberbacht para el rol principal, pues acá el actor es la columna vertebral y el alma de la película. Porque el resto del reparto es reguleque.
Quiero aprovechar de recomendar la excelente adaptación animada del mismo personaje, película del 2007 y que es una de esas joyitas que nadie le da la atención suficiente, porque solo es una peli animada.
Por Felipe Tapia, el crítico que puede despertar ternura y compasión en vikingos, terroristas, asesinos y metaleros.
1 Comment
Comparto la crítica, especialmente en lo rápido que aprende las artes místicas el protagonista, luego es sólo acción y efectos especiales super entretenidos. .. recuerden quedarse después de los créditos hasta el final final.