1º parte especial a Clint Eastwood. “El Bueno, El Malo y El Feo”: no confíen ni en los rubios, son todos malos.

 1º parte especial a Clint Eastwood. “El Bueno, El Malo y El Feo”: no confíen ni en los rubios, son todos malos.

A diferencia de ciertos westerns que mostraban un mundo de blancos y negros, el en que los indios eran malos y los vaqueros buenos y perfectos, en donde John Wayne era algo así como un Rambo de sombrero, muy en esa papanatada de “Solo contra el mundo”, en Italia se apostó por un western más como de comic, más hiperbólico, más caricaturesco, y finalmente, con mejores resultados. Clint Eastwood se convirtió en un personaje emblemático dentro de una película igualmente emblemática. No es de extrañar que Marty McFly se halla bautizado a sí mismo como Clint Eastwood en “Volver al Futuro III”.

“The Good, The Bad and The Ugly” (1966, Sergio Leone) es la obra más representativa del Spaguetti Western, y viene a confirmar en Italia, y no solo en Norteamérica, podían hacerse westerns. Fue tanto el impacto de esta película que su canción se volvió famosa en nuestras tierras, artistas como Emir Kusturika o Ramones han hecho covers, y el programa Jappening con Ja usaron esa melodía para ambientar las disparatadas aventuras del indio bolsero. En más de un colegio se tarareó la melodía “bolsero” cada vez que alguien pedía colación.

Ambientada en La Guerra Civil, la película muestra una visión de la moral mucho más compleja y retorcida que el clásico blanco y negro, o buenos y malos. Porque en esta película las etiquetas son solo eso: etiquetas. “El Bueno”, Blondie, rol a cargo de Eastwood, no es totalmente bueno, es decir, es un dulcecito comparado con Tuco o Angel Eyes, pero no es bueno. Angel Eyes debería llamarse “El más malo” en lugar de “El Malo”. Y Tuco, bueno, debería ser uno de los malos, pero en realidad, él es solo el producto de la época en la que vive, en donde todos los tipos son así de ruines y solo pueden verse buenos en comparación a bastardos como Angel Eyes. Incluso se persigna si alguien profana una tumba. Tuco es el estereotipo mexicano. Pero como tampoco es tan tan bueno como Blondie, entonces él es “El Feo”.

Al final, Clint Eastwood, El Bueno, solo es el bueno porque tiene pinta del héroe de la película. Rubio, encachado, abacanado, tal y como los cuentos de hadas y Hollywood nos han enseñado: el mexicano bigotudo y grosero no puede ser bueno, los buenos tienen que ser lindos. Da lo mismo si el rubio hace fraudes para reclamar recompensas o traiciona a sus compañeros, él sigue siendo el bueno. Al final, los tres protagonistas son solo el resultado de una época dura, corrupta y en la que la sobrevivencia personal se ha vuelto mucho más importante que el altruismo y los valores. Así que el mensaje de la película vendría a ser: “No se dejen engañar por ese cuento de que en la historia hay siempre un bueno y un malo. Es mucho más complejo que eso.”

El Bueno y El Feo tienen una relación comercial, pero claramente la lealtad no es el fuerte de ninguno. De hecho, si nos ponemos a ver la película, el primero en traicionar fue, irónicamente, el Bueno. Pero a pesar de sus diferencias, Bueno y Feo se ven obligados a colaborar para poder encontrar un lucrativo tesoro, pues cada uno posee información respecto a la ubicación del mismo que el otro desconoce. Aún en esa desconfiada relación, Bueno y Feo saben con quién está tratando cada uno, y evitan por todos los medios tener algo que ver con El Malo, ese sí que es peligroso. Todo ello conducirá a uno de los clímax más tensos del cine de la época, con una narrativa audiovisual en la que los primeros planos son de vital importancias para la atmósfera generada en el filme, que explota la tensión psicológica en una manera en la que las actuales películas de suspenso, con todos sus sobresaltos detrás de la puerta, quedan en ridículo. La cinta está llena de pausas y silencios, y sin embargo, desata más interés e intriga que los videoclips de dos horas del cine actual.

La moral ambigua, la manera de presentar a los personajes, el contexto histórico, la música característica, el humor negro, la manera de presentar a Clint Eastwood como un tipo despreocupado, práctico y con el cigarro en la boca, son referentes que hasta hoy en día siguen utilizándose en el cine. Y no vayan a esperar un final cerrado, redondo o feliz como esos de las películas tradicionales. Si alguien se salva, no es por ser el bueno, sino por ser el más vivo. Si alguien muere, no es por castigo a sus maldades, sino por mala pata.

©Por Felipe Tapia, el crítico que en cinetvymas, vendría a ser “El Lindo”.

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