“Trollhunters”: el clásico héroe adolescente
La nostalgia vende. Esa es una verdad como una catedral y que “Stranger Things” probó tajantemente. Ahora, dicha nostalgia puede ser consciente o manifestarse más inconscientemente por medio de tópicos reconocibles que no necesariamente son voluntarios. Algo así pasa con “Trollhunters”, la nueva serie animada de Netflix basada en la novela de Guillermo del Toro, quien además dirige esta adaptación.
Chico simple es acosado por matones en el colegio, tiene un amigo nerd y le gusta una mina. Descubre un amuleto en el mismo terreno baldío en el que encontraron al Dinosaurio Denver, y este amuleto le dice que debe convertirse en el Trollhunter para luchar contra los…invunches ¡No, po, obvio que con los trolls, de ahí el nombre, Pavarotis! Luego de conocer a una figura que hará de guía y mentor, y de oponerse inicialmente a la misión que le han encomendado a un estudiante de quince años en lugar de un soldado con preparación, Jim deberá superar sus miedos, madurar y conocerá un nuevo mundo sobrenatural. Además debe ocultar a su madre y compañeros su identidad secreta como el Trollhunter, un tipo que se coloca la armadura de Saint Seiya cada vez que hay peligro. Porque no vayan a enterarse de que eres un héroe fuerte que salva al mundo de las amenazas. Imagínate, eso podría volverte popular y suscitar la gratitud y admiración de una comunidad que te ignora, y Dios nos libre de eso. Bastante reconocible ¿Verdad? Se parece a las novecientas mil historias que hemos visto de héroes adolescentes.
La nostalgia de “Trollhunters” bebe de diversas fuentes. Por un lado, tenemos al típico héroe ochentero y noventero que anda en bicicleta, adora todo lo extremo y cool, y tiene una relación con su madre que recuerda mucho a la de Daniel San (Si debo explicarles quién es Daniel San, ahórrenme ir a sus casas y mátense porfa). Por otro lado, se advierten alusiones a referentes más modernos, como Harry Potter o Percy Jackson.
La fantasía escapista del joven impopular y tímido con las mujeres que tiene una identidad secreta y acceso un mundo sobrenatural al que nadie más tiene, volviéndolo especial, es universal, anacrónica y funciona en cualquier década o siglo. Acá la fórmula funciona, aunque no aporte nada nuevo y los tópicos sean tan visibles que prácticamente te los restriegan en la cara y no hay ningún esfuerzo por camuflarlos. Aunque hay que concederle un mérito a la serie porque los personajes no son molestos ni odiables, pese a ser tan predecibles. Es decir, Jim es el típico niño de buen corazón pero que se mete en problemas, su amigo Tub es gordo, nerd, usa frenillos y necesita recordarnos cada treinta segundos que está ahí para poner la nota de humor y hacer que el protagonista luzca menos loser y patético al lado suyo. Los malulos son los clásicos seres de otro mundo que quieren recuperar el talismán mágico para apoderarse la Tierra y matar al protagonista, porque sí, porque es el elegido.
Como los mutantes y los Transformers, hay trolls buenos que protegen a la humanidad, y trolls malos que los matan. La historia se construye en base a esta lógica tan conocida de “guerra silenciosa” que lleva desarrollándose durante siglos y que solo unos pocos conocen. Dentro del primer grupo están Blinky y algo así como Raaarrg. Son graciosos, hay muchos gags sobre esconder sus cuerpos de gran tamaño en la casa o colegio de Jim sin que su madre o profesores los noten, justo como Et, Mi Amigo Mac, Los Padrinos Mágicos o Denver. Del lado de los malos están Bular, un vengativo y cruel Troll que tiene un historial de asesinatos de Trollhunters. Recibe órdenes de otro troll que camufla su aspecto como el del profesor de Jim, aunque para proteger el secreto del mundo de los trolls ambos guardarán las apariencias cuando estén en el colegio, y luego se sacarán los ojos más tarde cuando nadie los vea.
La nueva era del Internet es menos ingenua y más nerd, por lo que tienes que convencerla y ganártela. En el pasado probablemente nadie se cuestionaba que los poderes místicos o galácticos escogieran niños y adolescentes para llevar a cabo tareas peligrosas en las que había un alto grado de peligro o fracaso, pero así y todo no se buscaba a gente más adulta y calificada. Ni los Power Rangers, ni “Las Crónicas de Narnia” ni casi todos los animes lo necesitaron. Algunos como “Evangelion” buscaron algún tipo de justificación, incluso “Las Chicas Superpoderosas” hacían chistes sobre los absurdo y peligroso que era poner bajo la responsabilidad de tres niñas el bienestar de toda una ciudad asediada por monstruos y villanos. “Trollhunters” ni siquiera hace el intento por adaptarse a los nuevos tiempos. Quizá hace un par de décadas esto no habría importado, pero ahora me late que sí.
Una fórmula repetida puede convertirse en algo maravilloso si se hace bien. “Avatar, la Leyenda de Aang” es una prueba de ello. Simple, sin pretensiones pero que se convirtió en algo único y memorable, porque incorporó elementos novedosos a la fórmula, por el mensaje que entregaba, y porque los personajes eran complejos y muy queribles pese a ser tópicos. Además, la serie se labró un sello propio, algo muy difícil de hacer en esta era de crisis de ideas originales. Con “Trollhunters” no pasa nada de eso. Es solo una historia fantástica más, no lo hace mal, pero tampoco lo hace bien. No va a cambiar tu vida si no la ves, aunque tampoco creo que sea una mala experiencia verla. Puedes echarle un vistazo con toda confianza, total, a fin de cuentas es asunto tuyo. Y bueno, es una de las gracias de Netflix, la amplia oferta.
Por Felipe Tapia, el crítico que está demasiado ocupado siendo fabuloso como para prestarte atención