Final de cuarta temporada de “Vikingos” ¿Para dónde va este barco?

 Final de cuarta temporada de “Vikingos” ¿Para dónde va este barco?

La serie ha llegado al final de su cuarta temporada y hemos podido presenciar la riguriosidad histórica que nos cuenta cómo los vikingos no desparecieron, sino que se evangelizaron y civilizaron. Sin embargo, es preciso acotar que esta temporada ha intentado ser en cierta manera una nueva “Game of Thrones”.
Hasta este año, la serie contaba siempre con un argumento troncal centrado en la familia Lothbrok y una que otra subtrama supeditada a la principal, que se vinculaba argumentalmente a la historia. Ahora se han deshilvanado varias subtramas que muchas veces no parecen conducir a ningún lado. Las intervenciones del rey Ecbert de Inglaterra y todos los demás personajes de Wessex y los alrededores, han aportado bastante poco a la historia de los vikingos. Lo mismo pasa con Lagertha e incluso la reina Aslaug y su patas negras Harbard (¿Estudió en Harvard? Oj oj oj). El resultado de esta infinidad de subtramas ha vuelto a la serie algo errática y desperdigada, como un mosaico difícil de asir en términos argumentales.
Muchos de los eventos parecen dar constantes giros como el conflicto Floki-Ragnar y el posterior perdón, y se han sacado de la manga algunos hechos inverosímiles, como el rápido aprendizaje de la lengua francesa de Rollo y el cambio de actitud repentino de su nueva esposa, solo porque habla francés. La aparición de la nada de un nuevo vikingo que se les une porque sí y prácticamente se anuncia a grito pelado como un nuevo antagonista, difícilmente aporta al argumento.
Esta incorporación de nuevas subtramas que abren cada vez más cabos sueltos en lugar de cerrarlos es un recurso común en “Game of Thrones”, al igual que el aumento en la sordidez y cochambre moral en la serie de History Channel, tan propia de la HBO. El rey Ecbert engañando a su hijo con la nuera, el Conde Odo de Francia y su afición por el sadismo, el emperador de Frankia manteniendo relaciones homosexuales, dan cuenta de que se está comenzando a usar bastante el recurso de la sordidez para contar una historia que, si bien nunca fue un cuento de hadas, lo sabemos, no precisaba de esos recursos para florecer ¿Era necesario que Ragnar se hiciese adicto al opio? ¿Y que el único personaje oriental tuviese opio, como si todos los asiáticos lo tuviesen?
Tal vez la subtrama más consistente es los eventos desencadenados en Francia, que sabemos se iban a conectar tarde o temprano con nuestros bárbaros favoritos. Con todo esto no quiero decir que “Vikings” sea ahora una mala serie, sino que necesita retomar la consistencia narrativa que tenía antes, pues la precisión histórica y los personajes bastaban y sobraban para mantener la historia a flote. Ahora la historia parece un poco a la deriva, no se sabe muy bien qué hacer con tanto personaje, se recurre a repetición de argumentos como la traición de Rollo.
Si tuviera que opinar respecto a lo más innovador e interesante de la nueva temporada, es la curiosidad que me produce el creciente protagonismo de los otros hijos de Ragnar ¿Con qué sorpresa nos saldrán? El nuevo salto temporal no estuvo bien logrado como el anterior, ahora ni se notó y nos tuvieron que avisar que habían pasado 12 años. Y qué decir de los personajes como Ragnar, Lagertha o Floki, a quienes no parece afectarles el paso del tiempo. Ragnar no parece tener un hijo que va por los treinta, y Lagertha menos. Y cuando tu hijo se ve como tu hermano, la creatividad de la trama disminuye.
Yo solo espero que la serie vuelva a enfocarse como tan bien lo había hecho en las primeras temporadas ¡Y que pasen más cosas! En estos diez episodios no pasó prácticamente nada sino hasta el final.

Por Felipe Tapia, el crítico que ha venido desde muy lejos solo para destruirlos a todos

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