Crítica de “La chica más afortunada del mundo”: cuando el dolor no es lineal
He estado mucho tiempo sin escribir…pero hay películas que te tocan y llegan al fondo de lo más personal de ti, y eso me pasó con “La chica más afortunada del mundo”, cinta protagonizada y producida por Mila Kunis, basada en la historia real friccionada en el libro del mismo nombre, escrito por Jessica Knoll.
“La chica más afortunada del mundo” habla sobre Ani Fanelli (Mila Kunis), una joven periodista promesa que pareciera tener la vida perfecta; el estatus, el novio, todo lo que cualquier mujer dentro de “la norma” soñaría, sin saber que como dijo Simone de Beauvoir, terminan siendo la corriente que sigue “una mujer rota”, quien por encajar con la sociedad cae siempre en la angustia y dolor. Sin embargo, Ani esconde un dolor que la marcó de por vida; que la cambió y transformó completamente cuando niña, al punto de que reconstruirse desde cero la hizo volverse una camaleona de la actuación; la chica “perfecta” que puede decir lo que el mundo quiere que diga y serlo. Lo anterior, sin esperar que llegase la oportunidad de contar su historia, si es que ella se atrevía y dejaba de pensar en el qué dirán.
Esta entrega, para mí, es lejos una de las mejores representaciones audiovisuales que he visto, con respecto a la confusión y miedo que se siente sobre contar lo que te pasó, ya que muchas veces a la víctima y/o sobreviviente, se le tiende a cuestionar más que a quién le hizo daño. Históricamente, en los medios de comunicación y en el día a día, se le justifica a los maltratadores sus actos: “estaba en estado de ebriedad”, “ella no estaba segura de lo que pasó”, “ella vestía tal y tal cosa…” y así, como si el ser humano no fuera un ser racional, que es lo que de tanto se jacta que se diferencia de los animales.
Esta cinta, tiene eso de lo que casi nadie te habla que puedes sentir, porque extrañamente, todo aquel que no ha vivido algo así se siente con la autoridad de decirte qué hacer, cómo sentir, cómo vivir y superar. Nunca será lo mismo a que te lo cuente alguien que lo vivió en carne propia y esta es la prueba, de que a pesar de que la sociedad dice tener empatía, solo actúa que la tiene, porque realmente nunca van a poder ponerse en tus zapatos.
Vivimos en una sociedad patriarcal, lo cual es innegable y se retrata perfectamente en este largometraje. La descripción de cómo el tipo que tiene poder por un apellido, donde estudió y porque sufrió algo de mala suerte, se aprovecha de eso para mostrarse como un mártir y que no se sepa la verdad, es tan real que duele. Nos han criado acostumbradas a creer que exageramos, que las cosas no son como las percibimos y un sinfín de cosas, que los únicos que siempre tienen la razón y derecho a opinar, son los hombres. Lo sé, es una opinión “impopular” porque nos consideran “minoría”, pero antes de que empiecen a discutir sobre su perspectiva y “amante de la simio vida”, quiero aclarar que soy feminista NO separatista. Sí señores, no odio a los hombres, solo reconozco una estructura cultural nacida prácticamente junto al capitalismo.
He visto muchas notas, artículos y críticas sobre “La chica más afortunada del mundo”, ¿y saben? Creo que una obra maestra como esta, con ese nivel de sinceridad de búsqueda de justicia y de abrirse a un montón de mujeres, dejando el miedo de lado para que ellas vean que no son las únicas y pueden sacar su voz, es totalmente admirable. El cine representa claramente perspectivas de las distintas realidades, por lo que me parece de suma importancia que abramos los ojos y tengamos la oportunidad de ver algo así; que ha dañado a tantas, que les ha estancado años sus vidas y peor aún, que las hace cuestionarse si lo que vivieron es real y no estaban soñando. Ese dolor, esa búsqueda de la identidad que sentiste que perdiste cuando te arrebataron tu inocencia, se relata tal y como siempre debió ser. Definitivamente, es una entrega con un guion exquisito, lleno de emociones, ideas creativas maravillosas que complementan la narrativa de una manera única y que te hace ponerte en los pies de Ani.
A todo lo maravilloso de su guion, debo agregar que esta entrega no hubiera sido la misma si su protagonista fuera otra persona. Mila Kunis hizo un trabajo espectacular, con amor y respeto, que se nota en cada poro de su actuación. Se logra ver lo que siente, sin que diga nada verbalmente, solamente con su rostro, con su postura, su mirada. Kunis siempre ha sido una gran actriz, pero creo que aquí es una verdadera estrella de esas que pobre de quién intente pararla.
Vemos una construcción de personajes llena de psicología, la rapidez e incomodidad de una mente que aun no sana y que es representado incluso, desde la misma fotografía de la cinta. Es totalmente destacable.
Si me preguntan si recomiendo esta película, mi respuesta es un sí. Su final me llegó al alma; sentí y sufrí con su protagonista durante todo su viaje dramático y también, me sentí orgullosa de la mariposa en la que se transformó. Quiero más cintas así en el cine, quiero más ventanas de realidades que han sido invisibilizadas y que ya no deberían ser así. Quiero más “La chica más afortunada del mundo”, porque sé que mientras más visibilicemos este tipo de cosas, menos mujeres intentarán de parecer perfectas y encajar en una sociedad, donde en realidad las deberían comprender y apoyar a ellas, si es que han vivido cosas como las narradas en esta historia.
Por Francesca Massone C.
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