Crítica de Aladdin: Un live action ideal

 Crítica de Aladdin: Un live action ideal

Mágica, al punto de ser uno de los mejores live action que se han hecho, es la adaptación de la película animada de 1992 “Aladdin”, dirigida por Guy Ritchie (Sherlock Holmes).

La cinta cuenta las aventuras de Aladdin (Mena Massoud), un chico pobre que se ve obligado a robar para sobrevivir junto a su pequeño mono Abu. Un día el joven conoce a Jazmín (Naomi Scott), una princesa de la que se enamorará perdidamente al punto que intentará todo lo posible para poder sorprenderla. Lamentablemente, no todo resultará como él espera, ya que al ingresar al palacio para ver a su amada es encontrado por el malvado consejero y hechicero del palacio, Jafar (Marwan Kenzari), quien le exigirá que busque una lámpara mágica en una cueva bastante peligrosa. Sin embargo, el antagonista intenta estafarlo con parte del botín.

Abu, al ser un monito bastante pillo, logra quitarle la lámpara a Jafar, entregándosela nuevamente a Aladdin, quien finalmente descubrirá que en su interior hay un genio (Will Smith). Ahí es cuando empieza la gran aventura, donde la magia y el amor serán los protagonistas.

Debo decir que la entrega me sorprendió totalmente, no era uno de los films que más esperaba y no imaginaba que de verdad fuera tan maravillosa como lo es. Creo que en ningún live action había visto una re-creación tan preciosa de la ambientación o escenografía, menos aún con CGI. Los colores y  el realismo de poder ver realmente un palacio de las dimensiones que se mostraba el palacio de Agrabah es impresionante, logra proyectarte realmente a un país Árabe.

Una de las polémicas de esta nueva entrega, era el hecho de que el genio es interpretado por Will Smith, un miedo que entiendo perfectamente dado al cariño que muchos le tenemos al fallecido Robbin Williams, quien hacia la voz del personaje en el largometraje original. Sin embargo, debo decir Smith que me tapó la boca, ya que logra proyectar no solo al genio que conocimos en la cinta animada, sino que además le agrega parte de su propia personalidad, lo que le da un toque bastante divertido – que me recordó incluso en algunos momentos al príncipe del rap- y al mismo tiempo, mucho más emotivo. Indudablemente su actuación fue excelente y sé que los fanáticos, luego de verlo en escena, quedarán conformes.

En cuanto a las otras actuaciones, debo decir que en general son muy buenas y muy creíbles, pero principalmente destaco la participación de Naomi, quien al momento de las escenas cantadas lograba una interpretación maravillosa, digna de una cinta de Disney.

Una de las cosas que más me gustó fue que mejoraron bastante las canciones, algo que muy pocas veces se logra, consiguiendo así que nuestros clásicos sean mucho más pegajosos que en los viejos tiempos. También, me encantó que se eligiera a una persona que canta como las princesas que veía en las versiones animadas, creo que le da un toque que algunas adaptaciones, como en el caso de “La bella y la bestia”, no tuvo. Scott tiene un timbre de voz muy dulce y ad hoc, al punto de que logra cautivar.

Mi único pero en el lado musical, es que no me parece que la versión en español de los créditos sea cantada por Becky G. Creo que su voz no es para el estilo musical característico de estas entregas, debido a que es demasiado gangosa al cantar en español y tiene detalles de precisión vocal.

Una de las sorpresas que nos trae esta nueva entrega es un par de cambios en el guion, los cuales hacen que llegue la propuesta mucho más a las nuevas generaciones, ya que se enfoca en conflictos que hoy en día se viven. También, se le da mayor profundidad al personaje del genio, por lo este se vuelve un personaje mucho más llamativo.

Lamentablemente, uno de los giros de la apuesta provoca un final muy bien cerrado, por lo que es posible que no hagan el live action de la secuela de Aladdin, “El regreso de Jafar”.

Aladdin es de esas películas que se pueden ver mil veces y seguirán encantando a sus espectadores gracias a su maravillosa historia, canciones y personajes. Es realmente una cinta ideal.

Por Francesca Massone C.

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