“Érase una vez… El hombre”: Una televisión que educaba

 “Érase una vez… El hombre”: Una televisión que educaba

Hace poco que me di la lata, para el pesar de los lectores, de reseñar programas que puedan ser utilizados por un profesor audaz y apasionado en sus clases, con artículos como el del “Dr. Who” y “El Narrador de Cuentos”. Ahora le toca el turno a la nostálgica serie francesa de finales de los 70 y principios de los 80, “Érase Una Vez”, y todas sus versiones y secuelas, las que creativamente pueden ser aprovechadas por profesores de Historia, Biología o incluso los profes de básica.

La saga es un total de 6 series con temáticas distintas, cada una de 26 episodios, que partió con “Érase una Vez…El Hombre”. Ideada por el francés Albert Barrillé, que mostraba una versión más amable y lúdica, justo como debe hacer un profesor, de acontecimientos históricos clave en la historia del hombre, desde la Edad de Piedra hasta el futuro. La gracia consistía en que en cada momento de la historia, los protagonistas eran los mismos, y por medio de la descendencia continua durante siglos, los mismos personajes ostentaban versiones cavernícolas, egipcias, medievales, cristianas, inglesas, precolombinas, etc., con estereotipos que se repetían hasta el cansancio y que cumplían roles clave para cada capítulo. Los personajes, utilizados después en las otras sagas, eran los siguientes, manteniéndose siempre:

El Maestro: Un longevo anciano cuya barba cubría todo su cuerpo, era astuto y encarnaba la sabiduría e inventiva. Tuvo el privilegio de encarnar a Leonardo Da Vinci y un sinnúmero de personajes que ponían la nota de inteligencia.

Pedro: El estándar, ni muy fuerte ni débil, era prácticamente un comodín o molde en el que encajaba cualquier personaje.

Flor: Era básicamente lo mismo que Pedro, pero en versión mujer. No es de extrañar que siempre acabaran emparejados, lo que sugiere la posibilidad de un milenario historial de relaciones incestuosas, que explicaba la nula variación en la elección de parejas.

El Gordo: El mejor amigo de Pedro, era la fuerza bruta, el músculo, y el que sacaba de aprietos a los demás. Bueno para comer, la versión suavizada de Óbelix.

El Tiñoso: Feo y de nariz roja (Los estereotipos debían quedar claros y sin ambigüedades: los malos son feos y los buenos son lindos, con excepción mía, que soy malo y lindo), era el antagonista principal en cada época y sus abusos siempre eran castigados con una paliza del Gordo.

El Enclenque: Llamado también El Canijo, era un individuo pequeño, venenoso y rastrero, debilucho y el segundo antagonista, siempre a las órdenes del Tiñoso. En su caso, las palizas recibidas podrían ser propinadas por el Gordo o cualquier otro personaje físicamente superior, que eran prácticamente todos.

Pedrito, Florcita, Gordito, Tiñosito y Enclenquito: versiones infantiles de los personajes principales, eran los hijos de cada uno (¿No tengo que explicar cuál es de cada uno, verdad? ¡Da!), tal como los sobrinos de Disney o Condorito, solo que acá, como extraño suceso ¡Son hijos, no sobrinos! Claro, aún queda la duda de una posible descendencia incestuosa, insisto.

El Marcador Temporal o Calendario: Aparecía en todas las épocas y nos indicaba la fecha en que nos encontrábamos para mostrar el avance del tiempo. A diferencia de los otros personajes, siempre era el mismo, no tenía descendencia pues no copulaba con nadie, ni pariente ni conocido.

Los Griegos, El islam, Carlomagno, Marco Polo, el Renacimiento, fueron épocas animadas por el característico humor de la serie y proporcionaron una versión más apetecible para los pequeños historiadores.

La serie fue emitida en Europa y Latinoamérica, sin embargo, acá fue tijereteada en algunas partes, cortesía de la Censura conservadora, en ocasiones en las que criticaba el proceder de la Iglesia en algunos periodos de la historia. No vaya a ser cosa que los niños se educaran correctamente.

Con el éxito y el baluarte educativo del programa, los mismos personajes fueron utilizados para nuevas sagas, con la misma tónica: algunos hacían de buenos, otros de antagonistas. Las series nuevas fueron:

“Érase una vez Las Américas”: recorría toda la historia del viejo continente, del periodo precolombino hasta las independencias.

“Érase una vez La Vida”: Ahora los protagonistas eran partes del cuerpo humano: células, glóbulos, neuronas, bacterias, donde el cuerpo humano era representado metafóricamente como una nación industrializada y coordinada desde el cerebro por operadores que monitoreaban todo, y cada capítulo estaba dedicado a un órgano en específico: el corazón, los pulmones, la piel, así que los profes de Biología y Básica pueden hacer buen uso de este material.

“Érase una vez Los inventores”: un repaso por los mayores inventores de la historia, como Arquímedes, Gutemberg, Galileo, Mendel, Newton, Ford, Pasteur, Einstein, así que tanto profes de Historia y Básica como de Física o Química pueden mostrar estos episodios a los alumnos.

“Érase una vez Los Exploradores”: Dedicada a personajes que exploraron nuevos territorios, como los son Alejandro Magno, Genghis Khan, Erik El Rojo, Magallanes, Elcano, Humboldt, Vasco de Gama, Cristóbal Colón, lo que sirve tanto para Historia como para Geografía.

Hay que aclarar que estos episodios no son ni por asomo el reemplazo de una clase. Cuando mucho constituyen un acercamiento de unos 20 minutos a un tema o unidad en particular, que sirven para familiarizar a los alumnos con la materia que posteriormente será profundizada en la clase. Como puntapié inicial, creo que es un buen experimento para comenzar una clase.

Lamentablemente, el creador de la serie, André Barrillé murió hace poco. Ojalá que en nuestra época surjan nuevos programas dedicados a fortalecer la educación de las personas.

Y para finalizar, los dejo con un video que hará que sus carnés de identidad caigan estrepitosamente al piso y ocasionen un terremoto de esos que vaticina Salfate tres veces por semana:

©Felipe Tapia, el crítico físicamente mejor dotado según él mismo.

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