Crítica de cine: “La sospecha”
Es el día de acción de gracias, fiesta tradicional estadounidense, y dos familias amigas se preparan para celebrar juntas. Cada pareja tiene una hija pequeña, y ambas niñas deciden salir a la calle a buscar un antiguo silbato, a pesar de la oposición de uno de los papás de que salgan sin supervisión del hermano mayor.
A pleno día, las niñas desparecen.
Desde el inicio la película presenta un conflicto súper potente. La desaparición de un hijo (a) debe ser una de las situaciones más angustiantes por la cual podría pasar cualquier persona, una situación con la cual es imposible no identificarse aún cundo no se tengan hijos. En el caso de “La sospecha”, a esto se le debe agregar una magnífica construcción de personajes, donde cada uno tiene una personalidad claramente definida, pero sin caer en la caricatura. Hugh Jackman, en uno de sus mejores roles, es Keller Dover, padre de una de las niñas. Su papel es el de un hombre profundamente religioso y ex alcohólico, que en medio de su desesperación por encontrar a su hija decide tomar la justicia por sus manos, al sentir que la policía no actúa con la suficiente agilidad. La contraparte de este padre, hombre bueno pero desesperado, es el detective que investiga el caso (Jake Gyllenhaall), oficial convencido de que la justicia deben hacerla los policías, de aquellos que creen que las instituciones funcionan. Un oficial obsesivo con su trabajo, y que se involucrará profundamente para resolver el caso.
Estas dos líneas argumentales paralelas, la del policía correcto que hará todo lo posible por encontrar a las dos niñas, y la de este padre dispuesto a todo por salvar a su hija, incluyendo cometer horribles pecados, hacen de este filme una historia profunda, angustiante, que mantiene al espectador atento todo el momento, a través de un excelente manejo del suspenso. La información que recibe el espectador se da paso a paso y en el momento preciso, gracias a un montaje que le da el tiempo exacto a cada escena.
De esta forma “La sospecha” es una mezcla muy bien calculada, que tiene elementos de tragedia y de trhiller, y que por momentos recuerda lo mejor de David Fincher o filmes inolvidables como “Río místico”, de la cual recoge varios elementos.
Los personajes secundarios también funcionan. Están por un lado los padres de la otra niña, que también están asustados obviamente, pero que no tienen el carácter de Dover. Ellos prefieren confiar en la policía, tal vez representando de alguna forma a la moral, al “Pepe Grillo” que le hace falta a Dover. Está también el jefe del detective Loki, el típico jefe ineficiente y burocrático que está más preocupado de cuidar su puesto que de resolver el caso. Por otra parte, está Alex Jones, un tipo con problemas mentales y que es el único sospechoso de la desaparición de las niñas. El papel está a cargo de Paul Dano, quien confirma su calidad actoral luego de “Little Miss Sunshine”.
La película además tiene una serie de metáforas y simbolismos que invitan a verla más de una vez. Entre las pistas que tiene el policía empiezan a repetirse algunos elementos, signos. Él mismo tiene varios tatuajes en el cuerpo, que son muy llamativos (¿astrológicos?) y en la mano del detective, el director hace notar en más de una ocasión un anillo masónico. Todo esto en franca contraposición con el personaje de Jackman, que es una contradicción viviente entre lo más animal del ser humano y sus plegarias a Dios preguntándose si está haciendo lo correcto.
Con todo, los personajes de esta película son muy humanos, tienen luces y sombras, lo que los hace creíbles, y el espectador empatiza con ellos.
Una buena película es aquella donde todos los ingredientes funcionan, el guión, las actuaciones, la fotografía, la dirección, etc. En esta película ocurre así, y por eso es tremenda, y mantiene en vilo al espectador y no cansa, a pesar de durar dos horas y media. Una película que le abre de par en par las puertas de Hollywood al director canadiense Denis Villeneuve, y que probablemente tendrá varias nominaciones al Oscar.
© Juan Carlos Berner
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Me pareció similar a “La cacería”, tanto por los paisajes como por el ambiente que tiene tanto la película como el espectador, en estado de constante tensión. La encontré buena, pero me deja con una sensación extraña, como si le faltara un poco de originalidad.