Crítica de cine: “Glaciar sangriento”

 Crítica de cine: “Glaciar sangriento”

La propuesta de “Glaciar Sangriento”, película austriaca de Marvin Kren, no brilla por lo novedosa: Un grupo de científicos se encuentra en un paraje alejado de la civilización, cuando una extraña criatura comienza a amenazarlos, y a matarlos uno por uno. Al principio se muestran escépticos, y nadie le cree a Janek,  primero en ver al monstruo. Sí, la película se parece mucho a “The Thing” de John Carpenter, alguna película clase B ochentera, o a varios de los episodios de “Doctor Who”.

Lo novedoso quizá es que la historia está narrada con códigos culturales de la región bastante alejados de lo hollywoodense. Entre tanto monstruo digital suelto por ahí, campando por sus respetos, la película es un regreso a las raíces del género, con una historia predecible, los clásicos “Carne de cañón”, el personaje perro, una horda de criaturas horribles híbridas congeladas por siglos que ahora han despertado para aterrorizarnos, y un grupo de científicos que deberán sacudirse su escepticismo para hacer frente a los aterradores invasores.

Lo que enriquece a la película es, más que los animales mutantes, los conflictos entre los seres humanos, y aquí se aleja bastante de lo que nos tienen acostumbrados el cine gringo. Algunos de los personajes buscarán esconder la mugre bajo la alfombra para que los animales mutantes no amenacen su carrera ni la visita del Ministro, mientras el protagonista luchará para que la verdad no sea ocultada. Gracias a Cthulhu, la historia no está sazonada con los típicos gags estúpidos del cine gringo, la moralina barata o el recurso sexual. Algo de dramón hay, eso sí, en la historia del protagonista Janek y un antigua amor que vienen al lugar donde se está llevando a cabo la investigación sobre el calentamiento global y sus efectos.

La eterna metáfora del hombre contra la naturaleza, en la que no hay buenos ni malos, se manifiesta en esta película de manera visible y clara, y la acción y el suspenso van directos al hueso, no se pierde tiempo en explicarnos exactamente el origen de las criaturas o el calentamiento global, lo que se agradece bastante. La manera en la que la historia avanza de una situación inicial a momentos de tensión y terror está bastante bien lograda, y estamos ante una historia que de original nada tiene, pero que nadie puede decir que no está bien contada.

Por último, el mayor logro de la película es a la vez su mayor defecto: aplaudo cualquier iniciativa en la que el monstruo sea una criatura de utilería y no un personaje creado digitalmente, pero a la vez los animales híbridos me parecen una amenaza genérica: podrían ser sustituidos por Alien, Payasos Asesinos del Espacio Exterior y la historia no se vería afectada en absoluto. El glaciar como origen de los híbridos es simplemente una excusa tan buena como cualquiera para explicar la aparición de semejantes bichos, y quizás los guionistas se podrían haber esforzado un poquitín más para cranearse el origen de la amenaza. En vez de un glaciar, bien pudo ser un volcán, un experimento fallido, la mordedura de una araña radioactiva, etc. Por eso, el título “Glaciar sangriento” le queda un poco grande a una historia en la que el glaciar no es ni por asomo lo principal de la misma.

© Por Felipe Tapia, crítico que se ofrece para animar bautizos y despedidas de soltero. Hago desnudos.

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