“Una mirada desde el sur”: la columna de José Miranda.

Me gustaría dedicar  este primer  artículo a la importancia que tiene la descentralización del desarrollo audiovisual en Chile. Me referiré especialmente a la región de los Lagos, realidad que conozco de cerca (y que además vive actualmente una gran depresión laboral), y las adversas condiciones para la producción audiovisual.

En primer término, hay una  falta de financiamiento para la generación de nuevas realizaciones, no hay fondos disponibles para que exista un verdadero polo de desarrollo audiovisual en regiones, lo que a su vez también afecta la  formación de nuevos profesionales, y la  capacitación permanentemente de los ya existentes. Esta es sin duda una de las situaciones más abandonadas en la actualidad, a pesar de pequeños aportes hechos por planes de gobierno como el Programa Acceso.

Mucho se habla hoy de las nuevas tecnologías y el fácil acceso a ellas como la panacea a esta realidad: si hablamos de estas nuevas tecnologías, es cierto, han permitido al audiovisualista de regiones acceder a un mundo sin límites, primero porque hoy es mucho más fácil adquirir nuevas herramientas tecnológicas para crear, y además porque también es más fácil difundir su obra, potencialmente al mundo entero a través de la web. Sin embargo esto no  está totalmente  aprovechado  ya que no existen mecanismos, ni políticas de los gobiernos regionales de promocionar a sus artistas locales como un valor importante, no sólo cultural si no por su atractivo y valor turístico, tema ahora de importancia para generar nuevas divisas. No debemos olvidar  los planteamientos de SERNATUR, al referirse al turismo cultural como un valor agregado en la zona que recae en sus artistas locales  en sus distintas disciplinas y también en las costumbres propias de la región. No sirve de nada que un realizador suba su video (cortometraje, videoclip, documental) a la web si nadie sabe que está ahí.

El público de regiones es también un tema interesante: una tarea ardua y difícil es la de generar nuevas audiencias; sin publico fresco y receptivo, no hay forma de que exista un feedback entre el artista audiovisual y su obra; el público de dos décadas atrás ya no es el mismo publico consumidor que el de este milenio, donde el Internet y las comunicaciones son fundamentales e inmediatas; y es paradójico que al mejorar el nivel tecnológico y las comunicaciones solo exista una fuente como distribuidora de cine, las grandes cadenas en las regiones entregan un servicio al consumidor único y sin variedad, olvidando que el cine no sólo es diversión y entretenimiento si no que es el reflejo de las sociedades, de sus valores y de sus sueños… y eso el cine comercial made in Hollywood no lo entrega. Es necesario por lo tanto crear instancias nuevas como festivales de cine y ciclos itinerantes con una programación anual que satisfaga esta  demanda; es bastante lamentable que siendo vecinos no tengamos idea de documentales y largometrajes que se hacen continuamente en toda Sudamérica. De lo contrario, tendríamos una conciencia sublime de nuestros pueblos, una conciencia solidaria y de conocimiento cultural amplio, entendiendo que la identidad de nuestros pueblos es una sola  “única y diversa”.

El ostracismo cultural solo nos lleva al egoísmo, creciente entre hermanos que al final solo nos lleva a la decadencia. Es muy importante entonces formar audiencias nuevas, frescas, llenas de jóvenes dispuestos a ver, escuchar y opinar: de seguro algunos de ellos serán los próximos en crear su propios puntos de vistas y serán los que diseñen y rescaten nuestro patrimonio intangible,  plasmando nuestras historias, logrando en sus obras audiovisuales que permanezcan en el tiempo para las nuevas generaciones y no cometer el absurdo de nuestra época de caer siempre en el olvido y  perder nuestra identidad. Es muy importante que el gobierno, tanto local como central, apoyen sin dudar al  reflotamiento en cada una de las regiones de la producción audiovisual regional; no solo por medio de los fondos concursables, si no que con  cuotas fijas de financiamiento a buenos proyectos que se entreguen en cada región  y que además se busque decididamente apoyar a la capacitación de los realizadores regionales tanto urbanos como rurales, buscar el mejoramiento en la calidad de sus obras tanto en la realización y producción, crear una simbiosis entre canales regionales y realizadores regionales, buscando un mutuo desarrollo y una instancia de mutua conveniencia.

Un último punto, es el motivar a la internacionalización de producciones de un valor audiovisual  regional como una forma de atraer a capitales externos para la inversión en las regiones, fomentando el desarrollo del polo audiovisual y del turismo cultural.

Sin duda el tema es extenso, y cada Región tiene sus propias necesidades de desarrollo en lo audiovisual, pero no nos alejamos mucho de las dificultades del resto de Latinoamérica: la realidad de países como Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, etc. es muy parecida a la de nuestras regiones; es importante por la misma razón crear redes de mutua colaboración, tanto entre las regiones de Chile como entre estas y los países vecinos, y que no sea necesario del gobierno central para lograrlo. Más adelante entraré en cada uno de estos temas expuestos, que de seguro serán de especial interés para los audiovisualistas que viven a lo largo del país.

 Por José Miranda.