Crítica de cine: “El lado bueno de las cosas”

el lado bueno de las cosasLos peligros (y deleites) de mirar el vaso medio lleno.

La vida de Pat Solatano Junior (Bradley Cooper) es un completo desastre tras el violento incidente que le hizo perder su casa, su trabajo y a su esposa Nikki, quien obtuvo una orden de alejamiento e hizo que lo internaran en una institución mental. Tras ocho meses, Pat regresa a la casa de sus padres, Dolores (Jacki Weaver) y Pat Senior (Robert De Niro), quienes lo único que quieren es que se tranquilice y deje las cosas como están. Sin embargo, Pat está decidido a rehacer su vida con una autoimpuesta y forzada actitud positiva cuya meta es reconstruir su fallido matrimonio. En su afán de volver a ser un ente sociable, asiste a una cena de amigos en donde conoce a Tiffany (Jeniffer Lawrence) una joven viuda con una mente tan perturbada como la de él. Ya que Tiffany conoce a Nikki, Pat intenta usarla como nexo para su forzada reconciliación. Sin embargo, Tiffany no se la hará tan fácil y, cuando las situaciones se vuelven extremas, le ofrece un trato: ayudarle a cambio de un pequeño sacrificio de su parte. Un acuerdo que traerá caóticas e insospechadas consecuencias.

“Playbook” vendría a ser un manual en el que se planean acciones a seguir. “Silver lining” es una expresión anglosajona, un sustantivo figurativo que expresa el concepto de “hecho rescatable”. Literalmente quiere decir algo así como “cubierta plateada” y viene de la expresión “every cloud has a silver lining” (cada nube tiene su cubierta de plata) metáfora que expresa que cada situación negativa tiene un lado bueno. De ahí que la traducción al castellano del título de esta película, por extraño que parezca, pudo en este caso haber sido la más acertada.

Esta historia habla ingeniosamente de qué es lo que ocurre después que uno ya ha tocado fondo y nada puede salir peor. Las opciones son muchas y aunque nos hagan recaer, nunca lo harán con la misma brutalidad. Otras nos pueden llevar a alturas insospechadas, pero sea como fuere, de todo queda un buen aprendizaje y una gran verdad que ya antes lo había descubierto un sabio de Liverpool: “La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes”.

La novela homónima de Mathew Quick fue la base para el guión de David O. Russell, cuya exitosa filmografía incluye la realización de “Tres reyes” (1999) y la multipremiada “El vencedor” (2010). El resultado es una perspicaz e inteligente “dramedia” romántica que cruza elementos en varios niveles con el sólo propósito de hacernos reír mediante la identificación.

El determinar los momentos en que el drama cruza hacia la hilaridad se vuelve un reto placentero pues va más allá de un ejercicio racional. El personaje de Pat es tan atemorizante, pero las situaciones que le rodean son tan ridículas, que evidentemente es imposible reaccionar negativamente ante los gritos neuróticos que traspasan la pantalla. Es como cuando vivimos una situación terrible, la recordamos y después nos reímos de ella en una fiesta. Es como cuando Frank, el personaje que Steve Carell interpretó en “Pequeña miss Sunshine” (2006), corría detrás de una combi sin frenos pese a que unas semanas antes había tratado de quitarse la vida.

No es arbitraria esta comparación que hago entre “Pequeña miss Sunshine” y “El lado bueno de las cosas”. Ambas películas tienen muchos elementos en común. Ambas pertenecen a ese cine independiente norteamericano que es capaz de representar no buenas, sino grandes historias, con un reparto de lujo y con matices que reconstruyen realidades en base a personajes increíblemente bien escritos. En el caso de El lado bueno de las cosas, cada personaje definitivamente no está consciente de sus respectivos fallos, lo que los expone en toda su desnudez a nosotros como espectadores voyeristas. Se apresuran, se contradicen y se equivocan, para luego enmendar sus errores de forma ingeniosa y lúdica.

La película funciona muy bien gracias al balance entre sus recursos narrativos y audiovisuales. Por ejemplo, la enfermedad mental de Pat es representada de forma interesante pues nos sitúa en el interior de sus temores y el elemento específico que lo gatilla, que en este caso es la canción de Stevie Wonder “My Cherie Amour”. Todos tenemos nuestra propia versión de esa canción, quizás no en forma de música, sino a través de un recuerdo, una imagen, un olor o sabor específico que hace que caigamos en una especie de interna crisis nerviosa.

Otro ejemplo es cómo el sentido de los espacios familiares o el sentido de diversión que el fanatismo por el deporte aportan de buena o mala manera en la vida cotidiana, no sólo es utilizado como construcción de ambientes, sino como piezas fundamentales en la trama de la película. Es posible que se perciban como momentos de divagación durante el desarrollo de la historia, pero estos se vuelven necesarios como un medio para conocer nuevas dimensiones de los personajes, como por ejemplo la ludopatía de Pat Senior, la promiscuidad de Tiffany o la locura de Danny (Chris Tucker), compañero de manicomnio de Pat quien influye de manera notable en el desarrollo de los acontecimientos.

La última vez que una película obtuvo todas las nominaciones al Oscar en sus categorías actorales fue en 1981 con la cinta Rojos, dirigida por Warren Beatty. El hecho no significa objetivamente una hazaña especial, pero si permite un subjetivo reconocimiento de un trabajo cohesionado y de una dirección de actores sólida. Este año, Robert De Niro se camufla en su personaje y en un momento dado sólo vemos a Pat Senior. Lo mismo pasa con Bradley Cooper, quien deja su imagen de galán o héroe de acción y brinda quizás su mejor interpretación a la fecha. De Weaver y Lawrence sólo se desprende experiencia, lo que resulta especialmente sorprendente de esta última, pues sólo tiene 23 años y esta es ya su segunda nominación.

El lado bueno de las cosas es un “sleeper hit” que ha construido su audiencia a punta de boca a boca, críticas positivas y premios internacionales. Es una historia que sorprende, emociona y la vuelve definitivamente una de las mejores películas del 2012.

“El lado bueno de las cosas”

(“Silver Linings Playbook”)

Dirección y guión: David O. Russell

Elenco: Bradley Cooper, Jennifer Lawrence, Robert de Niro, Jacki Weaver, Chris Tucker, Julia Stiles

EEUU, 2012, 122 minutos, todo espectador.

Por Hugo Díaz

En Twitter: @ElHugo

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1 Comment

  • Suena muy bien! Ahora a verla y a intentar conseguir la novela por encargo, que en Chile no la venden. Excelente crítica!

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