Crítica de cine: “Duro de matar, un buen día para morir”

Duro de Matar 5John McClane es sin duda el héroe yankee por excelencia, aquel que hasta los más detractores del cine de acción norteamericano adoran, pues sus frases son hilarantes y sus escapadas de la muerte son memorables. Un héroe que no se caracteriza por un intelecto superior, aunque es astuto, ni por sus recursos económicos, sino por su carisma y perseverancia. John McClane es el héroe de la clase media, un tipo que simplemente tiene la mala suerte de estar siempre en el lugar equivocado.

En esta oportunidad, McClane ve por televisión que su hijo Jack, con quien no ha hablado por un largo tiempo,  ha sido arrestado en Rusia, acusado de un asesinato de orden político. Con el fin de poder hablar con él, McClane se va Europa, y apenas llega, se encuentra con que Jack y un conocido  excriminal ruso han escapado en medio del juicio. A partir de ahí, la acción no se detendrá un minuto hasta el final de la película.

Los problemas de esta quinta parte de “Duro de matar” son básicamente dos: primero, este es el guión más básico y menos audaz de la saga. Aquí los autores del filme (director, productor, guionista) se fueron directamente por la acción, las balas y los puñetazos, dejando de lado una historia con más giros narrativos, como lo que sucedía en la tercera parte, en la cual el villano de turno era interpretado por el tremendo Jeremy Irons, quien desarrollaba su juego de “Simón manda” que finalmente era una distracción para llevar a cabo planes mucho más ambiciosos. Relacionado con esto, está la segunda falencia de “Duro de matar 5”: falta un antagonista con mayor peso. Aquí, el conflicto se enfoca en la relación entre padre e hijo McClane, y a cambio los vilanos de turno no brillan, son más bien simples en sus motivaciones, a pesar de que en un momento la película promete un conflicto internacional y hasta el despliegue de enormes recursos, pues uno de los enemigos de los McClane es el probable próximo presidente de Rusia.

No pasa desapercibido entonces, que en esta película los productores se la jugaron por actores menos conocidos, a diferencia de la participación de Samuel L Jackson, Timothy Olyphant, Maggi Q o el mismo Irons en las películas anteriores. Esta vez Bruce Willis está acompañado por un grupo de actores que resultarán desconocidos para el respetable. Quizás (sólo quizás) un actor más reconocido habría exigido un personaje más interesante.

Ahora, para ser justos, y aunque efectivamente esta no es la mejor película de la saga, lo cierto es que el personaje de McClane sigue siendo atractivo, sus frases, aunque repetidas, siguen siendo graciosas, y las secuencias de acción continúan estando a la altura de lo que los amantes de la adrenalina buscan en una cinta como esta.  Sólo es de esperar que esta no sea la última “Duro de matar”, para que la próxima sea realmente memorable, y le dé el final que corresponde a una de las series más exitosas del cine de acción.

(c) Por Juan Carlos Berner

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