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“Batman: The Return of The Dark Knight, Parte 1”, recién estrenada en DVD y Blu-ray

“Batman: The Return of The Dark Knight, Parte 1”, recién estrenada en DVD y Blu-ray

Frank Miller es probablemente el autor de comics que mejor ha sido tratado en las adaptaciones  cinematográficas, totalmente opuesto a Alan Moore, cuyas creaciones han sido prostituidas y maltratadas hasta decir basta (“V de Vendetta”, “Watchmen”, “From Hell”, “Constantine”). De las novelas gráficas de Miller, podemos decir que son las únicas que han sido adaptadas de manera absolutamente fiel, en la historia y hasta en lo visual. En la pantalla grande tenemos a “Sin City” y “300”, dos ejemplos de cómo se lleva la estética del comic al cine. En el terrenos de la animación, tenemos “Batman Año Uno”, y la más reciente, “Batman: The Return of The Dark Knight, Parte 1”, estrenada hace pocos días, y cuya segunda parte se espera para el 2013. Ambos comics de la época en que Frank Miller todavía podía producir material de calidad, ya que lo que ha hecho últimamente es una basura tóxica que todo ser humano debería evitar.  La razón de que esta película tenga esta división en dos partes fue precisamente para no tener que resumirla ni cortarla y sacar adelante un producto audiovisual idéntico al cómic, de esta buena época de Miller. Demasiado idéntico, para algunos.  Y el resultado, si bien es de una calidad indiscutible, deja bastante claro por qué Frank Miller es de derecha y Alan Moore de izquierda.

Para serles franco, cuando leí este comic en mi adolescencia,  me pareció muy bueno, pero el tiempo y la amargada vejez me han hecho mirar la historia de nuevo, con lentes más críticos. La historia nació en una época clave del género de superhéroes, en la que se estaba reinventando, gracias a la historia “Watchmen” de Alan Moore, que dejaba de ver al superhéroe como algo infantil y ridículo, para verlo como algo oscuro, adulto y profundo. Como consecuencia de esta nueva mirada, surgieron un montón de historias superheroicas supuestamente adultas, con personajes psicológicamente trastornados, toneladas de violencia extrema y temáticas más adultas como drogas, prostitución, homosexualidad y política. Habían llegado los noventa, y con ellos, un ejército de antihéroes, ultra musculosos, armados hasta los dientes y con pésima actitud. La sociedad norteamericana al desnudo. En palabras de otro clásico autor de la época, Grant Morrison en su famoso Animal Man: “Uno de esos personajes horribles con una pistola en cada mano y demasiada testosterona.” El hecho es que los antihéroes estaban de moda, Lobo, Venom, Wolverine, tipos que no tenían los anticuados códigos morales de Superman o Spiderman, que no dudaban en matar a la escoria criminal en un evidente acto de fascismo y tolerancia cero extremos, tan propios de la cultura gringa. Alan Moore en más de una ocasión se sintió decepcionado del curso que habían tomado los acontecimientos, dijo que los autores habían tomado solo los aspectos superficiales de su obra, los aspectos adultos más simples, la violencia extrema, lo sórdido, pero no se habían molestado en construir buenos personajes o escribir historias de calidad.

“Batman: The Return Of the Dark Knight” nació durante esa época, inspirándose en la temática de Watchmen, que retrata a unos héroes durante su vejez. El Cómic de Miller nos muestra a un Batman avejentado y retirado, que vuelve a vestir su capucha y capa por última vez para limpiar nuevamente la ciudad de Gotham. Cómic y película son esencialmente idénticos, pero la reciente adaptación ofrece algunos atractivos guiños, como la referencia a los comics más representativos de esa época de finales de los ochenta y principios de los noventa, en una escena donde el comisionado Jim Gordon está en una tienda, y los comics que ahí se venden son Sandman, de Neil Gaiman, V de Vendetta, Watchmen y Swamp Thing de Alan Moore. Pero viendo la historia con ojos más adultos, me fue más fácil advertir los subtextos derechistas insertos, que acá se encuentran acentuados.

Cuando Batman vuelve para darles duro a la escoria criminal por enésima vez, se establecen posturas a favor y en contra de su pronunciamiento. Hasta acá todo bien, pero los detractores son ridiculizados constantemente, mostrados como unos hippies inútiles, cobardes e hipócritas. Durante la película, un entrevistado que señala que no está a favor de la violencia contra los criminales, asegura que él no vive en Ciudad Gotham, que por nada del mundo viviría así, lo que invalida su declaración automáticamente. Los padres de la nueva Robin, que se muestran en desacuerdo con que un policía como Gordon haya tenido que matar a un delincuente, en algún momento dicen “No recuerdo nada de esas época, estaba muy drogado”. Todo aquel que en la película  no quiera la mano dura como la solución, es ridiculizado y caricaturizado como un hippie blanducho, lo que recuerda bastante a las polémicas declaraciones de Frank Miller acerca de  la ocupación en Wall Street del año pasado:

Occupy no es otra cosa que una panda de gamberros, ladrones y violadores, una multitud ingobernable alimentadas por la nostalgia de Woodstock, la época de la falsa justicia podrida. Estos payasos no puede hacer nada, salvo dañar a Estados Unidos. Esto no es una protesta popular, es basura y Dios sabe que están arrojando la basura (Tanto política como físicamente) en todas las direcciones que puedan encontrar. En nombre de la decencia vuelvan a casa con sus padres. Perdedores, volved a los sótanos de vuestras madres a jugar al Lords of Warcraft. O mejor aún, alistaos en algo de verdad. Quizá nuestro Ejército pueda poneos en forma.”

Batman: The Return of The Dark Knight tiene bastante de esta mala leche ultra nacionalista del autor. También 300 y Sin City tienen esto, personajes ultra machos que no caen nunca a pesar de que los cosen a balazos, mostrando una visión bastante redneck de la masculinidad, tan popular en esa época noventera de los comics norteamericanos, en la que había como cuatro antihéroes por metro cuadrado, cada uno intentando tensar más los músculos y apretar más los dientes que el de al lado. Pero eso no es lo malo de esta historia. No. Lo malo es la visión de Batman que muestra, bastante opuesta a la mostrada en la anterior adaptación: Batman Año Uno, con un Batman primerizo intentando descubrir de qué forma podría aportar su granito de arena.

El personaje de Batman se hizo popular en la era de Superman por ser un detective, por usar más el cerebro que los puños, y acá es todo lo contrario. El enmascarado toma decisiones apresuradas, es impulsivo y violento, y pasa más tiempo repartiendo manotazos que pensando. Incluso los antagonistas a los que acá se enfrenta son masas de músculos irracionales y prepotentes, a los que derrota de una manera en la que el Increíble Hulk parece un doctor en Literatura Isabelina.

Si bien no quiero criticar a Frank Miller por su postura política, pues me parece una buena idea narrar una historia en donde una ciudad agobiada por la delincuencia debe recurrir al fascismo policial como un recurso desesperado, la manera de contar la historia no le hace justicia a un personaje que se destacó siempre más por resolver crímenes con la sesera que con los golpes.

Como toda obra de Frank Miller, esta es una oda a la violencia extrema, lo cual tomó Alan Moore como punto de partida para expresar su opinión respecto a las desafortunadas declaraciones de este sobre la ocupación en Wall Street: “Creo que el Occupy movement es, en cierto sentido, la opinión pública exigiendo ser ella misma quien decida qué es demasiado grande para quebrar. Es un grito de indignación moral plenamente justificado que además parece estar conduciéndose de una manera muy inteligente, sin violencia, que probablemente sea otra de las razones por las que Frank Miller esté menos satisfecho con el movimiento. Estoy seguro de que si hubiera sido un grupo de jóvenes, sociópatas vigilantes con maquillaje de Batman en sus rostros, estaría más a su favor.” Estas fueron las palabras del autor que, opuestamente a Frank Miller, ha usado al género de superhéroes como vehículo para la crítica social en obras como V de Vendetta y Watchmen.

Insisto, la historia, vista ahora desde la adultez amargada pero disfrutada de niño (Lo confieso abiertamente), no me molesta tanto por la temática o el subtexto político desarrollado, creo que en el género debe haber de todo. Lo que me deja un mal sabor es que Batman parece más un matón que un detective, e incluso su auto refleja esa visión del personaje: Un tanque hiperbólicamente equipado, construido más para aplastar cosas que para desplazarse de un punto A a un punto B. Por este motivo, lo que podría arreglar la segunda parte es la aparición de Superman como la marioneta del Tío Sam, el antagonista que Batman debe derrotar. A ver cómo sale la cosa.

Por Felipe Tapia, el crítico con el que las madres asustan a sus hijos cuando se portan mal.

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