Crítica de cine: “Iglú”: desprendiéndose de la soledad

 Crítica de cine: “Iglú”: desprendiéndose de la soledad

Daniel (Diego Ruíz) es un joven desolado por la muerte de su madre y el abandono de Marco (Alejandro Goic), su ex-pareja quien también fuera su profesor de arquitectura. En pleno infierno personal, solicita la ayuda de Paula (Alessandra Guerzoni) una vecina terapeuta quien recíprocamente pareciera necesitar la compañía de Daniel con la misma intensidad. Estos oscuros episodios de aislamiento y redención son vistos en perspectiva, gracias a los dibujos de un ya recuperado Daniel, quien los oculta en su escritorio de una agencia de publicidad. En este lugar Camila (Camila Hirane), una compañera de trabajo, intentará acercarse a Daniel, quien deberá decidir si accede a explorar una nueva vida y dejar su aislamiento definitivamente en el pasado.

Opera prima del joven actor Diego Ruíz, “Iglú” está basada en la obra de teatro “Correr con Fuego” (Feuerlaufen) de Ulrike Freising, de la cual Ruíz y Guerzoni trabajaron en una puesta en escena.

Ruíz decidió adaptar el texto a un guión cinematográfico y a falta de un director, optó por hacerse cargo del proyecto. Con la ayuda de Shawn Garry, director de “Desierto Sur” (2008), inicia la preproducción en 2011. Al año siguiente comienzan las grabaciones no exentas de tribulaciones de carácter logístico. Sin embargo, el resultado terminó siendo una muy interesante película que destaca por una cinematografía de alta calidad pese a su bajísimo presupuesto.

Diego Ruíz, su novel director, es un actor conocido por sus recientes trabajos televisivos y cinematográficos destacando su participación en “Navidad” de Sebastian Lelio. Gracias a “Iglú” Ruíz obtuvo el premio especial al “Talento Emergente” de la 31ra versión del Festival Internacional de Cine OutFest, en Los Angeles, Estados Unidos.

Hay varias cosas destacables de esta producción y muchas de ellas se relacionan con el tratamiento y “cariño” que pareciera provenir del material original y que trasciende la pantalla, lo cual es algo inusual. Su fotografía es sencilla, pero efectiva, trasladando eficazmente una visión teatral a un producto digno de una sala de cine. La música y en especial el arte sorprenden también de forma positiva, transmitiendo en ambientación contrapuntos de personajes desde el caos al control, o exteriorizaciones del mundo interno, como los dibujos de Daniel o, en un ejemplo más específico, una coreografía onírica junto a algo tan prosaico como cruzar la calle.

Aunque el guión de la película construye una historia inquietante y llamativa, es quizás el aspecto del cual se percibe cierto desnivel. La trama es a veces críptica y a veces accesible. Existen secuencias descriptivas, pero otras que exigen un nivel de interpretación por parte del espectador, trabajo que a veces puede llevar a conclusiones equivocadas. Esta derivación es en parte atractiva y en parte distractora, lo que termina siendo una irregularidad que arriesga el punto de vista de la realización. Sin embargo, el trabajo de montaje contribuye a que esta confusión se disipe como un ripio insustancial y permite que uno se quede con la esencia, simpleza y sobriedad de la historia. Una historia de soledad, desamor y también de reencuentro (aunque sea con uno mismo) que no encasilla a sus personajes y los expande, no sólo en cuanto a su sexualidad, sino también emocionalidad.

Las actuaciones son de primerísimo nivel y eso quizás se deba en parte a la naturaleza del trabajo del director, pues se nota en pantalla cuando el realizador sabe de lo que habla y es capaz de transmitírselo a sus actores.

“Iglu” llega en escasas copias tras su paso por la última versión de Sanfic. Por ello, es importante destacar el aire fresco que trae no sólo a la cartelera de estrenos, sino también a la cinematografía nacional.

 ©Hugo Díaz

Iglú

Dirección: Diego Ruíz

Guión: Shawn Garry, Diego Ruíz

Reparto: Diego Ruíz, Alessandra Guerzoni, Camila Hirane, Alejandro Goic.

Chile, 2013, 85 minutos, mayores de 14 años.

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