Crítica de cine: “Colonia”

 Crítica de cine: “Colonia”

Se dice que en la literatura y el arte en general existe un “pacto de verosimilitud” en el que el destinatario de la obra hace ciertas concesiones y renuncia a la lógica y sentido común en pos de una coherencia interna. Por ejemplo, no tiene sentido que veas “Flash” pensando que a esa velocidad una persona se desintegraría. Y aunque se hacen muchos chistes al respecto, nadie va a dejar de ver “Superman” porque nadie reconoce a Clark Kent con los lentes o “StarWars” porque las naves suenan en el espacio. Podemos aceptar lo falso, lo fantástico, lo maravilloso, pero no lo inverosímil. En “Colonia”, película dirigida por Florian Gallenberger, cuesta hacerlo.

Narrativamente la película está muy bien lograda, y la tensión que genera recuerda a ratos a “Argo”. Y todo eso pese a los infumables quince primeros minutos en los que en lugar de película parecía una escena de comercial de pasta de dientes o un video clip de Bon Jovi, con una pareja idílica y bastante plana (Emma Watson y Daniel Brühl, el de “Los Edukadores”) jugando en su departamento. Luego de eso hay un giro abrupto y comienzan a encadenarse un hecho tras otro, en los que nos resumen, a modo express y similar a las letritas que corren en “StarWars”, el Golpe Militar y el asesinato de dirigentes sociales en el Estadio Nacional. Molestaría si fuese una película sobre eso (Que se han hecho por kilos) pero como la historia es sobre otra cosa, no molesta. Sí, pudieron haberse afinado un poquito y entregar antecedentes más precisos, porque esto supuestamente lo verá alguien que no está al tanto de la realidad política e histórica de Chile. A mí me da lo mismo, pero me puse en el caso de un gringo u otra nacionalidad, y sería similar a que yo viese una película ambientada en los orfanatos de la Dictadura de Franco y no se me explicaran los detalles más generales. Otra cosa que noté pero que no es tan importante y se entiende, es que muchos de los militares o personajes chilenos aprendieron castellano en la Escuela de Gus Fring.

Para no entregar spoilers, cuento corto: ambos protagonistas van a parar a Colonia Dignidad en circunstancias bastante cuestionables en el caso de Lina (Emma Watson), quien parece haber llenado una solicitud de ingreso. A partir de entonces la película mostrará, de manera algo caricaturesca y cliché, la sordidez de un pueblito apartado del resto del mundo, con un guía espiritual abusador, una monja sádica, esbirros pusilánimes y manipulados, y una protagonista realizando una labor de espionaje. El problema con la película no es la narrativa ni la historia, que están ambas muy bien, sino la identidad. Por supuesto que acá entra el pacto de verosimilitud del que les hablé al principio. Uno sabe que la película es la visión externa de lo que pasó en Chile en ese sector en específico, pero a ratos me dio la impresión de estar viendo una película ambientada en otro lado. Se me olvidó más de una vez que Emma Watson y Daniel Brühl estaban en Chile. Podrían haber estado en el pueblito de “Los Chicos del Maíz” o “Dogville”. El hecho de que Paul Schaefer sea tan caricaturesco no ayuda en mucho a retratar a un personaje que sabemos era turbio y sádico, pero en esta ocasión es el arquetipo del tirano promedio. Los aldeanos sometidos parecen rednecks: fanáticos, machistas, ignorantes y fácilmente manipulables con moral y religión. Al final Paul Schaefer es una versión tuneada del oso Lotso en el jardín infantil. De hecho, “Toy Story 3” desarrolla mejor el mismo arquetipo, y el oso digital es un actor más creíble que Michael Nyqvist.

Lo otro de lo que cojea la película es que se torna poco creíble en cuanto a las estrategias que usan los dos protagonistas para sobrevivir. Pareciera como si hubiéramos retornado a la época en la que los villanos eran imbéciles integrales. La pareja parece que logra salir de problemas más por la incompetencia de los malos que por su propia habilidad. Se torna molesto que en cada momento en que están a punto de pillarlos o hacerles daño, algo pasa y la suerte les concede un poco más de tiempo, y eso vuelve a la historia poco creíble. Vale, usar ese recurso una vez pasa. Usarlo dos, es extraño. Pero cuando se abusa del recurso como en esta película, cuesta creer que los dirigentes de Colonia Dignidad hubiesen tenido la capacidad intelectual para construir semejante oasis de represión y abuso. Es decir, sabemos que los militares no eran precisamente ganadores del Nobel, pero Paul Schaefer y sus secuaces parecen Skeletor, Hombre Bestia y Evilyn, paradigma ochentero del villano tan tarado que acaba siendo su propio antagonista.

A lo largo de la historia hay cantidades industriales de Deus Ex Machina: Pasadizos secretos que surgen en los momentos más convenientes,  personajes que revelan información crucial al segundo de conocerse, y que se sepa justo el centro de reclusión al que irán los presos políticos, claro, ayuda a la trama, no a la verosimilitud.

Algunos aspectos quedaron fuera y habría sido mejor omitirlos en lugar de sugerirlos, como la pederastia. Yo como chileno nada más veo un niño en Colonia Dignidad capto al tiro que Paul Schaefer abusa de él, pero alguien de otro país quizá no lo capte tan rápidamente. Pero incluso en mi caso, cuestiono la utilidad de esa escena si no se va a hacer nada más con ella más adelante, sobre todo si la denuncia no es la columna vertebral del argumento.

Aunque en defensa de la cinta, puede que el problema no sea esta sino yo mismo. Es muy probable que haya visto la película esperando encontrar una denuncia a los atropellos a los derechos humanos cometidos en Colonia Dignidad, y me encontré con una película de espionaje y escape, bien a la usanza gringa. Tal vez eso es lo que se buscaba hacer, aunque en este género el protagonista suele tener algún tipo de habilidad, que acá no aparece por ningún lado.

A pesar de sus falencias (Que no son pocas, como habrán visto), “Colonia” sigue siendo una crítica certera, aunque efectista,  contra un evento bastante siniestro de nuestra historia, y que siempre fue más visibilizado internacionalmente que acá mismo, lo cual no deja de ser un punto a favor para esta película. Es emocionante pese a lo predecible, y la historia es atrapante, pese a que las inconsistencias insisten en interrumpirla a cada rato. Pero como dije antes, no espere una película de denuncia política, sino más bien el clásico pueblito aislado tópico con sus habitantes tópicos dominado por el tirano tópico. Y no de las mejorcitas, hay que reconocerlo.

Por Felipe Tapia, un crítico bueno, bonito y barato.

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1 Comment

  • Morí, tenía expectativas más altas de la película. La veré de igual forma, pero tendré ese sin sabor de saber que se pudo hacer algo mejor con tanto material.
    Gracias por la crítica.

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