“Vivir al límite”: la guerra es una droga…
“Vivir al límite” fue la gran ganadora de la última edición de los premios Oscar, llevándose el premio a la mejor película y a la mejor dirección, galardón que por primera vez cae en manos de una mujer. “Vivir al límite” es una película intensa, ya que desde un comienzo uno se siente presenciando un documental, o un reality, muy de moda en estos tiempos, pero con la diferencia que los personajes no son seres sedientos de fama o personajes VIP un poco alicaídos con ganas de figurar.
El film nos incorpora de manera violenta en la vivencia de un equipo de personas donde a diferencia de un reality, su trabajo no está en un set de televisión prefabricado, si no en un lugar de catástrofe (la Guerra de Irak), cumpliendo la función, ni más ni menos, de desarmar bombas de los insurgentes.
La tensión se encuentra en todo momento, lo cual hace que el espectador viva la angustia y pueda sentir por un momento la sensación de ser parte de este trabajo. En este sentido podemos ver en el trascurso de toda la película, el lado humado de las personas que integran el equipo Bravo, quienes cuentan, al igual que las bombas que tratan de desarmar, con un tiempo limitado de cumplimiento de sus funciones. Muchos de los momentos del film, gracias a la excelente actuación de su protagonista (Jeremy Renner), reflejan las secuelas psicológicas que sufren los militares que deben partir a una guerra.
Estas secuelas se han estudiado hace bastante tiempo y existen descripciones de daños en soldados que participaron en la primera guerra mundial en 1914, y se menciona que un quinto de las personas que participaron de los enfrentamientos se vieron afectados psiquiátricamente. Tras la guerra de Vietnam, los especialistas de la Asociación Psiquiatrita Americana APA, incluyeron un trastorno tan conocido por nosotros tras el terremoto que vivimos recientemente: el trastorno de estrés postraumático, el cual se caracteriza por presentar una serie de síntomas, predominantemente de ansiedad, que puede ocurrir después de que uno ha observado o experimentado un hecho traumático que involucra una amenaza de lesión o de muerte.
Respecto al perfil del personaje principal, el Sargento William James, se muestra permanentemente como una persona dispuesta a arriesgar su vida, a no sentir el miedo en su vida cotidiana, y con dificultades importantes para seguir las reglas, con lo cual somete a los otros a los mismos riesgos. Esta descripción aparece en la literatura como una de las secuelas, denominada fatiga de combate, la cual consiste en una reacción permanente de estrés. Como principal manifestación, los soldados pierden el interés en las otras personas, son indisciplinados llegando a afectar el trabajo en equipo. Habría reticencia en las relaciones humanas y adormecimiento psíquico por la falta de motivación expresado en una pobre respuesta afectiva. Esto queda reflejado cuando el personaje principal nos hace vivir una incertidumbre constante por cada acción que realiza o el trata de integrase a su vida de civil, tras el termino de una de sus misiones.
En estos soldados, el placer es una emoción que se va trasladando cada vez más a momentos de mayor riesgo, ya las cosas cotidianas pierden su valor, tal como le ocurre a una persona que presenta una adicción a una droga. Las fuentes de placer se van movilizando únicamente a la presencia de lo que me provoca la sensación más fuerte, debido a que el umbral esta saturado y se pierde la sensación; es como estar anestesiado.
“Vivir al límite” es una película muy bien lograda desde la caracterización psicológica de los personajes. Muestra el intento de controlar la emocionalidad, de poder dejar de lado lo que siente, como son los miedos, rabias, horror, ansiedad, para luego vivir su vida cotidiana e intentar involucrarse emocionalmente con la vida en su país de manera casi esquizofrénica. En este sentido su guionista Mark Boal, quien cuenta con la experiencia de haber formado un equipo encargado del desarme de artefactos en Irak, junto a la directora Kathryn Bigelow reflejan al publico lo que significa estar inmerso en un desastre, en una situación de ruptura del funcionamiento normal de un sistema, comunidad o país.
Por Paz Díaz.
Referencias:
- Peña y cols. Tomás. La guerra como desastre. Sus consecuencias psicológicas. Rev Hum Med 2007, vol.7, n.3.
- Barcia D, Arab K. Algunas consecuencias psicológicas y psiquiátricas de la violencia de la guerra. Interpsiquis.
- Carvajal C. Trastorno por estrés postraumático: aspectos clínicos. Rev Chil Neuro-Psiquiat 2002; 40 (Suplemento 2): 20-34.