“Pablo Escobar: el patrón del mal”
“Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, señala un cartel antes de que comience el primer capítulo de “Escobar: el patrón del mal”. Luego se escucha la voz de Pablo Escobar, “a mí nunca en esta puta vida me van a coger”, al tiempo vemos un resumen de sus numerosos crímenes que incluyen el asesinato de un candidato presidencial y del director del diario El Espectador, entre otros muchos y sangrientos atentados. Finalmente en el cierre de la secuencia vemos al mismísimo Pablo Escobar cercado por la policía en el comienzo de la operación que acabó con su vida en 1993.
Así, esta exitosa serie colombiana que narra en extenso la vida del narcotraficante más poderoso de Latinoamérica, no demora más que una secuencia en dejar en claro su punto de vista, al menos a nivel de discurso. Se trata de una biografía, sí, pero también de un ajuste de cuentas con el mito público de Escobar. De reivindicar que a pesar de su poder y omnipresencia, finalmente cayó y la historia lo recordará como un feroz criminal. No es de extrañar que de entrada se borre toda ambigüedad, pues la productora general de la serie es sobrina de Luis Carlos Galán, uno de los políticos asesinados por Escobar.
Ya en pantalla, la serie basada en el libro “La Parábola de Pablo” de Alonso Salazar impresiona por su gran despliegue. La ficha técnica señala que en total contó con 1.300 actores y 450 locaciones, fue grabada ciento por ciento en exteriores con óptica de cine y se calcula que en total costó 24.000 millones de pesos colombianos, que para ser sinceros lucen bastante.
La serie arranca con la infancia de Escobar, mostrándonos un niño ingenioso, astuto y manipulador que robaba exámenes en el colegio y los vendía. Luego a un ambicioso y carismático joven que traficaba cigarrillos y robaba lápidas para sobrevivir. Vemos como en una reunión con sus amigos jura que si “en cinco años no tengo un millón de pesos en el bolsillo, me pego un tiro”. Con ese desafío en mente comienza a relacionarse con contrabandistas hasta que el “Padrino” lo recluta. De ahí en adelante solo le queda escalar en el crimen organizado, con un temple que genera respeto inmediato entre sus semejantes.
Con estos antecedentes no cuesta imaginar cómo el personaje se irá convirtiendo en el hombre que puso en jaque al gobierno colombiano y según la revista Forbes amasó una de las fortunas más grandes del mundo.
Los capítulos avanzan con un ritmo notable y la actuación de Andrés Parra como Pablo Escobar resulta brillante. Y aunque a nivel simbólico la serie dividió a Colombia y generó enormes debates, ya que muchos consideraron que se trataba de una apología del narcotráfico, llenando de glamour y opulencia la vida de los criminales, (además de lidiar con la presencia de personajes reales cuyas familias examinaban detalle a detalle lo que aparecía). Desde el punto de vista narrativo la serie funciona como reloj. El presupuesto y el talento acompañan un producto que se deja ver con gran interés y desde esa perspectiva es un acierto en la tevé nacional.
(c) Por Aldo Vidal