“La muerte de Pinochet”: comentario de cine

“La muerte de Pinochet” es el nuevo documental de la dupla Perut+Osnovikoff, cineastas con una larga trayectoria en este tipo de cine. Los realizadores cuentan que mientras grababan un trabajo anterior (“Noticias”), gran parte de este material fue realizado durante el día de la muerte de Pinochet. Al revisar las muchas horas de grabación, se dieron cuenta que el tiempo dedicado al funeral del general daba perfectamente para otra película, y así fue como decidieron hacer “La muerte de Pinochet”.

El filme recoge el punto de vista de 4 personas: una mujer dueña de un kiosko de flores y un hombre ya mayor, ambos fanáticos del general, un hombre de gran barba blanca opositor a Pinochet (el viejito pascuero), y un “curadito” que ese día pasó por el velatorio. En términos narrativos, del texto de las entrevistas, el documental es relativamente tradicional, y lo que hace es confirmar lo que vimos por ese entonces en los noticieros y de alguna manera seguimos viendo hoy en televisión: que hay muchas heridas aún abiertas entre los chilenos, heridas que nos separan y que lamentablemente pasará mucho tiempo aún para que este sea un país unido realmente. El filme refleja claramente dos bandos o visiones decididamente opuestas sobre el gobierno militar y sus consecuencias. Para algunos, Pinochet es un héroe y para otros un criminal. Y aquí se desarrolla una reflexión inicial: cómo una misma persona genera dos perspectivas tan opuestas respecto de su vida y obra, y que estas sigan siendo, aún años después, un factor de división social tan profundo, en un país tan pequeño.

En cuanto a la propuesta audiovisual eso sí, el documental es una apuesta muy novedosa, poco vista. Es decir, novedosa para quienes no ven mucho cine documental y en especial para quienes no conocen el trabajo previo de Perut+Osnovikoff. Lo que más destaca, son las entrevistas, realizadas en un estremecedor plano detalle. Es complejo para el espectador no habituado, no ver a la persona hablando, no ver su rostro ni sus gestos. En este caso, cada entrevista nos muestra la boca, los dientes y las encías de los entrevistados, incluso se ven las gotas de saliva que salen, algo que gracias a la tecnología HD puede ser incluso un poco chocante, más aún en una pantalla de cine.

Los realizadores han manifestado que buscan este tipo de planos para distanciarse del documental tradicional, de corte más periodístico, y lo logran absolutamente. Sin embargo también hay aquí una clara propuesta estética, que busca impactar al espectador, que intenta involucrarnos con el entrevistado hasta sus entrañas más profundas, que tal vez intenta reflejar sus heridas internas en sus cicatrices y defectos físicos. Una propuesta muy interesante, que ya es una marca registrada de esta pareja de realizadores nacionales. 

El montaje es también bastante atípico. Alejado de todo efectismo en cuanto a sus cortes, es bastante intenso en su narración. Se utilizan distintos ángulos de cámara mientras los protagonistas hablan, y rara vez (por no decir nunca) se les ve hablando en cámara, en un plano que les muestre el rostro. Tampoco sigue la lógica de mostrar aquello de lo que se está hablando, y se busca más bien unir planos que reflejan un proceso dialéctico y metafórico en algunos casos.

Una película muy recomendable, para ver con altura de miras, y que invita a reflexionar sobre lo que somos como país. Una reflexión que deberíamos hacer más a menudo.  

 Por Juan Carlos Berner.

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