House MD: Mal está lo que mal acaba
Y finalmente acabó. Reconozco que la vi hasta el final porque me lo propuse, porque House MD dio indicios evidentes de guateo ya en su séptima temporada. Y la octava fue de lo más prescindible. Por eso, antes de comentar el terrible último capítulo, vamos a hacer un repaso de lo que fue la serie.
Una brillante historia que narra las vivencias de un sarcástico y antisocial médico que junto a su equipo diagnostican enfermedades de extraños síntomas. Por supuesto, cada capítulo está sazonado con las peripecias de la vida personal de cada personaje, y complementada con sólidos análisis acerca de la extraña condición del fascinante animal humano. El amor, la política, la fidelidad, la religión, el altruismo, la serie no dejó títere con cabeza.
Durante las tres primeras temporadas, la serie se encargó de mostrarnos que aunque Gregory House es un pelotudo de cuidado, desagradable como él solo e intratable, esconde tras ese barniz de idiotez un corazón noble y complejo. Solo restaba esperar a que alguien lo rascara. Detrás de ese adicto y putero médico había un hombre que había amado, se había decepcionado, y valoraba su amistad con el oncólogo James Wilson.
Como es obvio y necesario en este tipo de personajes, conforme van avanzando las temporadas el protagonista va sufriendo evoluciones que lo salvan de convertirse en un personaje estático y monótono, sometiéndolo a un lento proceso de humanización. A muchos aficionados, lógicamente, algunos de estos cambios no les gustaron, quizá no les hacía gracia que el doctor se enamorara o dejara las drogas, porque para muchos esto te hace poco cool, y la esencia del personaje, mal que mal, era la irreverencia. La cosa es que en las temporadas cuatro y cinco nos muestran a un House distinto, que puede pedir perdón, que reconoce que se equivoca, que sufre por su padre muerto, pero por sobre todo, que no puede ocultar sus sentimientos por su jefa Lisa Cuddy, a la que atormenta con comentarios machistas y estrafalarias decisiones que ponen patas arriba al hospital unas tres veces por semana. Al final de la quinta temporada, House acude a la oficina de Wilson, totalmente vulnerable, suplicando para que lo ayuden a superar su adicción a los analgésicos, que le causan alucinaciones. Y sabríamos que la vida del doctor cambiaría para siempre. El capítulo doble ambientado en el siquiátrico fue el puntapié inicial de una premisa arriesgada y cautivante para con el personaje, en lugar de optar por lo más obvio y pomposo. Durante la sexta temporada, House acudiría voluntariamente al siquiatra, buscaría por primera vez la felicidad, intentaría conectarse con su humanidad perdida, se relacionaría con la gente de manera distinta a la agresividad y misantropía, se bajaría del pedestal moral y dejaría el Vicodin. La siguiente transformación luego de la rehabilitación sería el manejar su relación con Lisa Cuddy, en la controversial séptima temporada. Y ese, muchachos, sería el principio del fin.
En primer lugar, los capítulos eran cada vez más mediocres, repitiendo hasta el cansancio la fórmula del paciente con síntomas extraños, el inicial diagnóstico errado y la epifanía de House que salvaba el día al final. Las tramas secundarias eran cada vez más absurdas, y el constante ir y venir de los secundarios (Sobre todo el equipo de House) era demasiado notorio y con explicaciones de lo más ridículas. La tónica se había vuelto repetitiva, por ejemplo, siempre ponían un personaje femenino que hacía el contrapeso moral de House, todas copias baratas de Cameron (Masters, Adams), que constituían un estereotipo femenino que nos dice que todas las mujeres son dulces y aman los ponys. Ya fue malo que Cameron se haya ido y deje a Chase, pero la salida de Lisa Eldestein (Dr. Cuddy) le quitó la piedra angular de la serie y el motivo de evolución de House. En lo mejor de la relación amorosa, los guionistas de la serie se sacaron de la manga una estrafalaria manera de explicar la partida de la curvilínea jefa, que incluían la vuelta a las drogas por parte del protagonista (Sin motivo aparente) y un exabrupto automovilístico de House que le costaba su libertad civil. Durante esta temporada el personaje retrocedió todo lo evolucionado, volviendo a un insípido punto de partida, sin motivos para seguir, y tornándose una caricatura de sí mismo, que hacía estupideces porque sí, exhibiendo un hedonismo facilón y cargante que le quitaba todo el peso y profundidad al personaje, convirtiéndolo en un payaso desagradable. House pasó de ser un tipo antisocial a alguien obsesionado con la vida de los demás, preocupado todo el tiempo con lo que le pasaba a sus colegas y subordinados, reemplazando la misantropía por banalidad, el sarcasmo por superficialidad. Lo mejor hubiese sido terminar la serie en la séptima temporada, con un final feliz y digno en lugar de estirar el chicle. No sé si lamentar la octava temporada o alegrarme porque no hicieron una novena y décima. Porque podrían haberla hecho, toco madera.
Ya sin Lisa Cuddy en el reparto, la cosa iba de mal en peor. Ahora Foreman era el jefe, y el papel le quedó inconmensurablemente grande. Sus apariciones eran inútiles y poco creíbles, si Cuddy cedía ante las extravagancias de House porque reconocía su talento, pero al mismo tiempo era su cable a tierra; Foreman era un inútil incapaz sin ningún control sobre el conflictivo médico, asomándose de tanto en tanto a las oficinas para verificar si el equipo de House no había incendiado el hospital o no había electrocutado al gato. Las historias, otrora repletas de profundas reflexiones sobre la humanidad, ahora eran cada vez más absurdas y estúpidas, con menos lógica que las últimas temporadas de Los Simpsons, como por ejemplo, cuando House deduce que Park tiene sueños eróticos con Chase solo porque esta lo miraba nerviosamente. Está bien que Gregory sea una versión médica de Sherlock Holmes, está bien que sea inteligente, pero ¿Eso? Fue musho, creo yo. Un poco de coherencia en los argumentos no es mucho pedir ¿O no?
Atención: si no has visto los últimos episodios de House, no sigas leyendo.
Cuando la octava temporada está llegando a su merecido fin, comienzan a darnos pistas acerca de cómo terminará. Nos muestran un equipo del Departamento de Diagnóstico cada vez más autónomo y menos dependiente de House, a un Chase capaz de resolver los casos sin ayuda de su jefe, cada secundario siguiendo su propio camino, y a Wilson con el más dramático e irónico de los desenlaces: padece cáncer terminal. Debo confesar que estos capítulos fueron memorables, dentro de todo. Tuvimos la oportunidad de ver a un Wilson torturado, incapaz de asumir una condición con la que estaba plenamente familiarizado, y a un Gregory House empático, jugado por su mejor amigo, y que no ocultaba su preocupación y dependencia por otro ser humano. Pero la embarraron al final.
Insisto, No siga leyendo si no le gustan los spoilers.
En contraposición al drama humano de Wilson, House es condenado por una estúpida broma digna de un escolar y bastante propia de él en las últimas temporadas, donde es mostrado como un niño tarado en lugar de excéntrico genial que fue en las primeras temporadas. House irá nuevamente a prisión por inundar el baño del hospital, por lo que no podrá acompañar a su amigo más querido en sus últimos meses. Y así comienza el último y olvidable capítulo de la serie.
¿Dije capítulo? Debería haber dicho muestrario. Nos muestran a un desfile de personajes olvidados de la serie, muertos o retirados, que se manifiestan como el subconsciente de un presuntamente suicida House: Kutner, Amber, Stacey, Cameron, cuya relevancia es la misma de los bichos de un insectario. Podrían haber reemplazado a cada personaje por Obi Wan Kenobi y ni se habría notado. Luego, en otra escena, aparecen los personajes restantes, que no alcanzaron a salir o no merecían estar en los delirios del doctor: Foreman, Park, Adams, Trece, Chase, Masters, Taub, Wilson, y nuevamente Stacey y Cameron (¿Y Cuddy?). La secuencia final es una boludez predecible y forzada, y no le hace justicia a los mejores momentos de la serie. Como final de la saga, fue menos impactante y profunda que los episodios finales de temporadas anteriores, y denota la prisa con la que acabaron la historia.
Es una lástima, ya que con el giro de la enfermedad terminal de Wilson y el papel que estaba tomando Chase, tenían suficientes ingredientes para un final no perfecto, pero memorable. Al tener de invitados a personajes antiguos pudieron transportarnos al pasado, a los mejores momentos de la serie, pero en lugar de eso nos aburrieron con una seguidilla de conversaciones repetidas y de cero importancia y relación con los personajes que aparecían. Y así fue como acabó todo. Con un intrascendente e insípido muestrario de personajes. Menos mal que no alargaron más la cosa y decidieron retirarse con parcial y deteriorada dignidad. Un aplauso por eso. Pero ni muy fuerte ni muy tendido.
©Por Felipe Tapia, el crítico mejor evaluado durante este gobierno
4 Comments
Comparto plenamente la crítica para quienes seguíamos de manera entusiasta cada temporada, sólo nos ha traído desilución los últimos capítulos que son el reflejo de cuando una serie alcanza tan nivel de magnitud que los guionistas no saben como terminarla al mismo nivel que siempre tuvo, me quedo con las primeras temporadas que es donde mejor queda plasmada la personalidad irónica y con exacerbado humor negro que son el sello característico de House.
Groupie del Sr. Tapia.
Muerte a House, me alegro mucho que este patético personaje abusador de la paciencia ajena llegue a su fin.
Ojalá hicieran una película con muchos personajes desquitandose mediante un bullying brutal al “listillo” doctor.
Chao, hasta nunca.
Next.
[…] “House MD“, T8: La alargada serie tuvo su final acartonado en su octava temporada. Menos mal, no daba […]
Me ha parecido bastante atinada tu valoración de esta serie. En efecto para el espectador nuevo, resultaba bastante interesante cada capítulo de Dr. House. Sin embargo pronto te dabas cuenta de lo repetitivo que eran los diagnósticos y que siempre, House terminaba por resolver. Sin embargo no coincido del todo con el hecho de decir que el final fue malo. Para mi fue malísimo.
No sé si de pronto los productores se aburrieron de lo noche a la mañana de la serie, o si el presupuesto se acabó o cuál fue la razón para terminar tan apresuradamente.
Lo cierto es que el resultado fue en lo personal, bastante decepcionante y patético.
Creo que hubiera preferido un final en el que Dr. House quedara de por vida recluido en un hospital psiquiátrico. En donde el nicodin lo hubiera dejado al final en estado vegetativo o algo así.
Pero bueno. Saludos