Felinos de África (African Cats): comentario de cine
Mara es una joven leona de seis meses que vive junto a su madre Layla y la manada del río, bajo el mando del león Fang, Todos deben estar atentos a la constante amenaza de la manada del norte, quienes comandados por el león Kali y sus dos hijos buscan la primera oportunidad de cruzar el río que los divide y así dominar la región. Si bien Layla es una experimentada cazadora, está en problemas, ya que varias heridas la han debilitado para defender tanto a su joven cría como al resto de la manada ante el inminente peligro.
En medio del conflicto de los clanes, vive Sita, una hermosa valiente y solitaria guepardo (o Chita) que acaba de parir a cinco cachorritos. No sólo la amenaza de los leones, sus enemigos naturales, deben alertarla, sino también la presencia de otras criaturas salvajes.
Lo que une a estas historias es el amor que ambas madres felinas (Layla y Sita) sienten por sus respectivas crías. Un sentimiento común que la naturaleza pone continuamente a prueba, muchas veces en forma trágica.
Felinos de África es la tercera producción que Disneynature estrena con motivo del día de la tierra, junto a La tierra (2009) y Océanos (2010), pero sin el marcado mensaje ecológico de esta última. Tal omisión no se debe a un desinterés de la producción, sino a la ausencia de un personaje antagónico clave si se quiere señalar un culpable del desequilibrio ecológico: el hombre. La incorporación del depredador bípedo hubiera mutado esta historia en otra película, una sin duda mucho más siniestra.
Y es que la historia se desarrolla en una sabana africana de cuento, como si El Rey León hubiera cobrado vida, en un mundo utópico, atemporal, en donde la presencia humana no existe ni es necesaria. Un acierto que nos permite entrar en un universo ajeno y sólidamente interpretado. Esto es posible debido al lugar donde se filmó la película, la reserva Masai Mara, al sudoeste de Kenia en el Valle del Rift, uno de los pocos lugares donde los felinos pueden coexistir en forma natural.
Obviamente, el antropomorfizar las relaciones que los animales tienen entre si y utilizarlo como recurso narrativo, contribuye a la rápida identificación del espectador. Quizás no hubiera sido necesario si consideramos que las imágenes pueden hablar por si solas: Una madre chita acicalando a sus crías es como una señora leyéndole un cuento a su niño.
Aún así, la factura Disney se hace notar y evidencia la tradición clásica, la búsqueda de la claridad conservadora y casi majadera. Reflejo de esto es la narración en off que guía al espectador paso a paso, poniendo sentimientos humanos donde quizás no los hay. En la versión en inglés la voz corresponde a Samuel L. Jackson (Pulp Fiction) la cual el doblaje español latino esconde.
El metraje de esta película puede ser un tanto excesivo y, en un punto, adormecer al espectador. Es un problema que se debe a la repetición, ya que los enfrentamientos son varios y todos de vida o muerte. Aún así, el tratamiento audiovisual es muy bueno y va a la par con la potente historia, de gran coherencia interna, y cuyas secuencias suceden como si se tratase de una pieza narrativa de ficción y no del documental de vida salvaje que realmente es, resultado de un rodaje donde la pericia técnica fue clave y la paciencia, vital. La fotografía en cámara lenta nos permite ver maravillas, como la increíble velocidad de Sita o la valentía de Fang ante los cocodrilos. Un trabajo sólo posible gracias a la experiencia del equipo liderado por los directores Keith Scholey y Alastair Fothergill, ambos zoólogos y con un pasado común de colaboración para la BBC.
Felinos de África es un excelente panorama familiar, así como una buena ventana para darnos cuenta de que, para algunas especies, aún les es posible habitar lugares alejados de la amenaza del hombre, a quienes sólo se les está permitido intervenir poniendo un trípode y una cámara.
Dirección: Keith Scholey y Alastair Fothergill
Narración original: Samuel L. Jackson
Disneynature, EE.UU.
100 minutos, todo espectador
Por Hugo Díaz.
2 Comments
Ayer de noche fui a ver la pelicula con mi esposo e hijo la verdad la disfrutamos mucho mi hijo de 5 años cuatro meses la entendio a la perfeccion y disfruto el documental tal como debia hacerlo, me parece un buen trabajo para que lo disfruten en familia.
Desde que ví el documental La marcha de los Pinguinos que me llaman la atención todos los esfuerzos de los cineastas de dar a conocer el maravilloso comportamiento de los animales…Muchas veces, si no la mayoría, que nos enseñan pautas necesarias…La iré a ver, así como menciona Fatima, si su hijo de 5 años lo disfruto, creo que yo también…Saludos!!