Crítica de “Marcel: The Shell with Shoes on”

 Crítica de “Marcel: The Shell with Shoes on”

Si yo les dijera que actualmente cualquier papanatada puede volverse viral en estos días todos estarían de acuerdo conmigo. Y si agregara que incluso un caparazón con ojos y patas puede hacerlo, se reirían y hasta lo considerarían un meme. Bueno, es un poco la premisa del documental ficticio en stop motion Marcel: The Shell with Shoes on, dirigida por Dean Fleischer Camp que ganó un premio en los Globos de Oro como mejor película animada, además de estar nominada a los Oscar.

El documentalista Dean se muda a una casa y conoce a Marcel, una conchita de caracol que vive solo con su abuela, luego de que los anteriores habitantes humanos se llevaran consigo a todos sus familiares y amigos. Interesado por la historia y la carismática personalidad y perspectiva de la vida de Marcel, Dean decide grabar su vida, entrevistarlo y subirlo a las redes sociales, volviéndolo un fenómeno mediático que hace que muchas personas deseen conocerlo y ayudarlo en su cruzada para reunirlo con sus seres queridos. Básicamente, algo que todos sabemos que podría pasar en la vida real si las conchas hablaran, pues sabemos cómo suele reaccionar la ciudadanía frente a las narrativas que la era actual de la sobreexposición nos ha acostumbrado como algo natural.

El pseudo documental está lleno de reflexiones respecto a la condición humana, el temor a la soledad, el miedo al cambio, la disyuntiva entre enfrentar o evitar los conflictos, aceptar la muerte de seres queridos como parte de la vida; todo visto a través de los inocentes y puros ojos de Marcel, quien deberá asumir el hecho de que es un fenómeno mediático, con todo lo bueno y lo malo que lleva consigo. Por ejemplo, será asediado afuera de su casa por fanáticos que no están interesados por su tragedia, sino que solo buscan sacarse una selfie en la casa del bichito viral. También vemos cómo se desarrolla la amistad entre Marcel y Dean, quien también debe lidiar con los problemas típicos de ser un humano, al tiempo que debe explicárselo a su nuevo y diminuto confidente.

El filme hace gala de un maravilloso trabajo técnico no solo en la animación stop motion, sino todo lo concerniente a lo que sucede con el fenómeno mediático de internet, mostrando las cápsulas de video y volviendo muy creíble y verosímil cómo se va desarrollando el fenómeno en redes sociales. Visualmente es un espectáculo digno de verse, pese a que la mayoría de la acción transcurre en una casa, y tanto el jardín como el fondo de un velador se convierten en escenarios atractivos. 

Marcel: The Shell with shoes on es una historia conmovedora en su simpleza, aunque muchas veces las reflexiones insertas a lo largo de la trama pueden verse como pretenciosas o excesivamente filosóficas. Es claro que no es una animación pensada para todo el mundo y muchos podrán encontrarla lenta o que en ella no pasa nada, acostumbrados como estamos a la pirotecnia narrativa. Algo similar a lo que pasó con The Witch, cinta de terror que ganó muchos detractores que esperaban masacres y sustos cada diez segundos. No obstante, no quisiera caer en la pedantería de calificar a aquellas personas de tontas o que solo les gusta Marvel como suele pasar en el mundo del audiovisual, que es bastante odioso. En lo personal sí sentí lenta la historia en un par de veces, así que comprendería perfectamente a quienes no disfrutan de la experiencia y la entiendo como una película pensada no para todos, sin decir que a quienes nos gustó seamos una especie de elite refinada o algo así. Pero si van a verla, entiéndanla como una historia que se cocina a fuego lento, algo así como Better Call Saul. 

Eso sí, uno puede perderse entre tanto simbolismo y minimalismo, y es posible que uno pueda llegar a preguntarse si efectivamente la película es profunda o solo pretende serlo. 

De todos modos, si te gusta la animación, si te gustan los falsos documentales o buscas una historia sencilla, recomiendo echarle un vistazo a la vida de Marcel. No es la obra maestra que muchos dicen que es (bueno, es lo que su servidor cree, los gustos son bien subjetivos), pero definitivamente vale la pena la experiencia.

Por Felipe Tapia, el crítico que sobrevivirá a sus enemigos, aunque a estos les duela

Cine

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