Crítica de cine: “Miss Peregrine y los niños peculiares”

 Crítica de cine: “Miss Peregrine y los niños peculiares”

Si algo caracteriza a esta película es la constante evocación a otras historias similares. La abundancia de tópicos es tal, que a menos que seas el Capitán América justo después de estar congelado desde los años 40, es difícil encontrar atisbos de originalidad.

Jacob Peterman es el típico niño excesivamente normal, no tiene amigos ni ninguna característica en especial, e incluso es considerado retraído y raro. A sus padres les preocupa su afición a refugiarse en las fantasías y su carácter retraído. De hecho, la primera escena muestra prácticamente todos los clichés de las historias de colegio, con un Jacob siendo rechazado por una chica y humillado por los matones populares. Hasta Peter Parker sentiría vergüenza. Su abuelo alimenta su enajenación contándole relatos fantásticos de niños sobrenaturales. En este punto, reconocemos un concepto elemental en este tipo de historias: los adultos representan el aburrimiento, la normalidad, la mediocridad, versus la niñez que simboliza la ensoñación y la imaginación, cuyo destino es ir desapareciendo con la madurez. El padre de Jacob busca arrastrar a su hijo a este mundo, lo empuja a abandonar su mundo de fantasías para que sea más normal. Este concepto a estas alturas es un cliché nada sorprendente, que podemos encontrar en “El Principito”, “Las Crónicas de Narnia” o “Harry Potter”.

Pero la cosa no acaba ahí. Jacob descubre que su abuelo formó parte de una academia u hogar para niños con habilidades especiales que podrían ser calificadas como superpoderes:  super fuerza, fuego, invisibilidad, control de plantas, etc. Aquellos niños son rechazados por ser diferentes y en este lugar se les cuida y ayuda a vivir con sus poderes ¿Les suena conocido el concepto? ¡Por supuesto, manga de brutos! La historia huele por todos lados a X-Men, Umbrella Academy, Harry Potter y todas las huarifaifas de ese tipo. Los autores ni se arrugan para manosear nuevamente la idea del joven rechazado y temido por sus poderes, y ni intentan disimular la comparación con el nazismo a la hora de describir a quien quiere acabar con todo el que es distinto o anormal, como en cierto comic que no voy a mencionar pero que empieza con X y termina con Men.

Este tipo de tópicos o arquetipos a estas alturas funcionan solo si se les da un ángulo distinto o una vuelta de tuerca, pero acá no pasa eso: Está la mentora estricta pero amable, el protagonista inseguro pero con un gran potencial, el sabihondo, el malas pulgas que no puede ver al protagonista, etc. Los conflictos son los típicos que uno podría esperar de un grupo de niños que viven juntos, y no hay muchos elementos distintivos. Por supuesto que la estética y sello de Tim Burton están ahí, sobre todo en los malosos, pero a estas alturas esto no sorprende y tampoco se aprecia un esfuerzo creativo muy sustantivo, como con los villanos llamados “Huecos” (Sí, ríanse, tropa de básicos), que parecen un reciclaje de “El Extraño Mundo de Jack”.

Pero la forma no es lo único reciclado. El fondo de la historia puede resumirse a “No intentes vivir una vida normal ni te avergüences por ser distinto. Lo que te diferencia del resto te hace especial, e intentar adaptarte a la normalidad puede suprimir aquello que te hace único”. Nada nuevo bajo el sol y nuevamente el padre de Jacob es quien encarna la figura del adulto aburrido y espiritualmente muerto, que solo desea que su hijo se adapte y sea normal, y no siga los pasos de su abuelo. Ideas mil veces mejor desarrolladas en historias como “Las Aventuras del Barón Munchausen” e incluso otras mejores de Tim, como “Gran Pez”.

Otro gran problema son los villanos, sobre todo Barron, interpretado por Samuel L. Jackson. Este actúa todo el tiempo como si controlara la situación o viniera de vuelta, pero es siempre muy fácil de engañar o derrotar, y rara vez puede considerarse como una amenaza seria. Incluso los amenazadores Huecos y los secuaces de Barron son vencibles solo al volverlos visibles tirándoles nieve o pintura, y el esfuerzo en conjunto de los niños, incluso sin usar sus poderes, basta para contenerlos o incluso estorbarlos, por lo que cuesta mucho tomárselos en serio. Mucha bravata y amenaza sin cumplir, mucho ruido y pocas nueces, y hasta sus propósitos no parecen muy claros, porque buscan vivir eternamente cuando ya lo hacen, y quieren cambiar su forma a raíz de una cagada que ellos mismos se mandaron por estúpidos.

Finalmente, la película presenta varios errores en su consistencia narrativa, con muchos vacíos que pueden molestarle al sibarita de la narración, como por ejemplo, que el villano simula ser una psicóloga sin credenciales o antecedentes y pasa piola. También hay ciertas incongruencias finales debido a cambios en el tiempo: los niños viven en un bucle temporal, atrapados en 1943, pero al salir de este están en el 2016. Este concepto no está del todo claro y hay algunas inconsistencias en los cambios en el tiempo que esto causa.

En definitiva, “Miss Peregrine y los niños Peculiares” es una cinta más preocupada de la forma que del fondo, con personajes a los que se les habría podido sacar mejor partido en lugar de dejar tan planos y estereotipados. Recomendables para todos aquellos que disfruten la característica estética de Tim Burton, pero no si buscan una historia original o interesante.

Por Felipe Tapia, el crítico que se ve bien con la tenida que sea.

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1 Comment

  • La vi…. lenta y falta de novedad como FT bien lo comenta. Quizás con un poco más de acción de disfruta.

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