Crítica de cine: “Frankenweenie”
El “sello de aprobación Tim Burton”
Hace varias películas ya que se viene cuestionando la lógica de las obras de Tim Burton. Casi como una mala ironía, el sello oscuro y siniestro de su cine pasó a ser un modelo de repetición que aplicaron desde emos hasta góticos justificando su adhesión con la exaltación del pequeño y aproblemado outsider que una y otra vez se pone en pantalla. La marca se posicionó al punto de ser un reflejo para todo aquel semi-apartado de la sociedad que en algún momento vio sus gustos y sensaciones raras mostradas a nivel masivo, y que hoy ha construido prácticamente un género en sí mismo obligado por la conducta de las audiencias más que por las consecuencias de su filmografía.
La búsqueda estética que Burton capitalizó con “El extraño mundo de Jack” es el reflejo más puro de las inquietudes narrativas que lo han movido. Así, los cortos “Vincent” y “Frankenweenie” reciben un tratamiento estético parejo que no sólo se transmite en decorados y maquillajes sino en la utilización del cine como un todo comprendiendo sonido, fotografía, montaje y principalmente actuación. La complejidad de sus obras se vio reducida al momento de convertirse en la marca Burton donde películas como “Sombras Tenebrosas” y “Charly y la Fábrica de Chocolates” hacen hincapié en identificar la dirección de arte como un modo de reconocimiento del logo de esta marca y olvidándose del trabajo integral que lo llevó a consolidarse en un mundo que se olvidó de su peso como creador y más bien lo catapultó como un ícono a seguir.
Un cine que entregó identidad a quienes no la tenían llegó a carecer de identidad propia, o más bien a perderse en un mundo que terminó construyendo un Burton que no era tal y que gritando de desesperación ha tratado de re-descubrir quién es intentando repetir los trucos que hace tanto tiempo lo llevaron al sitial donde se encuentra pero que aún no se haya.
Victor, el protagonista de “Frankenweenie”, es Burton tratando de revivir algo que ya se fue, y que en la película es su amado perro. Tras la desoladora muerte de su fiel compañero, Victor logra revivirlo a través de la canalización de un relámpago. Así como el ejercicio de mirar álbumes antiguos o escarbar en los cajones de recuerdos, grandes imágenes se vienen a la mente pero que viven no de eso sino del presente de cada uno y de cómo nosotros lo recordamos.
“Frankenweenie” no es la parodia de sí mismo, ni el remake de un corto exitoso. Es el reencuentro con sus inquietudes y la expertiz de un cine depurado que olvida la técnica stop-motion para construir una película independiente que se percibe como tal. Una película que en términos técnicos es perfecta, no por el trabajo de la animación sino por cómo ella está puesta en función de la obra. Del mismo modo que “Ed Wood” y “El joven manos de tijeras” encuentran en su forma un reflejo de su fondo, “Frankenweenie” logra su objetivo al darle vida a personajes que en otro momento estuvieron muertos y que hoy reviven en una película consecuente que logra sostenerlos, y que a pesar de mostrarnos un Burton desesperado tratando de evocar los grandes momentos de su cine, entrega una película coherente que por sobre todas las cosas sabe quién es y quién no.
Más que un reencuentro consigo mismo, la obra de Tim Burton se entiende como un modo de hacer las paces con sus propios rasgos. Porque a diferencia de películas anteriores donde muchos de sus protagónicos terminaron ahogados en las pretensiones de su creador, hoy más que preguntar por sus personajes quizás la duda esté en si fue Burton quien logró sobrevivir a su propia obra.
©Por Ignacio H
http://youtu.be/5OcFzDDJzu8
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