Crítica de cine: “El Verano de los Peces Voladores”

De la directora Marcela Said, a quien conocemos por sus premiados documentales tales como “Opus Dei, una cruzada silenciosa” (2006), “I Love Pinochet” (2001) y “El Mocito” (2010) , “El Verano de los Peces Voladores” es su primera película de ficción, la cual tuvo su estreno internacional en  Cannes y ya ha cosechado algunos premios, entre los que destaca el tercer premio coral en la categoría Ópera Prima del Festival de Cine de La Habana. El filme ha sido categorizado como comedia negra por Jirafa, la productora que la distribuye, sin embargo, personalmente podría decir que congenia de manera más armoniosa con el cine costumbrista, dado el retrato de la sociedad que esboza la cinta.

El relato muestra a una acomodada clase alta chilena que vive su día a día centrada en sí misma, en su propio placer y beneficio, que ignora por completo lo que ocurre a su alrededor, lo que ocurre con las personas a su alrededor y que no son parte de su círculo. Tenemos una familia casi aristócrata, veraneando en su fundo en el sur de Chile, en donde el padre (Gregory Cohen) es un empresario preocupado únicamente por los negocios y que va por la vida como quien es dueño del mundo; una madre (María Izquierdo) frívola, alcohólica y menoscabada por su marido y una hija adolescente (Francisca Walker) que comienza a descubrir el mundo y a cuestionarse la conformación de su entorno. Con amigos (uno de ellos Bastián Bodenhöffer) igual de ignorantes y prepotentes que ellos, está familia se verá envuelta por el conflicto mapuche que transcurre en el sur, el cual es muy bien retratado en el guión por Marcela Said donde muestra cómo esta clase alta trata a los mapuche como si fueran personas de segunda categoría, sin ningún conocimiento y sin ningún derecho a defender lo que consideran su tierra ancestral.

A pesar de los impresionantes paisajes del lugar, donde resalta el bosque nativo, los caballos y una inmensa laguna, la tensión gobierna la historia y es que desde hace algunos años que una plaga de peces (carpas) domina las aguas y es por eso que Pancho Ovalle (Gregory Cohen) decide dinamitar el fondo del lago con la esperanza de acabar definitivamente con ellos. Pero esto no será más que una excusa, ya que la verdadera intención de este latifundista es mantener únicamente carpas triploides, condicionadas genéticamente para que no se puedan reproducir y así hacer negocio. Esto junto con hecho de haber cercado todo el fundo, hacen que Manena (Francisca Walker) ponga en tela de juicio, no solo a su padre, sino al estrato social completo al cual ella pertenece acercándola muchísimo más a los mapuche, especialmente a un joven empleado de su padre (Roberto Cayuqueo).

Lo importante de esta ópera prima en género de ficción de Marcela Said, es la forma en la cual va construyendo el relato, dando pistas más que hechos concretos de lo que va ocurriendo, invitando de esta forma al espectador a hacer su propia interpretación de los conflictos que ella expone. Con un claro referente a “La Ciénaga”, de la argentina Lucrecia Martel, esta película sabe mantener el suspenso de la mano de recursos como una punzante música, obra del gran Alexander Zekke,  y un guión donde la intervención de los personajes mapuche entrega además el elemento mítico, como si algo originado por fuerzas fuera de este mundo fuese a ocurrir.

Esta cinta da para hacer varias lecturas y es probable que sea necesario un par de miradas antes de comprender a cabalidad, si es posible lograr eso, el mensaje que quiere transmitir. No obstante, puede decirse que es un privilegio poder ser espectador de un largometraje tan lleno de sutilezas, en el cual la fotografía – mérito de Inti Briones- cautiva de entrada transportando a la audiencia a aquellos parajes de ensueño.

© Alejandra López