Crítica de cine: El perro Samurái

 Crítica de cine: El perro Samurái

La historia animada del Perro Samurái que llega a los cines chilenos este 8 de septiembre podría mejorar en muchas cosas, pero aun así no deja de ser una película simpática para ver en familia.

El relato nos transporta a una tierra lejana en donde solo habitan gatos, los cuales tienen una sociedad muy al estilo del Japón antiguo, siendo protegidos por fuertes samuráis y un shogun. Es aquí en donde conocemos a nuestro héroe Hank, quien sueña convertirse en un samurái y cree que en este país gatuno puede aprender a serlo. ¿Su gran problema? Pues Hank es un perro, y los gatos odian desmesuradamente a los caninos en este lugar, llegando incluso a tratarlos de ilegales en varios de sus pueblos.

El argumento de esta situación se desarrolla de una manera muy lineal y rápida, sin desperdiciar ninguno de los 85 minutos de película, pues en todo momento está ocurriendo algo nuevo. Ya con el inicio se nos hacer creer que vamos a seguir un divertido viaje del héroe a lo Kung Fu Panda y, a pesar de que el objetivo era ese, las cosas se empiezan a torcer en cuanto el argumento avanza.

En primer lugar, nuestro protagonista no parece sentir un deseo tan verdadero como nos lo desean presentar, puesto que no solo se rinde con mucha facilidad ante las muchas pruebas de su viaje, sino que también no parece mostrar ningún atisbo real de querer convertirse en ese gran héroe que añora ser. Esta falta de identidad se percibe en una mayoría de los personajes, quienes cambian de bando y actitud sin una razón aparente, ni siquiera tienen una explicación clara para el espectador para entender las motivaciones. Estas carencias de motivación terminan convirtiendo momentos emocionantes de película en situaciones anticlimáticas.

Por otro lado, el guion tiene momentos muy frescos con “gags” de humor físico y chistes ingeniosos llenos de referencias a la cultura pop (junto con algunas humoradas que solo van dirigidas para los adultos del público), pero esto empieza a perderse cuando sobreexplotan los chistes sobre excremento y el uso del típico personaje que es increíblemente tonto. A causa de estos factores la película va perdiendo su chispa cómica y deja de ser tan chistosa como desde un inicio.

Entre tanto, y dejando un poco lo que respecta a la historia como tal, la animación utilizada destaca por su dinamismo, el cual sale a lucirse en las escenas de combates. Al mismo tiempo hay un trabajo narrativo muy creativo con el uso de los colores y la iluminación, dando a cada situación una atmosfera única en la que se desenvuelven los protagonistas, los cuales, al igual que los demás personajes, tienen diseños que, a pesar de ser simples, son agradables a la vista, junto con destacar que las actuaciones de voz y el “acting” otorgado por los animadores dan personificaciones muy bien logradas a cada uno.

Para concluir, este largometraje denota que fue hecho para un público muy infantil a pesar de los chistes de doble sentido, es probable que mantenga entretenidos a los niños por un buen lapso del filme, pero también es posible que no salgan tan satisfechos. En mi opinión, esta cinta tenía muchas posibilidades de ser mejor, en especial si contamos con las actuaciones de estrellas como Samuel L Jackson y Michael Cera entre los personajes principales, puesto que se contaba con una temática divertida capaz de entregar un bonito mensaje de superación personal y de aceptación a las habilidades que tenemos cada uno, objetivos que tristemente quedan un poco al debe en el Perro Samurái.

Realizado por Josefa Pinto G.

Cine

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