Crítica de cine: “Alien Covenant”
Lo primero que me llamó la atención al saber del estreno de “Alien: Covenant” fue el hecho de saber que la historia se situaba entre la “Alien” original (1979) y su precuela “Prometheus” (2014) rodada 35 años después. Si es por eso, toda gran compañía hollywoodense tiene “chipe libre” de poner cuanta película desee antes o después de la original, o de la precuela, o de la secuela, etc. Un caos. La diferencia es que aquí no estamos ante una cinta tipo “Qué pasó anoche?” para darse la licencia de jugar con la historia a diestra o siniestra, ni tampoco está dirigida por algún director medianamente conocido en el medio y/o de relativo éxito comercial, sino que se trata de una película de Alien, con nombre y apellido.
También comenzaré diciendo que tengo la edad suficiente para haber vivido la franquicia desde la original de 1979 con ese gran e insuperable slogan “En el espacio nadie te oirá gritar”, lo que me hace fan de tomo y lomo, pero no se preocupen que puedo extraerme lo necesario para dar una visión bastante objetiva de la película.
El filme está situado 10 años después de lo ocurrido en “Prometheus” (Ridley Scott, 2014), ahora con la nave Covenant (de ahí el nombre de la cinta) llevando una tripulación en modo “sueño suspendido” y alrededor de 2000 embriones humanos para colonizar el planeta “Origae-6”, el cual posee una atmósfera casi idéntica a la de la Tierra, por lo que se puede habitar sin problemas y comenzar una nueva vida allí. Un accidente fortuito hace que Walter (el androide que cuida la nave) deba despertar a la tripulación, lo cual incluso provoca la muerte de uno de ellos. Es en el transcurso de la reparación de la Covenant cuando reciben una señal musical que deciden investigar, ya que proviene de un planeta cercano y con condiciones aún más favorables que las del planeta de destino original. Cuando logran aterrizar y comenzar a explorar este nuevo mundo es cuando comienza la pesadilla.
Lo primero es mencionar la excesiva primera media hora de película, planteando las relaciones sentimentales al interior de Covenant que no importan mucho. Scott se demora medio film en instalarnos una heroína (Daniels) que es una copia mal lograda de la Teniente Ripley de las Alien “sucesoras” (no olvidemos que ésta es precuela), por lo que es demasiado cauto en mostrar al espectador lo que está esperando.
No sé a ciencia cierta si Scott aprendió de sus errores en “Prometheus” (él llamó “errores” a todo aquello que el fan echó de menos en esa cinta y se lo hizo saber), pero si bien en esta entrega el Alien se muestra más, hay veces en que no respeta el biotipo original, y no es recibido de buena gana. Siempre vimos al Alien adulto y algunas veces al Alien bebé. Acá lo vemos, gracias al CGI, en distintas etapas de su crecimiento, algo totalmente nuevo para el espectador, pero que resulta totalmente extraño y lejano al ojo más acostumbrado a la criatura.
Siguiendo con la historia, un par de tripulantes se enferman al absorber esporas desde una especie de planta adosada a piedras y árboles, invisibles al ojo humano, pero con la inteligencia suficiente para unirse y crear otro cuerpo, el que se introduce por cavidades de la piel. Algo parecido a lo que el mismo David introdujo en el vaso de Charlie en “Prometheus”, pero esta vez es la naturaleza la que hace lo suyo.
Así, estamos en presencia de una verdadera evolución de Alien en cuanto a ser testigos de su crecimiento, pero si lo entendemos que es una precuela claramente se luce en efectos especiales por los años que estamos viviendo. Sin embargo, la “Alien” de 1979 es más escueta en mostrar al monstruo; el terror de la original se basa en sentar la angustia y no mostrar explícitamente al bicharraco.
“Alien: Covenant” se dedica a mostrar más al monstruo, porque es lo que quería la gente. Pero la historia en que se enmarca cae en que a veces la novedad no siempre funciona. Tampoco es una historia tan rebuscada, pero pierde el gen de Alien, eso que la hizo grande.
También influye el hecho que son otros tiempos: en los 70’s nadie esperaba que un Alien literalmente explotara desde el abdomen de John Hurt en pleno desayuno. Ahora sí, la gente quiere verlo, quiere saber por donde se mueve, como es, verlo desde más cerca, ¿Saldrá desde otro abdomen o esta vez saldrá por otra parte? ¿Cuántos muertos habrá? ¿Aparecerá la Reina Madre? ¿Se esconderá nuevamente en la nave que lleva los últimos sobrevivientes de hora y media de filmación para pelear con la heroína de turno?
Los efectos especiales son impecables. También cuidan de mostrar en los créditos la majestuosa creación de H.R.Giger, así como acreditar a O’Bannon y Shusett como los creadores de la historia, desde donde todo comienza.
Los reparos no están en las cosas que arman la historia, sino en cómo nos empapamos de la esencia misma de Alien: siempre conocido como un bicho sin control ahora parece que tiene un patrón, y ese patrón es contrario a su actitud animal que conocemos.
Para el final, dejo lo que Scott plantea en los primeros 10 minutos de metraje, y que es la continuación de la interrogante que instaló en “Prometheus”: ¿De dónde venimos? ¿Quiénes fueron nuestros creadores? El personaje David, interpretado por Michael Fassbender, toma un papel protagónico contra todo pronóstico (muchos nos quedamos con el androide Bishop de Aliens (James Cameron, 1986)), y aquí nace una arista que puede dar inicio a varias secuelas más como también derivar en otras dimensiones paralelas a la historia original, y que es la eterna duda de la lealtad y convivencia entre el humano y el androide, cuyas bases tan bien definió Asimov en toda su carrera literaria. “Alien: Covenant” las pone sobre la mesa,
¿Alguien recogerá el guante o será el propio Scott quien continúe con esta iniciativa?
Me gustaría ahondar más pero caería en los famosos spoilers y también alargaría mucho más este relato.
En resumen: la película no es más de lo mismo como se ha dicho, quiso sostener una base sólida en la cual el bicho nace y crece, en su propia civilización, pero lo original no siempre es bueno, puede ser un acierto o desacierto, y en mi opinión creo que la historia se escapa de lo que significa Alien en su ser intrínseco, para mostrarnos una historia que está al filo de derivar en otras cosas que se alejan totalmente de la idea original.
Si bien no es una mala película, “Alien: Covenant” carece de ese suspenso tan propio de las primeras entregas y aunque es rica en efectos especiales y cumple con cada mandamiento de la ciencia ficción, lamentablemente tiene varios fallos en el guión, siendo una película que no logra provocar angustia como las primeras, y con un final predecible y soso.
Por ©Daniel Bernal
En Twitter: @SoloBernal_
Ficha Técnica
Nombre: Alien: Covenant
Director: Ridley Scott
País: Estados Unidos
Duración: 122 minutos
Elenco: Michael Fassbender, Katherine Waterston, Danny McBride, Billy Crudup