“Biutiful”: comentario de cine.
Cruda, realista, honesta. Todos estos adjetivos sirven para describir “Biutiful”, la nueva película del mexicano Alejandro González Iñárritu.
A diferencia de otros realizadores, como Danny Boyle o Clint Eastwood, que prueban diferentes géneros cinematográficos con cada película, Iñárritu se mantiene fiel a su manera de hacer cine: lo suyo es el drama, la tragedia humana, cruda, real, y en general con múltiples personajes que crean el mundo de la película (y que se unen a través de una suerte de destino fatal). El riesgo de mantenerse en un solo tipo de cine es que al final el cineasta puede empezar a copiarse a sí mismo o simplemente repetir sus fórmulas; algo que le ocurrió de alguna manera en la mediocre “Babel”, después de haber hecho “Amores perros” y “21 gramos”. Sin embargo, ahora Iñárritu retoma el rumbo, esta vez con el apoyo de Javier Bardem en una actuación impecable, que le valió pelear por el Oscar al mejor actor, actuando en una película hablada en español (aunque no se llevó el galardón).
“Biutful” transcurre en la Barcelona más pobre del siglo 21, donde Uxbal (Bardem) se dedica a trabajar con inmigrantes de distintas nacionalidades, buscándoles trabajo y haciendo negocios con ellos. Estos tratos no siempre son legales, es decir, muchas veces tienen que vender discos piratas en la calle o saltarse trámites de inmigración o de derechos laborales. Uxbal sin embargo es un buen hombre, intenta hacer lo que mejor puede con las herramientas que posee, aunque para eso a veces tenga incluso que sobornar a la policía o pelear a golpes por alguna comisión.
Paralelamente, Uxbal debe hacerse cargo de sus dos pequeños hijos (notable la actuación del niño) con quienes vive, y tratar de tener una relación madura con su ex esposa alcohólica, quien además mantiene una relación amorosa con el hermano de Uxbal, obviamente sin que este lo sepa.
En poco más de dos horas, Iñárritu se las arregla por pasar por diversos temas, desde las dificultades que tiene los inmigrantes pobres en España (algo que también ocurre en Chile), los problemas de un padre que sufre de cáncer terminal y que no sabe que pasará con sus hijos pequeños, y donde al parecer no basta con las buenas intenciones para que las cosas salgan bien en la vida.
“Biutiful” logra emocionar al espectador, pero no con esa emoción fácil que saca lágrimas (estilo Titanic), sino más bien con esa emoción que se siente por ejemplo, cuando uno ve un reportaje o un documental sobre la pobreza y la violencia en el mundo, una emoción que afecta las entrañas y que hace reflexionar al espectador. Esto Iñárritu lo logra a través de un gran manejo de la cámara, una impecable ambientación, fotografía, y por supuesto, por la gran interpretación de Javier Bardem. Una muy buena película sin duda.
Por Juan Carlos Berner.