“La verdadera historia de la Caperucita 2”
Hace algunos años hubo un pequeño boom de películas de animación 3D que marcaron un verdadero hito en la historia del cine. Guiones frescos, originales y divertidos, que lograban llevar al espectador de la risa al llanto, y finalmente, hacerlo salir de la sala con una grata sensación. Películas que lograron la premisa (que se supone ideal) de dejar contentos al público masivo y a los críticos. En esta lista podríamos mencionar a “Shreck” (la primera), “La era del hielo”, “Los increíbles”, “Wall-e” y “UP”. Tal era el nivel de estos filmes que obligaron a la Academia de artes cinematográficas (que entrega los Oscars) crear una nueva categoría; mejor película animada. Sin embargo hace un buen tiempo que la factura de cintas de animación volvió a caer en un limbo (Salvo tal vez por “Río”) y no se ha visto una película que esté al nivel, ni siquiera cercano al de los filmes recién mencionados. Tal es el caso de “La verdadera historia de la Caperucita 2”.
Con un guión extraordinariamente simple, “La verdadera historia de la Caperucita 2” nos cuenta una versión estilo James Bond del cuento, en el cual Roja, su abuela y el lobo trabajan juntos en una agencia de espionaje. Mientras Roja se encuentra en un templo entrenándose para mejorar sus técnicas de combate, el lobo y la abuelita se van en una misión de rescate de los hermanos Hansel y Gretel, quienes han sido secuestrados por una enigmática bruja. En la misión algo falla y la abuelita también es secuestrada. Entonces, Roja deberá volver y trabajar, a pesar de sus problemas, junto a Lobo para lograr el rescate definitivo.
La animación es bastante precaria, casi como de video juego. Los chistes son muy básicos y el doblaje exageradamente mexicano tampoco es un aporte al humor (como si lo fue con el Burro de “Shreck”). Hay un personaje que está fuera de la trama principal (estilo la ardilla de “La era del hilo”), que a veces es gracioso; una cabra cantante, pero es de lo más rescatable del humor del filme. Tampoco existe el doble sentido (o muy poco) de otros filmes animados, que los hace interesantes para un público más adulto, ni citas a otras películas, lo que a veces alegra a los más cinéfilos.
Una cinta para ir solo con niños muy pequeños (a ellos les podría gustar, ya que los personajes caen simpáticos) a pasar un rato. Como diría un amigo mío, “es de esas películas que está bien para verla en un viaje en bus”, pero nada más.
Por Juan Carlos Berner.