“La Prima Cosa Bella”: ¡Aún tenemos trama, ciudadanos! (Crítica de cine)
El lenguaje audiovisual ha ido evolucionando mucho con respecto a sus códigos, hoy en día existen muchas formas de contar una historia. Y nosotros, como público, hemos asimilado esa narrativa, nos hemos adaptado y alfabetizado cumpliendo con las expectativas de directores y escritores que saben que ya no podemos quedarnos en el formato lineal. Pero lamentablemente, muchos confunden cantidad con calidad, y no toda historia con una narrativa fuera de lo común es una buena. Y viceversa, no todas las buenas historias deben ser narradas de manera no lineal. Afortunadamente, “La Prima Cosa Bella”, del director Paolo Virzi, no es el caso.
Creo que actualmente muchas series y películas se abandonan al facilismo de incorporar flashbacks en un intento por disfrazar la baja calidad de la historia. A veces, ser rebuscado es igual de desastroso que ser poco original. Pienso que en una historia con flashbacks donde lo importante es el flashback y no los personajes, no podemos esperar que el audiovisual haga milagros. “Prima Cosa Bella” está lejos de ser eso último, pues esta es una película con flashbacks a cada rato, pero lo importante es la calidad de la historia, la profundidad y humanidad de los personajes, y el creíble conflicto que atrapa al espectador de principio a fin. Como debe ser.
Claramente un guiño y homenaje al cine italiano de los 70 de principio a fin, la historia se centra en la familia de Anna (Micaela Ramazzoti), una bella mujer madre de dos hijos, Bruno y Valeria, y su esposo Mario, quienes deben lidiar con el hecho de que Anna es una mujer extraordinariamente bella, desenvuelta y sociable, lo que atrae a los jotes en una manera que no le hace gracia ni al marido ni a los niños. Todo este problema conlleva a la separación del matrimonio y a la encarnizada lucha por la custodia de los retoños. Esto en el pasado. En el presente, Bruno es un frustrado profesor de Lenguaje que busca llenar su vacío existencial con mecanismos escapistas, como las drogas. Su madre Anna padece cáncer terminal, y esto, lejos de nublar el buen humor de la mujer, no sofoca en absoluto la insaciable hambre de vida que siempre ha poseído ella, lo cual fue una bendición y maldición a lo largo de su existencia. Las tramas del pasado y el presente se van articulando magníficamente a un ritmo adecuado, envolvente, sin hacer ver a los flashbacks como algo forzado, y de a poco se van deshilvanando los dramas familiares, las rencillas, los errores que todos los seres humanos cometemos y que es a mi juicio el punto fuerte de esta película, pues no puedes sino encariñarte con unos personajes tan apasionada e indiscutiblemente humanos; lo que es una maravilla, al estar viviendo en la época más cliché y reciclada del cine, a mi humilde parecer.
Lo terrible de la basura es que uno tiende a acostumbrarse. Lentamente, a cuenta gotas, la ausencia de personajes profundos nos ha hecho pensar que es regla general que todos sean unidimensionales y clichés, y nos hemos olvidado un poquito de las exigencias que como espectadores deberíamos tener. Y esta es una historia que hace un llamado a recuperar nuestra dignidad de receptores, consumidores, público, escoja el apelativo menos ofensivo. Porque hacer una película sobre una familia italiana y no caer en lugares comunes es un desafío que “Prima Cosa Bella” supera con honores.
Pero la calidad del texto (historia) no implica la ausencia de un poderoso subtexto. La película, por lo menos a este guapo crítico, invita a reflexionar sobre los roles sociales del hombre y la mujer, donde a veces casi es un pecado que una madre de dos hijos sea hermosa, donde una mujer que disfruta de la vida y el romance sin tapujos es una candidata segura a la lapidación y desprecio, en una sociedad paradójica que ensalza y condena al mismo tiempo a la belleza femenina, o a los cánones culturales que le han dado forma a esta.
Repito: “La Prima Cosa Bella” es una historia que utiliza flashbacks pero en donde lo humano, la historia, sigue siendo lo más importante. Así que si usted sigue pensando que es cosa de agarrar una historia y poner un flashback por aquí, un montaje por allá y Liz Taylor, está muy equivocado. Hace tiempo que no veía una película donde ningún personaje está de más, hasta los secundarios y episódicos cumplen un rol importante, son parte de un todo que se desarrolla de manera muy armónica y natural, sin nada rebuscado ni en la forma ni en el fondo, es nada más ni nada menos que una buena historia bien contada, conjugando elementos de tragedia, comedia y melodrama sin que se estorben entre sí.
Por Felipe Tapia, el niño cheque a fecha desde hace más de treinta años.
En Twitter: @janquing
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