La No-Entrevista a Christopher Lloyd: ¡Estuvimos con el Doc de Volver al Futuro! (¡No, mentira, no estuvimos, con cueva lo vimos!)
No pudimos entrevistarlo. Queríamos fervientemente hacerle un par de preguntas para esta página, pero no pudimos. Tuvimos que hacer cola con el resto de los ñoños. Y a falta de sables láser y disfraces de Spock, buenas son las poleras del DeLorean. Sin embargo, ha sido fantástico experimentar esta sensación de insignificancia. No saben la alegría que es haber visto de cerca a Christopher Lloyd. Y no porque sea un tipo famoso. No. Es porque es el Doc Emmett Brown. Alguien que uno vio cuando chico en la tele, viajando en el tiempo, siendo acribillado a tiros por los libios, de herrero en el Oeste y, ahora, como si el DeLorean hubiese sido golpeado nuevamente por un rayo, vino a parar misteriosamente a Chile en el año 2014. Un año antes del futuro en el que los autos vuelan, como una ironía del destino.
Impresiones de © Felipe Tapia, el crítico con el que todos quieren acurrucarse este invierno
Sé que Christopher no es solo el Doc. También es el tío Fester (Lucas) de “The Addams Family” (1991). Es el villano de “¿Quién engaño a Roger Rabbit? (1988), ese que mató al hermano de Valiant (Bob Hoskins). Y Christopher los ha sobrevivido a todos. Sobrevivió a Raul Julia, su hermano Gomez (Homero) en “The Addams Family”. Sobrevivió también a Hoskins, muerto este año. Irónicamente, Julia y Hoskins protagonizaron nefastas cintas de videojuegos en los 90, década que el Doc nunca visitó. Christopher Lloyd, como el personaje del Doctor Brown que luce igual en 1955, 1985 y 2015, no ha cambiado. Bueno, un poco, sí, está más viejo, hay que decirlo. Fue también un interno en “Atrapado sin salida” (1975). Fue el padre de Hal (Bryan Cranston, el mismísimo Heisenberg) en “Malcolm in the Middle” (2000-2006). Pero inevitablemente, todos lo recordamos como el Doc. Siempre me he preguntado si a estos actores les agradará o desagradará ser reconocidos por un personaje en particular. Porque un actor debe querer interpretar muchos papeles, después de todo, ese es su trabajo, y ser encasillado no debe ser nada bueno en ese negocio. Pero en su caso, ¡el Doc es el Doc! Con un personaje como ése puedes estar orgulloso para toda tu vida. Como dice Marty McFly: “Usted es el Doc, Doc”.
Y por ese motivo, es que fue emocionante verlo. No conocerlo, verlo. Sería pretencioso decir que lo conocí. Fueron escuetos segundos. Pero aún así, costaba creerlo. Porque Lloyd era uno de esos personajes que uno no sabía si eran de verdad. Siendo francos, era uno de esos tipos que uno sabía que jamás iba a ver de cerca. Hasta esta ComicCon, yo habría tenido la certeza de que Christopher Lloyd era uno de esos tipos que uno jamás vería en persona. Vale, probablemente antes de morirme podría ver a Bob Dylan en un escenario, a decenas de metros de distancia. Podría ver en la calle al Pollo Fuentes o a Pancho Melo. Pero ver al Doc, era algo imposible, casi como viajar en el tiempo.
No logré entrevistarlo. Porque yo no soy alguien especial. Soy sólo un pobre pelafustán que de vez en cuando se siente con la arrogante necesidad de escribir sobre cine. Este momento, esa imposibilidad de entrevistarlo, es un recordatorio de lo que realmente soy. Por eso quise escribir estas palabras, en lugar de la entrevista que no pude hacerle. Esta es mi no-entrevista. Pero ¿Saben qué? No me siento empequeñecido en absoluto. Es más, me siento bien. Me recuerda algo muy importante: No escribo sobre películas o series para darme ínfulas de sabihondo. No lo hago porque me crea mejor posicionado para opinar sobre las series y películas que me gustan. Escribo desde el mismo lugar que en la fila en la que esperé junto a todo el mundo para sacarme una foto y darle la mano al Doc: Como un fan, como uno más, cuya opinión es totalmente rebatible; como un fan, al mismo nivel que cualquiera. Y eso creo que es Cinetvymás. No somos un medio grande, así que nos tuvimos que conformar con eso. Y estamos contentos. Y orgullosos.
Impresiones de © Hugo Díaz, el crítico cuya alicaída visión de la humanidad quedó restablecida gracias al Doc.
Cuando uno está en una fila por muchas horas, es fácil desanimarse, sentir impaciencia y hasta temor porque la espera no rinda frutos. Uno se pone a conversar con quien está delante o detrás. Lamento mucho que un compañero de fila de Temuco se haya ido antes, luego de impacientarse ante la inminente imposibilidad de acceder a su ídolo y llevarse una fotografía de recuerdo.
Lo que él no tomo en cuenta, era la eventualidad de que Lloyd fuera lo que terminó siendo: un auténtico honorable caballero. Para quienes estábamos en la fila, y buscábamos una foto con nuestro ídolo, sin habernos inscrito previamente, la tarea resultaba imposible. Pero luego surgía un rumor que daba una luz de esperanza: “A Christopher Lloyd le interesa fotografiarse con cada uno de sus fans, estén inscritos o no”. ¿Sería tan así?
Cuando tocó mi turno, lo creí. Comprendí la relatividad del tiempo. Quizás fueron 30 segundos, pero los sentí como 30 minutos. Y ese pensamiento me llevó, cual DeLorean más de 20 años en el pasado. A un recuerdo específico, tan íntimo, que nunca lo he compartido públicamente, sino hasta ahora.
En 1992, convalecía de una terrible enfermedad que no me permitía salir ni llevar por casi un año una vida normal. El cáncer ya no estaba, pero mis fuerzas necesitaban restablecerse. Mi único escape del aburrimiento y la tristeza era mi amor por el cine. Mis películas eran el equivalente a paseos, carretes, amigos nuevos, aventuras. Entre ellas, mis trilogías favoritas “Star Wars”, “Indiana Jones” y “Volver al futuro”. Recuerdo una tarde, muy débil, poner “Volver al futuro, parte II” en mi videocasettera y disfrutar por doceava vez cuando Christopher Lloyd y Michael J. Fox se paseaban por el Hill Valley del año 2015. Es por eso que, en el Santiago de 2014, se me producía un nudo en la garganta el poder estrechar la mano del actor que le dio vida al mismísimo Doc, un personaje que me acompaño y me dio alegría en momentos realmente tristes. Poder agradecerle en persona (aunque no pudiera explicarle bien el por qué) es un emocionante recuerdo que atesoraré para siempre.
Al día siguiente, la codicia de una foto autografiada me obligó a rehacer la fila eterna nuevamente. Esta vez, era peor que el día anterior. Cuando se acabó el tiempo de espera y quedaban sólo las lamentaciones, se acercó hasta nosotros miembros de la organización de la Comic Con y nos dijeron: “Christopher Lloyd debe irse a su charla programada, pero nos ha pedido que les avisemos que por favor lo esperen, pues quiere regresar a terminar la sesión de autógrafos”.
Finalmente conseguí mis tesoros. Una foto autografiada del reverendo Jim Ignatowski, mi personaje favorito de la serie “Taxi” (1978-1983) y obviamente una del Doc, en el viejo oeste. Quisiera haberlo entrevistado tanto como Felipe. Pero en nuestra situación de fans, la objetividad hubiera sido imposible. Pura felicidad e incredulidad. El Doc no quiso decepcionar a nadie. Viajó miles de kilómetros sólo para hacernos felices.
¡Great Scott!