“Kirikou y la bruja”
La animación europea ha avanzado en direcciones muy distintas de la espectacularidad del anime japonés o la tecnología de la animación gringa. Cada cierto tiempo ve la luz un producto interesante, novedoso y único, como es el caso de las dos películas que se han hecho de un cuento tradicional africano: “Kirikou y la bruja”, y “Kirikou y las Bestias salvajes”. Hoy hablaremos de la primera de estas películas.
Esta película francesa dirigida por Michel Ocelot, nos sitúa en un mundo silvestre pero a la vez mágico, con una aldea empobrecida hasta la desgracia, con la mayoría de sus integrantes masculinos muertos, y una poderosa hechicera haciendo infelices a los aldeanos. Una mujer da a luz a un pequeño que nace por sí solo y es capaz de caminar. Su nombre es Kirikou (o Kirikú según la traducción).
Kirikou es la personificación de la valentía, inocencia y astucia, cualidades que suplen con creces la falta de estatura o fuerza física. Luego de un par de hazañas del niño, los aldeanos le confían el destino de su aldea a Kirikou, para quien el heroísmo es algo tan natural como respirar. Pese a todos sus dones, Kirikou sigue siendo un niño, curioso y preguntón, al punto de agotar a los adultos cuando les pregunta cosas tan asumidas y obvias por todos, como por ejemplo, por qué hay gente mala, por qué algunos disfrutan haciéndonos sufrir, etc. Ello nos lleva a pensar que esas preguntas, lejos de ser disparatadas o absurdas, son muy importantes e inteligentes, y a menudo nosotros las obviamos, no nos detenemos a pensar en el origen de la maldad, y es quizá por este motivo que este mundo está tan mal ¿O me equivoco? En una parte de la historia, uno de los adultos le dice: “La bruja no es más mala que los demás, lo que pasa es que ella tiene más poder”, lo que da a entender que a cualquier hijo de vecino, lo único que le hace falta para ser un villano no es más maldad, sino los recursos necesarios. Eso me recuerda a la frase del Joker en Batman: The Dark Knight: “La locura es como la gravedad, solo necesitas un empujón”.
Esa es otra de las cosas buenas de este filme. Pese a estar ambientado en un lugar muy distante, y de mostrar una realidad muy ajena, trata temáticas muy cercanas a nosotros. Por ejemplo, la bruja ha cortado el suministro de agua a los aldeanos y se las vende, además les pide que le entreguen su oro. Uno de los aldeanos dice: “Puedo vivir en un mundo sin oro, pero no sin agua”. Ese es un problema que también los afecta a nosotros, que vivimos lejos de la aldea africana y nos las apañamos con Facebook, celular y páginas magníficas como Cinetvymas.
A pesar de no contar siempre con la gratitud o ayuda de unos aterrorizados aldeanos, Kirikou echa mano de todos los recursos y aliados animales de los que dispondrá, no para destruir al malo, sino para salvarlo. La historia acaba con un inesperado giro que hará de esta película algo más que el típico cliché del malo que amenaza una comunidad y el héroe que salva a la gente. Si está aburrido de los códigos culturales de Japón y estados Unidos, échele un vistazo a esta joyita.
Por Felipe Tapia, el crítico que no siempre te sorprende con algo nuevo, pero por lo menos lo intenta ¿O no?