“House of Cards”: Intriga en el Capitolio y empoderamiento de la web
Las restrictivas reglas que la televisión impone han sido audazmente quebradas por Netflix, empresa de descarga de contenidos online que instala con fuerza un nuevo modelo para acaparar suscriptores: generar series de alto presupuesto cien por ciento inéditas, con todos sus capítulos estrenados al mismo tiempo en busca de un público que tome sus propios tiempos para decidir su fidelidad al producto. Obviamente el fuerte promocional serán tanto la crítica como el boca a boca, permitiendo que la naturaleza del 2.0 haga el trabajo en detrimento del infame rating. No existen los “previamente, en episodios anteriores” o los “en nuestro próximo episodio…”, ni los cortes comerciales, ni las promos antes de los créditos, ni los vicios que ni siquiera la televisión por cable ha podido erradicar.
“House of Cards” es la serie estrella de este sistema. Fue estrenada el pasado febrero y ya cuenta con una crítica demoledoramente positiva. Pero de números ni hablar, pues se trata de un trabajo de mercadeo en desarrollo. Los 13 episodios de la primera temporada se encuentran disponibles en el sitio de descarga y el público no lleva un orden establecido que permita ir siguiendo en masa el desarrollo del storyline de la serie. Una delicia para adictos que no pueden esperar semana a semana entregas parciales de información o para quienes no se pueden dar el lujo de ajustar sus tiempos a los de una malla programática.
Con la producción ejecutiva y la dirección de los dos primeros episodios a cargo del mismísimo David Fincher (“El club de la pelea”, “La habitación del pánico”, “Red social”, entre otras), la serie es una adaptación libre de la miniserie homónima de 1990 producida por la BBC, la que a su vez fue basada en la novela, también del mismo nombre, de Michael Dobbs. La original fue la primera parte de una trilogía sobre intriga política en el parlamento británico. En la versión americana, “House of Cards” traslada los códigos de ambición, poder, corrupción política y manipulación hasta la mismísima Casa Blanca y el Capitolio. Con suma astucia los desarrolla, pero cuidando un excelente valor de producción basado, en parte, en su reparto estelar.
Como una especie de JR de Washington DC, Kevin Spacey es el abogado y congresista Francis Underwood, un ambicioso y maquiavélico representante demócrata quien sufre un serio traspié al quedar excluido como Secretario de Estado, cargo prometido por el presidente Garret Walker (Michael Gill). Junto a su esposa Claire (Robin Wright – “Forrest Gump”, “La chica del dragón tatuado”), una activista de ONG igual de manipuladora, generan complejas intrigas con el sólido propósito de provocar la caída del traidor presidente Walker. Dentro de este entramado caen en forma de peones el atribulado congresista Peter Russo (Corey Stoll – “Agente Salt”, “Medianoche en París”) y la periodista Zoe Barnes (Kate Mara – “American Horror Story”, “127 horas”). Barnes, por su parte, es tan ambiciosa y artera como Francis, y juntos caerán en un peligroso juego de poder que traerá graves consecuencias a medida que la intimidad surja entre ellos.
La producción de Netflix, que ya ha anunciado una segunda temporada, cuenta con varios elementos narrativos destacables. Uno de los más provocadores es la capacidad exclusiva que tiene Francis de romper la “cuarta pared”, para literalmente expresar verbalmente sus pensamientos y deseos mas privados en primera persona mirando directamente al televidente (o a estas alturas computador-vidente). Su capacidad para romper la escena al hablar directamente a la cámara generan momentos de humor inesperados y también de claridad, pues con este recurso se ahorran crípticas secuencias que busquen instalar subtextos. Si Francis quiere compartirnos que el tipo que tiene enfrente es un arrastrado que no vale un minuto de su tiempo, nos lo dirá sin tapujos y seremos los primeros en enterarnos. Como bien dije, esto ocurre en momentos absolutamente inesperados, con lo que se evita la majadería.
Otra construcción muy bien pensada son las relaciones interpersonales y las oscuras insinuaciones. Son recurrentes los íntimos momentos entre Francis y Claire, quienes cada noche que coinciden en casa comparten un cigarrillo mientras se cuentan sus respectivas jornadas. Claire es bellísima, elegante y tan abierta como un gato negro alejándose en un callejón. Algo extraño sucede en ese matrimonio.
Zoe Barnes la oportunista reportera también juega al gato y al ratón con Francis, pero la relación es algo más enfermiza donde cada palabra es objeto de negociación.
Pero sin duda, la ejecución exitosa y a veces fracasada de los planes de Francis, son lo más entretenido de esta producción, ya que aunque se posean todos los datos, las guionistas nos lo entregarán de forma distorsionada. Y es que en “House of Cards” el dominó cuando genera su efecto suele saltarse algunas piezas y, a veces, la última en la fila resulta la primera en caer.
Y no dejes de leer la entrevista en exclusiva que tuvimos con Kate Mara, en este link.
(c) Por Hugo Díaz
House of Cards
Dirección: David Fincher, Joel Schumacher, James Foley, Allen Coulter, Carl Franklin, Charles McDougall
Elenco: Kevin Spacey, Robin Wright, Kate Mara, Michael Kelly, Corey Stoll, Kristen Connolly, Michael Gill
EEUU, 2013, Serie original de Netflix.