Estreno: “Shopsui” de Edgardo Viereck
Edgardo Viereck lleva cuatro largometrajes en el cuerpo, pese a ello, “Shopsui” carece de soluciones cinematográficas interesantes que demuestren cierta “experiencia” u oficio que ya debiera manejar su director, sobre todo a la hora de afrontar una película con las características que más adelante detallaremos. Aún así, Viereck va dejando de lado los diálogos irrisorios, aunque los hay; pero en menor medida si la comparamos con su segundo largometraje “Gente decente” (donde también es guionista) especie de policial deslavado, bastante deslavado, que contiene una larga lista de clichés y diálogos para el olvido.
La historia de “Shopsui” dice así: Diego “paga el piso” en un restaurante de comida china, está acompañado por su jefe, Pedro, interpretado por Alejandro Trejo, personaje que cuesta diferenciarlo de otros roles que ha realizado en cine (Trejo cada vez está más estereotipado). El otro acompañante es Juan, un lamebotas sin escrúpulos interpretado por Edison Díaz. En el local se encuentra el dueño, el Sr. Chang, su cocinero de origen mapuche llamado Lautaro y la mesera Yasna.
El conflicto comienza cuando Pedro (Alejandro Trejo) no se quiere ir del restaurante y exige de forma algo violenta que se le prepare más comida, sabiendo que el local está a punto de cerrar. Yasna (Carolina Oliva) accede a atenderlos, finalmente llega la comida pero la demora ha hecho que el ánimo de Pedro empeore. Luego vendrá un problema con el vuelto lo que hará estallar el conflicto. Desde ese momento surgirá una xenofia casi gratuita en contra del Sr. Chang. El personaje de Trejo secundado por su fiel trabajador, comenzarán a hostigar a todo el personal del restaurante, partiendo por la sexy Yasna, con comentarios/chistes de tipo sexual, y mirando con odio y recelo al inexpresivo Sr. Chang (buena elección de no hacer hablar a Pablo Chuying).
Al final lo que sucede es que Pedro y Juan efectúan un tipo de secuestro al Sr. Chang y a su cocinero Lautaro. Los clientes se están tomando la justicia por sus manos; y todo porque descubren que en la cocina se preparan los platos con carne humana (¿algún tipo de leyenda urbana?) en el intertanto Yasna, la mesera, se ha arrancado porque ha robado el dinero de la caja registradora. La verdad es que este personaje tiene una incidencia menor a cero, parece estar sólo para mostrar sus curvas que de nada ayudan a la historia. Carolina Oliva es otra actriz que ya está estereotipada al máximo.
Es en el secuestro donde la película pierde mucho del potencial que se asoma tibiamente. Viereck podría haber exprimido y haber sacado mucho más provecho a las distintas situaciones que crea el encierro con rehenes. El cine en ese sentido ha dado una buena entrega de películas con estas características, sólo debemos recordar “Tarde de perros” (1975) de Sydney Lumet; “Perros Rabioso” (1975) de Mario Bava o la más actual “JCVD” (2008) de Mabrouk El Mechri.
El personaje de Diego, el que está “pagando el piso” se lo dota de una sensibilidad especial ya que le gusta la literatura. Diego encontrará su contraparte en el cocinero Lautaro, que desea (o estudia) literatura, el ping pong que hacen citando a sus autores preferidos mientras están amarrados es para el olvido, el nivel de cursilería de esa escena no puede ser mayor.
En “Shopsui” las situaciones de tensión se van perdiendo poco a poco, hay algunos intentos, claro está de contrarrestar estas carencias, pero la falta de pericia de Viereck emerge abruptamente quedándose sólo con las buenas intenciones.
Otro factor que no juega a favor de la película es su pésima fotografía, plana, deslavada y poco sugerente. El montaje se hace monótono y no se enfoca en acrecentar las situaciones que tienen un incipiente conflicto de suspenso y tensión.
“Shopsui” se ha vendido con el slogan “El problema no es la plata ni la sangre… la mezcla es la mala”. La película retrata un aspecto muy propio de una parte de la población chilena, el aire de superioridad con respecto a algunos países de la región. En esta película es un ataque y odio contra los chinos, en general contra los asiáticos. Cuando Pedro habla con Juan le dice que es muy difícil diferenciarlos y que finalmente son lo mismo.
Edgardo Viereck sigue intentando hacer películas de género, su problema es caer en situaciones cómicas sin quererlo, puede que esto se de en los malos diálogos, actuaciones regulares y en escenas donde lo inverosímil y gratuito se suma a una mala resolución, para muestra un botón, aprecien el tiroteo final de “ShopSui”.