El mundo de Philip Seymour Hoffman, 5ta parte “Boogie Nights”
En 1996, tras un lustro de actuaciones secundarias, Philip Seymour Hoffman pudo formar parte de la sobreexposición del blockbuster “Twister” (1996), pero su personaje Dustin Davis fue sólo uno más dentro de una galería opacada en donde lo único que importaba era el tornado. Sin embargo, Al año siguiente, le llegaría la oportunidad de destacar en una película noventera trascendental en términos de actuación y dirección. Una obra que marcó la carrera de su realizador y devolvió la gloria al ícono Hollywoodense Burt Reynolds. Continuando con esta antología dedicada a Hoffman, Daniel Bernal nos recuerda lo que para muchos fue el inicio de este actor en las grandes ligas, una película clave en su filmografía: “Boogie Nights”, de Paul Thomas Anderson.
“Boogie Nights”: Música, nostalgia y porno
Sexo, drogas y Rock & Roll. Ese también podría haber sido el nombre de esta película realizada en 1997 y a nadie le hubiera extrañado. Ascenso, fama, caída y decadencia del cine porno de finales de los 70. De eso trata “Boogie Nights”, dirigida por Paul Thomas Anderson (Magnolia, 1999).
Jack Horner (Burt Reynolds) es un director de cine porno que va en ascenso, tiene una gran casa en la que también funciona el plató de grabación de sus películas triple X. Con él vive Amber Waves (Julianne Moore), quien es su musa, tiene sus propios problemas familiares y una compleja adicción a las drogas. Es en una fiesta en el club de siempre, en donde Jack conoce a Eddie Adams (Mark Wahlberg). El chico, de 16 años, lidia con una madre ultra conservadora y con un padre incapaz de contradecirla, por lo que al director de películas no le es difícil convencer a un niño con ansias de fama y dinero, y quien tenía un detallito que convenció a Jack: tiene un pene más grande de lo normal.
La fama y el éxito llegan rápido, con ello el lujo, los autos caros, la vida lujuriosa y todas aquellas cosas que, seamos sinceros, miramos con mucha envidia. Así de rápido también viene el exceso de droga, los robos, la mismísima disfunción sexual y el inevitable “tocar fondo”. La película, sin embargo, termina con algo de esperanza para la mayoría de sus personajes.
La dirección de Anderson roza lo hitchcockniano, a veces con un humor negro digno del director inglés, otra con secuencias y planos no comunes en los registros convencionales. Todo con un toque setentero muy creíble y ad-hoc. Dedico especial mención a la música elegida para este film, entre los que destacan, entre otros, las canciones “Sunny” (Boney M), “Boogie Shoes” (KC & the Sunshine Band), “You Sexy Thing” (Hot Chocolate) y ‘’Living’ Thing” (Electric Light Orchestra).
Dentro de este ambiguo y sórdido universo, nuestro versátil Philip Seymour Hoffman destaca en un papel secundario teñido con una buena cuota de humor. Hoffman interpreta a Scotty J., un tímido homosexual que se encarga de grabar el sonido en el estudio de filmación. Apenas ve a “Dirk Diggler” (nombre “artístico” adoptado por Eddie), se enamora perdidamente de él. Imperdibles son las escenas cuando Scotty J. se deslumbra al ver a este “porno star” desnudo por primera vez, y la vez que, borracho, trata de besar a Dirk en plena celebración de Año Nuevo. Lo interesante del personaje de Hoffman es cómo su timidez lo hace ver frágil y bastante nerd. Sin embargo, no duda en acompañar al trío decadente hasta el final de sus tristes y desesperadas maniobras para obtener dinero para drogas.
Boogie Nights fue nominada a 3 premios Oscar (1998): Mejor Actor de Reparto (Burt Reynolds), Mejor Actriz de Reparto (Julianne Moore) y Mejor Guión Original (Paul Thomas Anderson). Reynolds obtuvo un Globo de Oro por su caracterización (1998), mientras que Julianne Moore ganó un reconocimiento como mejor actriz de reparto por parte de la Asociación Nacional de Críticos de Estados Unidos (1998 ). Hoffman no consiguió reconocimiento especial, salvo la abierta aceptación de la audiencia.
Philip Seymour Hoffman hizo de Scotty J. un personaje en extremo sensible y vulnerable, en forma impecable, en cada movimiento, correcto y preciso. ¡Qué lástima que nos haya dejado a una edad temprana! Me gustaría tener la seguridad de que él debe estar repasando todas sus notables interpretaciones, tal como lo estamos haciendo nosotros.
© Daniel Bernal