Crítica de cine: “Un día para sobrevivir” (“The Grey”)

La primera impresión que causa la propuesta de esta película no deja de ser interesante: El reverso malvado de “Into the Wild”, una película donde el villano es la naturaleza misma, inclemente, despiadada, se pasa por los cachetes nuestros dogmas morales; en contraste con la imagen popular y políticamente correcta que nos presenta a la naturaleza como un paraíso pachamámico. Ya se había hecho hace tiempo, durante el periodo Naturalista, en el que relatos como Moby Dick o La Gallina Degollada nos recordaban que todas las normas morales y culturales que los humanos inventamos para sentirnos seguros y cobijados, a los animales, la genética y mundo salvaje, le importan un comino. Es decir, si un lobo está hambriento y te ve indefenso en un bosque, da lo mismo que seas el mayor activista por los derechos de los lobos, te va a comer igual. Y eso no lo convierte en un mal tipo.

Esta es la propuesta inicial, sin embargo, se desvanece en una tópica/típica historia de sobrevivencia, una historia de terror de clase B, en la que los protagonistas son asesinados uno por uno, en la que el primero en morir adivinen a qué etnia pertenece ¡Sí! El clásico negro ochentero que muere primero. La única diferencia está en que en lugar del monstruo, zombie o depredador de turno, tenemos a una manada de lobos con un fuerte sentido de lo territorial.

¿Ah, entonces usted es de los que se creyó la chiva de que la tierra no le pertenece a nadie, de que el ser humano es el único que se apropia de la tierra, de que los animales pululan libremente por el planeta sin ataduras burguesas como el dinero o la propiedad? Pues déjeme decirle que los animales, aunque no firmen contratos de propiedad ni llamen a Carabineros para expulsar a minorías de sus tierras, también se sienten dueños de sus territorios, los delimitan con pichí y están dispuestos a recurrir a la violencia extrema para expulsar a los invasores. Exacto, como nosotros. Bueno, salvo por lo del pichí.

Bueno, la historia se centra en un  grupo de trabajadores de Alaska cuyo avión se estrella en donde el Diablo perdió el poncho, y para sobrevivir al frío y los lobos que los ven como invasores, su única esperanza es John Ottway (LiamNeeson), el clásico antihéroe torturado y taciturno que arrastra un pasado amargo y carga con una furtiva culpa por algún condoro que se debe haber mandado. Como sea, este tipo es experto en cazar lobos, y de él depende la sobrevivencia de  todos, que constituyen el clásico grupo heterogéneo, con un tipo impulsivo y agresivo, uno racional, uno religioso, uno que quiere volver a ver a su hija, ah claro, y el negro, era que no. Pero los esfuerzos de Ottway tienen un rival de temer, la naturaleza, el frío extremo y las bestias, y más de un camarada no vivirá para contarlo.

La película retrata muy bien la dura vida de allá afuera, el espantoso frío que espantaría a todos los citadinos que no pueden estar sin una estufa en invierno, y el trabajo de documentación sobre la vida salvaje, las costumbres de los lobos y todo lo demás, es soberbio, además de que no busca suavizar la imagen de estas criaturas y no ofrece ninguna postura a favor o en contra de víctimas o victimarios, simplemente, las cosas como son.

Lo malo es que la película termina siendo la típica historia de sobrevivencia, con avión estrellado incluido, en la que, como siempre, comienzan a aflorar las yayitas morales de los personajes al más puro estilo El Señor de  Las Moscas, se cuestionarán las verdaderas cosas importantes de la vida, y descubrirán que, cuando de sobrevivir se trata, a veces hacemos cosas imprevistas, y es cuando de verdad conocemos a la gente. Y, por supuesto, la unión hace la fuerza, acá el rascarse con tus propias uñas es sinónimo de suicidio. Todos tópicos ya vistos en otras historias, y aunque la película no busque entregar un mensaje de amistad o camaradería, sino simplemente contar una cruda historia de desesperanza, del hombre versus la naturaleza, no llega a sorprender mucho, y en cierto momento podemos adivinar en qué terminará, como a la tercera muerta ya sabemos de qué va la cosa. Incluso el final deja una sensación de: “Ya, bueno ¿Y?”

De todas maneras, ideal para ir a ver en estos días de frío, y de repente, el clima de Santiago a las 7 de la mañana ya no te parecerá tan espantoso.

(c) Por Felipe Tapia, un tímido crítico de día, un luchador contra el crimen de noche

http://www.youtube.com/watch?v=OGmN2jnhcD0&t=10s

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