Crítica de cine: “Talión”
El cine policial no es muy común en Chile, y es una apuesta arriesgada ya que requiere en primer lugar de conocimiento del trabajo policíaco para hacerla verosímil, una fotografía bien definida que ayude a crear atmósferas, y por lo general, giros dramáticos sorpresivos.
“Talión” es una cinta que se arriesga por este género, y además propone dos temas bastante complejos dentro de su trama: por un lado, el abuso de menores, situación con la que es muy difícil no comprometerse emocionalmente, y por otro, la posibilidad de que los ciudadanos hagan justicia por su mano ante la aparente ineptitud de las instituciones.
Viviana Rodríguez es Amira, una periodista que está un poco aburrida de su trabajo, pues se dedica a hacer notas irrelevantes; el relleno de los medios. Un día, recibe un video por internet en el cual un enmascarado que se hace llamar Mirubín le muestra que tiene secuestrados y bajo tortura a un grupo de pederastas, y que los hará pagar por sus delitos siguiendo la ley del Talión, es decir, Ojo por ojo, lo que en este caso equivale a que Mirubín castrará a sus víctimas.
Para Amira es imposible quedar indiferente ante el video, aunque duda de su veracidad. Le muestra las imágenes a su editor, pero este prefiere que la reportera no siga indagando, ya que al parecer en la red de abusadores hay importantes políticos.
“Talión” tiene elementos de sobra para ser una excelente película, pero que también se equivoca en algunos aspectos del guión, y ahí es donde uno como espectador se queda con esa sensación de “que buena película, pero algo no encaja bien”.
Sobre lo positivo, la cinta tiene una fotografía realmente magnífica (a cargo de Pablo Letelier), que logra adentrarnos completamente en el universo de la historia. Es una imagen gris, como si los personajes vivieran en un otoño permanente, en un lugar donde la luz parece estar ahí cerca, pero es imposible de alcanzar.
Las imágenes nos muestran un Chile reconocible, pero que también podría ser Colombia, México o casi cualquier país de habla hispana, haciendo la historia cercana pero universal.
El abuso de menores es tratado de forma inteligente; se muestra y se cuenta lo justo y necesario para generar empatía con el espectador, pero sin explotar el morbo. Lo mismo en cuanto al justiciero enmascarado; la cinta pone en el espectador la responsabilidad de justificar o no sus actos, por lo que este punto está muy bien resuelto.
Las actuaciones, irregulares; algunos personajes andan muy bien, mientras que otros parecen sacados de una telenovela de la tarde. Al perecer todavía hay actores que confunden intensidad con sobreactuación.
Dicho todo lo anterior, el gran tropiezo de “Talión” es intentar meter muchas subtramas en la historia, haciéndose una zancadilla a sí misma. Por un lado está la periodista que quiere levantar su carrera con el caso mientras trata de resolver su vida sentimental, mientras al mismo tiempo, conocemos la historia de una familia cuya participación en la trama no queda clara hasta el final, y paralelamente, un par de policías bien intencionados que trata de resolver el misterio de Mirubín pero cuyas manos están atadas por el sistema y por su propia ineficacia (cada uno con su historia aparte), y todo eso mezclado con la censura a la prensa y la corrupción del sistema judicial.
Probablemente la cinta se habría resuelto mejor enfocándose en menos aspectos, tratando de abarcar menos. De todas formas, sumando y restando, tenemos una película original, valiente, y bien hecha, a la que solo le faltó enfocarse un poco para ser sobresaliente.
Por Juan Carlos Berner
En Twitter: @jcbernerl
1 Comment
no me fio ya de nadie muchisimos,que se jactan de moralistas y paladines demostraron esta atrocidad,espero que a este no lo descubra una red de pederastas mofiosa la pasara bonito.