Crítica de cine: “Soy Mucho Mejor Que Voh” (o como era más graciosa: “Te Creís la más Talentosa… pero Ándate a la Puta”)
La segunda película de Che Sandoval nace como un spin off de “Te creís la más linda… pero erís la más puta”, y como tal surge de un trauma sexual específico: un hombre con el pico muy grande y que no sabe qué hacer con él.
El protagonista es un hombre de mediana edad con las posibilidades de todo y sin la capacidad de hacer nada. Un hombre inmerso en la mediocridad verborreica chilena donde decimos que hacemos mucho, o que podríamos hacer mucho, pero que efectivamente no hacemos nada. El orgullo, la masculinidad y el machismo son los vestigios de un país que supuestamente cambió, pero donde el hombre ha extendido la adolescencia ante la incapacidad de entender su lugar. En ese contexto, “El Naza” se ve en la encrucijada de seguir su instinto de macho alfa venido a menos o de optar por aceptar sus debilidades, creando un retrato del hombre chileno frágil que vive entre sus logros personales y lo que el resto considera como un logro. Una imagen que frente a las mujeres, inaccesibles y en control de sus emociones, establece una mirada que se repite y que comienza a generar patrones en el cine de Che Sandoval.
Asimismo, un punto que dista de su película anterior, pero que a la vez genera patrones, son las temáticas. Esta vez el evento sexual, si bien sirve como punto de partida del viaje, construye personaje y grafica su identidad. Desde ahí comienza la necesidad de conversar y presentar ideas, valores y cuestionamientos sociales. A diferencia de “Te creís la más linda…”, aquí se presentan preguntas y se abren puertas que a nivel autoral se sienten importantes. Incluso al punto de sacrificar algo de risas, en esta película se entiende que hablar de familia, de vocación y del rol del hombre contemporáneo son importantes, y lo que genera mayores distancias es que la primera entrega, de una u otra manera, no se tomaba en serio los vestigios de trascendencia y más bien se reía de esos momentos, cuando acá la cámara se detiene y entrega el tiempo necesario para cuestionar y debatir.
“Soy mucho mejor que Voh”, tal como su personaje principal, adolece y busca opciones dentro de sus capacidades. Es graciosa y aguda, pero sacrifica al intentar ser un poco más seria. Lo que antes fue simple y a veces torpe hoy busca mayor sentido. Quizás en ese sin-sentido del viaje por el Santiago nocturno del impotente de su primera película, se encontraba un poco más el significado y reflejo de la realidad que buscaba retratar. Acá, por momentos, se siente un poco perdido y forzado, pero en ningún momento tedioso o aburrido. El viaje se muestra más como un pie forzado, quizás preso de la propia idea del filme de sentirse un poco más serio. De todas maneras, este viaje no sólo cuestiona personajes y espacios sino que construye historias y posibilidades que, independiente de que las continúe o no, permiten al espectador despegarse de la película y explorar distintas capas. Quizás es aquí donde el viaje se establece de mejor manera, donde la audiencia toma parte y viaja a través de los personajes secundarios, cada uno construido como si tuviese un mundo detrás.
El cine de Che Sandoval muestra una forma de hacer humor consciente y directa, que escribe y re-escribe diálogos hasta encontrar el tono justo, y donde el plano-contraplano es una herramienta para reconocer reacciones y posibilidades.
©Ignacio Hache
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