Crítica de Cine: piola

 Crítica de Cine: piola

Martín es un “joven de la pobla”. Vive en Santiago, en una comuna sin grandes recursos y que es una de las tantas que han sido estigmatizadas debido a la delincuencia y a la drogadicción. Ama el rap y el hip hop, y de hecho de eso quiere vivir. Va al colegio, pero es un joven problemático, aunque “piola”, como el nombre de la película lo indica. Tiene sus amigos que son su brazo derecho, más que su propia familia. De hecho, no tiene mayor conexión ni con su familia ni con la realidad.

Por otro lado, está Sol, una chica también escolar que es ajena a los malos hábitos, pero que sí consume marihuana (que al parecer se transformó en una costumbre bastante permitida y cada día es menos apuntada con el dedo). Sol se pelea con su madre porque está en la edad en que los jóvenes se creen los dueños del universo, y en donde se produce esa extraña separación del seno materno, el destete familiar, en donde cada uno cree en uno mismo, y ya no comparte los problemas con los papás. ¿Les pasó alguna vez?

La película, en alrededor de 100 minutos, toma una foto de lo que pasa en las vidas de nuestros protagonistas en un par de días, nada más que eso. No es un filme en donde haya un objetivo que lograr, una misión que cumplir, o algo indispensable que realizar. Nos muestra la vida de la “pobla”, lo que hacen, lo que conversan, lo que sienten y qué organizan esos muchachos que están en la plaza, en la esquina, en la calle, riendo, fumando, bebiendo, cantando y peleando.

La radiografía es esa, una realidad, como todas, que existe día a día y que puede ser muy invisible a los ojos de la sociedad. Tampoco nos descifra algún mensaje secreto o nos da una solución al problema de la pobreza y la delincuencia, pero sí nos dice que hay vida y hay sueños como en todas partes, como en todas las ciudades, como en todos los países y también en las “poblas”.

La película es el primer largometraje de Luis Alejandro Pérez. Anteriormente dirigió algunos cortos que claramente lo ayudaron a preparar este filme, que si bien tiene algunos planos débiles, logra salir airoso, sustentándose en imágenes limpias y buen tratamiento de la cámara en general. Si bien no destaca en la fotografía, sí la música hace lo suyo. Un buen hip hop acompaña la vida de nuestros protagonistas a lo largo de la película.

“Piola” es un relato social. En una sola secuencia se compara contra otra realidad nacional, pero de seguro no es la tónica. Si bien no es una radiografía exacta de un grupo de jóvenes, sí amerita verla porque tiene esa mirada que para muchos puede llegar a ser muy sorpresiva.

Escrito por: Daniel Bernal

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