Crítica de Cine: “Johnny cien pesos: capítulo dos”
Johnny sale de la cárcel luego de 20 años y un día. Intenta rehacer su vida, fuera de su pasado de delincuencia, pero por proteger a su hijo, se ve obligado a volver al camino que prometió dejar atrás.
Suena bastante mejor que de lo que es. Sobre todo, porque si alguno de ustedes vio “Johnny cien pesos”, la primera parte estrenada en 1993, sabrá que era una gran película, basada en un hecho real. Chile había recuperado la democracia recientemente, pero aún había temor en la sociedad y cuando este grupo de delincuentes asaltó un videoclub y tomó rehenes, fue gran noticia, sobre todo porque uno de los delincuentes era un escolar de 17 años. El director, Gustavo Graef Marino, vio en esta historia una gran película y la hizo, a sólo 3 años del hecho real. Quizás no es una graaaaaaaan película, pero la recuerdo entretenida, con acción, grandes actuaciones y con una sensación de encierro bien cuática para uno como espectador. Me acuerdo que al final, cuando Johnny decide hacer eso que hace (no voy a dar spoilers, por si les tinca verla), pensé que en realidad, no tenía otra salida.
En “El capítulo dos” no hay nada de eso. Es entretenido de que sea efectivamente 20 años después y que sea el mismo actor, pero es sólo una choreza. Esta vez, “Johnny” no tiene una gran historia qué contar. Uno podría pensar que después de pasar la mitad de su vida en la cárcel, querría rehacer su vida, alejarse de la delincuencia e intentar hacer una vida normal, algo que sería sumamente difícil en esta sociedad discriminadora. Yo misma pensé que sería una crítica social, de por qué la mayoría de los ex presidiarios reinciden, porque no tienen oportunidades, y tienen que volver a hacer lo único que conocen: delinquir. De haber sido así, “Johnny 200 pesos” (Debió llamarse así, pero entiendo que hubiera parecido una parodia) pudo ser una gran película.
Pero no lo es. Primero, le sale un hijo que no conocía, porque nadie le había contado que había dejado embarazada a la polola de la infancia. Después, conoce a una amiga de su hijo que primero dijo que tenía mucha plata y después resultó que no tenía nada. Los dos estaban metidos en líos de plata con un tipo de mafioso que no existe en Chile y Johnny se mete en medio del problema porque… sí. Por accidente. No hay una decisión real. De ahí en adelante, la película se transforma en una guerra contra el crimen organizado más cercano a lo que nos muestran los gringos en sus películas que cualquier tipo de criminal chileno o, incluso, latinoamericano. Hay muchas escenas de acción que, más que impresionantes, quedan medio ridículas y no tienen mucha importancia en la historia. Porque la historia no tiene importancia. Aparte, tiene todos los clichés posibles: protagonista musculoso, silencioso, heroico porque no le queda otra. Chiquilla en peligro, atractiva, que tiene relaciones sexuales (en una escena absolutamente innecesaria) con el héroe musculoso, al que todo le sale bien porque es el protagonista. Malo bien malo, secuaces igual de malos, pero tontos, escenas de acción con harta parafernalia, pero nada, nada de fondo.
A mi me gusta recomendar cine chileno, pero no lo haré con esta. En cambio, les recomendaré otra cosa: si no ha visto la original, véala. Lo mejor de esta película, es que me dieron unas ganas tremendas de ver “la uno”.
Por Gaby Potter.
3 Comments
Idea mia o los personajes respondenes a «la dama y el vagabundo»?
Compltamente en desacuerdo, esta película es una apuesta muy distinta a la anterior se la juega, no es gratuito todo lo que sucede cuando sale de la cárcel, al final del film está la respuesta, no es un accidente. Tiene mucha sátira, el fil se ríe de sí mismo, no pretende ser creíble y su intención precisamente es acercarse al cine comercial!, es su fortaleza y no su debilidad. Creo que el público debe ver ambas películas y hacer su juicio propio, pero sobre todo quizás ver la 2… y después la 1.
ABSOLUTAMENTE DE ACUERDO…yo la vi en una exhibición que realizó Gustavo Graef Marino. No hallaba la hora que terminara, totalmente predecible al estilo de las grandes popcorn yanquis. Al final de la proyección le comenté al director que la 1° película es muchísimo mejor que ésta, la cual no tiene fibra, no hay drama, no tiene pasión, no hay cariño por la historia o los personajes. No existe esa crudeza que le imprimían por ejemplo el entorno o los personajes de la original, especialmente el gran Aldo Parodi. Ninguno de los villanos en esta secuela dan real temor, algo totalmente contrario a la primera película en donde existía una tensión latente que junto al ambiente de claustrofobia sabías que algo en algún momento debía estallar, pero no tenías la certeza de por dónde, cuándo, cómo o por qué. Esta secuela es simplemente una película de acción tipo El Transportador en la cual todo es tan esteriotipado que si alguien se va en medio de la función sabrá que al final el protagonista y su hijo se salvan. Luego de mi intervención otro espectador le consultó al realizador si fue intencional dejar de lado el drama y priorizar la acción y lo light (no pude evitar sonreirme!) y G G Marino contestó que él había optado por hacer una película de gusto masivo y que no se avergonzaba de ello (incluso él en ciertas entrevistas comentó que estaba preocupado acerca de la recepción de la secuela dando a entender que optó por irse a la segura, al mainstream). Viéndolo en retrospectiva, nunca Johnny tuvo un acercamiento real a sus emociones, se dejó de lado por ejemplo la relación con su madre, hubiera sido interesante tocar ese punto. Tampoco hubo un conflicto al saber que tenía un hijo. Nadie y repito nadie se queda impasible al enterarse de eso. El villano principal (Bastidas) era más buena onda que nada, cero presencia, cero autoridad, la tensión no aumentaba si él estaba presente en escena, aparte con esa voz no asustaba a nadie. Y por otro lado, la secuestrada por muy millenials que sea, nadie puede ser tan estúpida para relativizar lo que está pasando, inverosímil. Lo que si rescato es por ejemplo la metáfora que plantea la película en ese oficio aprendido por Johnny en la cárcel, que es el de restaurador de libros. Creo que es muy evidente que los libros lo representan a él, ya que son objetos de otra época que tratan de sobrevivir lo mejor que pueden en un mundo que los olvidó. Y el acto de tratar de rearmarlos, pegar partes deshechas, rehacerlos casi desde cero es lo que trata de hacer Johnny con su vida. Creo que eso fue lo único realmente rescatable de la obra.
La cinta original nos dejó escenas inolvidables: 1) la cueca 2) le cortó toda la mano a mi papi 3) los cuerpos piluchos en la azotea 4) Johnny tragándose la moneda de $100
Esta secuela nos dejó: que el gato Demian se salvó…
Saludos