Crítica de cine: “El Futuro”, Presencias opuestas, configuraciones brumosas
El riesgo de la adaptación. El riesgo de adaptar una obra de Bolaño. El arriesgo de mantener e impregnar la densidad original del mundo de Bianca, presente en “Una Novelita Lumpen”. Por supuesto, el último punto, el más discutible, puede ser tomado o desechado por el realizador, al menos que tenga como pretensión quedar bien con los lectores.
Alicia Scherson inició su vínculo con la breve novela de Bolaño como otra lectora más mientras desarrollaba el proyecto “Turistas”. Este escenario no fue un impedimento para encender los ánimos hasta conseguir los derechos y adaptar el material. Todo motivado por un impulso. Así de impulsivo debió haber sido saltar desde la esfera de la biología, estudio que dejó ‘paralizado’ temporalmente, para iniciarse en la cinematografía. La obtención de una beca en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, de Cuba, fue uno de los antecedentes clave para educar esa impulsividad –posteriormente concluye la Licenciatura en Ciencias Biológicas y realiza un Master of Fine Arts en la Universidad de Illinois–.
Además de la dirección, el guión, el montaje y la cátedra han sido zonas predominantes en la carrera de Scherson. Largometrajes (“Play”, “Turistas”), cortometrajes (“Crying Underwater”, “Baño de Mujeres”) o su partición en los guiones de “Ilusiones Ópticas, de Cristián Jiménez, y de “La Ducha”, de María José San Martín, –por mencionar algunas colaboraciones– justifican una trayectoria que se amplifica.
(Carolina Urrutia enlaza más la obra de Scherson con la representación que con el registro, puesto que es “un cine de la imagen, para intentar reflejar, desde ahí, desde ese prisma, una realidad particular”).
Con un segmento de su territorio sugerido, el ‘debut’ de Roberto Bolaño en el cine local era una noticia que cobraba una paulatina fuerza a partir del primer semestre de 2010, temporada en la que Scherson se dedicó a la búsqueda de locaciones para instaurar y aterrizar la atmósfera de los hermanos Bianca (Manuela Martelli) y Tomás (Luigi Ciardo). Atmósfera de padecimiento, de incertidumbre, de quiebre del núcleo familiar, de orfandad. Del intento de encontrar el futuro de Bianca. “Il Futuro” –título apropiado y que en ningún caso se despoja de la marca Bolaño– se internaliza en el trance de la pérdida, de la obligatoriedad de saltarse etapas para sobrevivir, de la desazón y el arrojo adolescente –vasta explanada de complejidades y cuestionamientos–.
“Ahora soy una madre y también una mujer casada, pero no hace mucho fui una delincuente”, enuncia Bianca como carta de presentación. Un Fiat amarillo que al colisionar les arrebata a los hermanos sus pilares de armonía y protección. Dos hombres de cuerpos imponentes que invaden la vacilación de los damnificados. Maciste (Rutger Hauer), ex actor y ex fisicoculturista que prefirió su ‘mansión’ como refugio absoluto desconectándose de la cotidianidad de Roma. La pornografía como síntoma de transición. El sueño. Preponderancias simbólicas.
Indicadores cinéfilos –“L’Atalante”, de Jean Vigo, las proezas del héroe Maciste–, una secuencia que contempla los estudios de Cinecittà o la presencia de un Hércules, se entrelazan con la densidad anímica de los protagonistas. El manejo de los espacios –regiones personales: el ‘hogar’ de Bianca y Tomás, la residencia de Maciste–. Los objetos, la corporalidad desnuda y los diálogos que esbozan una cartografía de intimidad y hemisferios autobiográficos. El lazo configurado entre la principiante Bianca y Maciste: una vida que procura ir, que anhela que el futuro sea prometedor; la otra, viene de vuelta con remezones y magulladuras incluidas, pero que conectan por una vacuidad, por una necesidad patente.
La articulación forjada por Alicia Scherson en el “El Futuro” (contemplada en la selección oficial del Festival de Sundance y que obtuvo un galardón en Rotterdam 2013) acoge una proporción relevante de la estructura de la novela. La voz en off de Bianca –con inclusiones exactas de la literatura de Bolaño– se conjuga coherentemente con la aspereza de los contextos. Incluso, la conexión del amarillo –como carácter simbólico– se infiltra. La comunión existe: la fotografía de Ricardo De Angelis, las insinuaciones lumínicas, los matices del color, el recurso sonoro y las acciones en postproducción, sustentan la atmósfera elaborada entre Italia, Alemania y Chile. La realizadora se esmeró en encaminar la autonomía de los personajes secundarios evitando el determinado mutismo –ya Bianca no es la voz universal–. La construcción espacial del mundo de Maciste, que encierra a veces en lo onírico, cuenta con un realce significativo –los detalles permiten montar e identificar una semblanza valorativa–. Eso sí, “Una Novelita Lumpen” es una zona densa inimitable.
Hablado en italiano y en inglés –y con escasas líneas de español–, “El Futuro” de Scherson no está sujeto al calco. Tampoco es un compendio cualquiera. Es uno bastante singular y ensamblado con cierta dedicación. Que esta Bianca tenga cruces con Kathy, de “B-Happy”, no se justifica exclusivamente porque las personalidades se hayan impregnado sobre la misma actriz. Existen confluencias de identidad, del diseño de la armadura con que enfrentan las adversidades. Mientras que Manuela Martelli y Rutger Hauer –que no tiene como único sinónimo “Blade Runner”– son figuras de sutiles detonaciones y supremas contenciones. De movimientos trabados. De circulación y sosiego emotivo –como las caminatas de Bianca–. De retorcimientos privados, nebulosos.
Precocidad. Desamparo. Desprendimiento. Tránsitos intrínsecos e iniciadores. Los costos para trazar un futuro sobre el cielo de Roma.
©Por Leyla Manzur H.