Crítica de cine: “Coco”

 Crítica de cine: “Coco”

Miguel es parte de una familia de zapateros muy tradicionales. Desde su tatarabuela hasta su abuela han sido mujeres trabajadoras y de carácter fuertes, capaces de mantener a la familia, las tradiciones y, por sobre todo, la prohibición de tener cualquier tipo de relación con la música. Es un tema indiscutible, la música les recuerda al tatarabuelo que abandonó a la familia desde sus inicios y nadie, nunca, debe mencionar nada relacionado. El problema, es que Miguel es diferente y su alma musical lo llama tocar la guitarra a cualquier precio…

Antes de hablar de la maravilla emocional y estética (porque es preciosa) que es “Coco”, DEBO mencionar la aberración espantosa que es “Frozen: una aventura de Olaf”. Había leído que era terrible y que en algunos cines mexicanos la habían quitado, así de frentón, pero de verdad, no pensé que podía odiar más de lo que ya odiaba a Olaf. Y a Disney por seguir sacándole el jugo a una película que tiene la suerte de tener 3 canciones buenas y nada más. Este corto, dura 20 (VEINTE OMG) minutos y tiene 384 canciones y cero historia. O sea, tiene una, pero es tan artificial como Olaf, no sé si vale como tal: parece uno de esos especiales mal actuados que uno ve en los programas de sátira gringos. Lo único que rescato, es que al fin le dieron una importancia real al famoso mono de nieve (nunca perdonaré que en la película NINGUNA de las dos se emociona cuando lo ve). Si ama a Olaf, le va a gustar. Si lo odia… lo va a pasar mal.

Ya, pero volvamos a lo que importa y lo voy a decir al tiro: Pixar lo hizo otra vez. La primera vez que vi el tráiler de “Coco”, pensé que era el inicio del fin… se veía raro, la historia no me convencía, no sé… pero no. Es una hermosa película. Lleva tus pañuelos, porque vas a llorar y si no lloras tú, llorará alguien que está sentado cerca de ti. En serio.

Es que cuando la muerte se lleva a un ser querido, uno queda como perdido en el medio de la nada, sin saber qué hacer… y todas las culturas tienen su propia forma de enfrentar la muerte, todas las religiones tienen su mitología al respecto y uno se acoge a lo que más le ayude a soportar el dolor inmenso que significa perder a alguien. “Coco” nos enseña una cosa que alguien ya dijo más de una vez: la gente se muere cuando es olvidada. Los mexicanos tienen ese mensaje incrustado en su cultura y tienen el “Día de los muertos” para celebrar a los seres queridos que los han dejado. Sus tradiciones están pensadas para que esos seres puedan cruzar el puente y vengan a visitar a los que dejaron acá o a los nuevos seres que saben de su existencia. Las fotos, los altares, todo aquello que nos recuerda a alguien que ya no está es lo que los mantiene vivos en nuestros corazones, en nuestras tradiciones, en las reuniones familiares. Por que aparte de la muerte y los recuerdos, está la familia, lo importante que es amarse (que rico tener un hombro en el que llorar cuando tienes pena) y apoyarse (todos nos sentimos la oveja negra en algún momento y quisimos mandar todo a la punta del cerro) y… bueno, todo lo que significa una familia.

La historia, como es habitual, es el viaje de Miguel, descubriendo de dónde proviene su amor apasionado por la música, de conocer a un ídolo y de lograr una escena tan hermosamente dolorosa y tierna con su bisabuela… una escena, quizás, muy vista, pero creo que es la primera vez que me derrumbó nivel novoyahablarnuncadeesaescenasinllorar.

Sí, Pixar lo hizo otra vez. Si cuando viste “Toy Story” decidiste nunca más guardar tus juguetes, probablemente con “Coco” querrás sacar todas las fotos de tus seres y recordarlos lo más que puedas. Y perdonar lo imperdonable. Yo salí con el corazón roto y echando de menos a mis seres queridos que se fueron… y digo “seres”, porque los humanos no son los únicos que dejan vacío cuando se van.

Por Gaby Potter.

PD: La dedicatoria de los créditos me destruyó más que toda la película.

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