Comentario cine: “Votos de amor”

Paige y Leo (Rachel McAdams y Channing Tatum) son una pareja de jóvenes relajados, juguetones, que se aman como si no existiera un mañana. Deciden vivir juntos y finalmente casarse. Cuando un accidente deja a Paige en coma, Leo ve a su mundo colapsar sin saber que lo peor está por venir. Ella despierta y simplemente no lo recuerda. Leo tendrá que aceptar la abrupta involución de su adorable esposa estudiante de arte, en una desconocida y conservadora aspirante a abogada, quien antes que pasar intimidad con él, prefiere la compañía de su acomodada familia y amigos a quienes solía rechazar, pero que ahora recuerda con insólito cariño. Leo no sólo deberá evitar los prejuicios que este nuevo círculo social le impone, o los conflictos por la aparición de Jeremy (Scott Speedman) el ex-novio de Paige, sino que además tendrá que luchar para que su esposa se re-enamore de él.

«Inspirada en hechos reales» dice la bajada del título de la película. «Inspirada» no tiene el matiz de «basada», ni mucho menos el de «adaptada». Es un término amplio y ambiguo. De hecho, bien ambiguo. Pero bueno, si la verosimilitud debe construirse con cualquier recurso bienvenida sea la aclaración, porque pasa lo siguiente: «Votos de amor» parece, en el fondo, un culebrón. Y no digo que lo sea (a veces la vida misma es una mala teleserie), pero en este caso la película trata desesperadamente de no parecerlo, y aunque a veces lo logra, hay momentos en los que no. Sin embargo, cuando lo consigue, la historia cautiva y a fin de cuentas se disfruta y se le perdona cualquier escasez de recursos cinematográficos… Porque el melodrama es potente.

La presentación de personajes y del punto de partida de la historia (el accidente) es visualmente sólido. Pero la potencia visual decae en la narrativa dando pie a ese melodrama predecible con una trama recargada de situaciones repetitivas y que vuelven a la película en una especie de teleserie condensada en 100 minutos. De hecho, en la mitad del metraje se pueden encontrar varias escenas que lucen como viñetas forzadas por lo breve de la anécdota que exponen. El problema puede deberse a que muestran una cotidianeidad casi literal: él se levanta y dice «¿qué vas a hacer hoy?», ella toma un café y responde «no se, quizás vaya a (ponga actividad aquí) con mi madre». ¿Cuántas veces habrá que repetir secuencias así? Quizás más de las que quisiéramos ver en el cine. Sin embargo la película lucha, y finalmente, tiene la gracia de atreverse a ser distinta, independiente del resultado.

Veamos las virtudes que la salvan. «Votos de amor» tiene actuaciones buenas. Incluso la de Tatum, quien si bien continúa siendo un tronquito que llora, aquí por lo menos era necesario que fuera de esa manera. Inspira lástima ante una situación que lo supera. Él a diferencia de Adam Sandler en «Como si fuera la primera vez» (2004) no tiene 50 oportunidades y el apoyo de la familia para conseguir su objetivo, acá tiene sólo una y el apoyo que equivale al de una bandada de cuervos.

Rachel McAdams, por su parte, tiene un brillo que encanta pero que a veces le juega en contra. No importa el personaje que haga, uno la ama o la odia, no hay término medio. En éste filme esa debilidad se transforma en fortaleza y termina dándole un bonus extra: demuestra la gran actriz que es, pues debe interpretar dos personalidades en un solo cuerpo. Por un lado la versión madura y por otro (corte abrupto) la versión involucionada de Paige (figura previa a años de experiencias personales) para luego de ahí construir una versión híbrida. Primero conocemos a la Paige chora (la amamos) y después nos pega la desconocida y conocemos a la Paige penca y queremos que vuelva a ser como era antes. Es decir, identificación cien por ciento asegurada con el tronquito que llora, de principio a fin. Eureka, la película, a ese nivel, funciona.

Veamos a los secundarios: Jessica Lange es Rita, la madre de Paige, y Sam Neill es Bill, el padre. Ambos de cartón al principio, pero después con su corazoncito cuando la película misma recupera su propio corazón. Los padres y la familia ausente forman una sub-trama algo escueta pero que gracias a la exageración melodramática consigue dar cierto sentido al movimiento de los personajes. Obviamente los secretos se guardan bien hasta el final y se sueltan cuando es debido.

Otra virtud rara de esta película es el diseño de vestuario. No pude evitar pensar en una escena entre Leo y sus amigos: «¡qué hipsters que son!». Probablemente juega en contra la obviedad de conservador=falda / músico=jeans. Aún así, no recuerdo la última vez que vi una película romántica donde la ropa destacara por lo bonita. «Pretty Woman» quizás, pero era diferente, porque era comedia y la ropa era parte de la historia. Acá en «Votos de amor» se notó (para bien o para mal) que hubo pega en ese aspecto y eso es algo inusual en este tipo de películas.

La historia (no así la trama) tiene un buen final, pero con un torpe epílogo. Después de todo lo sufrido, llorado y reído, no debieran cometer el desatino de recordarnos de la nada, qué fue de los verdaderos protagonistas de la historia, porque no cuadra. Se siente estructurado, chanta, como esa película «Contactos del cuarto tipo» donde re-juraban que todo era verdad. Pero uno igual perdona esa pifia, ya que, a esas alturas, uno ya se siente satisfecho y es como en el supermercado cuando te insisten con la bolsa pero dices «no importa, me lo llevo así no mas».

Debut en el cine para su director Michael Sucsy, «Votos de amor» es una interesante película para pololear, ideal para parejas que sufren con historias de desamor y tragedias románticas y desean reencontrarse en la oscuridad de una sala de cine esperando en suspenso un posible final feliz, que sólo Dios sabe si va a llegar.

 ©Por Hugo Díaz

Votos de amor (The Vow)
Dirección: Michael Sucsy
Elenco: Rachel McAdams, Channing Tatum, Jessica Lange, Sam Neill, Scott Speedman
EEUU, 2012, 104 minutos. Todo espectador.

Related post

Deja una respuesta

Su dirección de correo no se hará público.