“Bandersnacht” de “Black Mirror” ¿El Futuro de la Televisión?
Desde que bajamos de los árboles nos hemos entretenido contándonos historias. Cuando comenzamos lo hacíamos narrando en torno a una fogata. Luego los vates nos entretenían cantando las hazañas de los héroes en plazas públicas. Con el tiempo, esas historias comenzaron a registrarse en papiro o papel, para poder permanecer registradas y ser releídas. La narrativa humana pasó de lo abstracto a lo concreto cuando comenzamos a contar historias usando imágenes en vez de texto. Luego, de lo estático a lo dinámico cuando dimos el salto de lo visual a lo audiovisual. Posteriormente, de lo mudo a lo sonoro. Y hay quienes dicen que el próximo paso en la manera de contar historias, será de lo pasivo a lo interactivo.
Por precedentes no nos quedamos cortos. Recuerdo con cariño los libros de “Elige tu Propia Aventura” o “Multiaventura” que leía de niño, y que este episodio homenajea. También estaban los RPGs en los que debías tomar decisiones como pelear, hablar, tomar, etc. Otros juegos más modernos y complejos como “Heavy Rain” que más parecían una película con opciones múltiples que un juego.
“Bandersnacht” es el nombre del episodio interactivo que acaba de sacar la plataforma Netflix. Su manera particular de decirnos “Somos el futuro, estamos acá para quedarnos un buen rato”. Y bueno, aprovechar de hacerse algo de autopropaganda. Pero eso no implica que se trate de un mal episodio. “Bandersnacht” es muchas cosas. Tiene muchas cosas de la paranoia esquizoide de los libros de Phillip K. Dick, un tufillo a “Ready Player One” con un protagonista nerd que admira a otro nerd que encierra un pasado oscuro, e incluso algo de “Niebla” de Unamuno, en donde el protagonista debe luchar contra un dios autor para mostrarle que no es una marioneta de un guion. Tiene todo de eso y más. Y como historia, vale la pena y no defrauda.
Stefan es un adolescente con un pasado traumático y un padre con el que se porta distante. Una relación clásica tipo “Karate Kid” o “Kick Ass”. En su afán por programar un juego irá descubriendo que su misma existencia se parece mucho a lo que está tratando de hacer, lo que lo irá empujando poco a poco a un estado mental que podríamos considerar extremadamente lúcido, o delirante en su totalidad.
Muchas de las opciones que debemos tomar parecen decisivas en la historia, otras decisiones parecen triviales y no deberían afectar a la trama, al menos aparentemente, como qué cereales comer al desayuno o qué disco escuchar. Pero nunca se sabe. Y claro, uno no puede evitar contagiarse de la conspiranoia del episodio, y pensar que esto bien puede usarse como una nueva manera de encubrir publicidad en la televisión, al más puro galletas Toddy en las películas de Badilla, solo que acá pueden registrarse patrones de consumo, lo que supondría una revolución para la industria que puede sacar sus productos espiando el comportamiento de la audiencia. E incluso, se pueden investigar nuestros patrones de comportamiento, y construir estadísticas respecto a si preferimos las opciones más osadas o radicales del protagonista, o nos vamos por lo seguro y sano. Esto también podría revolucionar la industria del entretenimiento, emitiendo solo contenidos que se ajusten a nuestras expectativas, matando una gran parte de lo que significa hacer buen cine. Pero como dije, solo me estoy contagiando con la paranoia del episodio.
Volviendo al principio, cual episodio interactivo en el que tomé una mala decisión ¿Vamos a pasar de lo pasivo a lo interactivo? ¿Es “Bandersnacht” el futuro del audiovisual? Sinceramente lo dudo. Aunque pueda errar en mis predicciones, probablemente se harán muchas más historias en este formato, y al igual que las películas en 3D, serán una novedad que encandilará a la audiencia por varios años. Pero no terminará reemplazando a la industria. Así como el cine no acabó con el teatro, ni internet acabó con la televisión, es probable que el audiovisual tradicional y el interactivo coexistan. Porque reconozcámoslo, si bien nos encantan estos experimentos narrativos como el que hizo “Black Mirror”, también nos gusta que nos cuenten historias.
Por Felipe Tapia, el crítico fanático del perreo intenso