Robin Williams: la despedida
Es trágico cuando un artista como Williams muere, quizás por el género que le dio un sello distintivo como actor. No digo que la muerte de otro actor de renombre sea menos trágico, sino que en este caso, la pena es paradójica. Porque cuando murió Phillip Seymour Hoffman la tragedia fue de igual envergadura, al menos para mí, ya que he tenido la oportunidad de ver películas buenas de ambos actores. Sin embargo, cuando se trata de Robin Williams, un actor cuya característica era alegrarte el día, cuando protagonizaba películas que te llevaban a la niñez o te hacían reflexionar sobre lo importante que es reír, o simplemente por su cara graciosa (siempre pensé que habría sido un buen Hobbit en “El Señor de los Anillos”), su vida privada nos juega una mala pasada. Por eso hemos querido comentar algunas de sus películas más emblemáticas. Incluso puedes leer un comentario sobre la serie que protagonizó, “Mork & Mindy” (1978), en este link.
“Mrs. Doubtfire” (“Papá por siempre”, 1993): En una época en la que el cine estaba plagado de figuras paternas autoritarias e intransigentes (“Star Wars”, “La historia sin fin”) esta película nos muestra a un papá cuyo problema es que sigue teniendo alma de niño, lo que le cuesta su matrimonio. La personalidad lúdica de Williams es vista a ratos como un defecto y a ratos como una cualidad, lo que le da al personaje, desde mi punto de vista, una versatilidad y riqueza extraordinarias. El personaje de Robin Williams se esfuerza por encajar en un mundo de adultos serios, y termina interpretando a un personaje femenino para recuperar a sus hijos. Otro punto rescatable de la película es el realismo. En esa época, lo corriente habría sido que el matrimonio se arreglara, sin embargo, se nos muestra la vida tal como es: a veces, los papás se separan y eso no es necesariamente malo, pues ambos te siguen queriendo.
“Hook” (1991): Una historia que toma a un cuento clásico y lo adapta a los tiempos modernos, el precedente en el que se basarían cientos de historias actuales que ven en los clásicos una oportunidad única para el mercado. Peter Pan ha dejado atrás su complejo de ídem, tiene un trabajo estable, una familia y se preocupa de negocios y cosas importantes. Pero los fantasmas de su niñez regresan y deberá volver a ser niño. Existen montones de comedias en las que un adulto debe reencontrarse con su niño interior, sin embargo, esta película en particular carece del sentimentalismo a-la-Principito tradicional, y acá la vuelta a la niñez es mostrada como un entrenamiento arduo, forzoso, uno que ni Rocky habría soportado. Los niños perdidos han debido arreglárselas para vivir sin su líder y la vuelta de esta leyenda caída no les causa ninguna gracia, lo que provocará más de un conflicto de poder político. Por su parte, Garfio se perfila como un gran villano, igual de ridículo pero igual de terrorífico para los niños.
“Buenos días Vietnam” (1987): Robin Williams encarna a un locutor de radio cuya función inicial es entretener a los soldados americanos durante la guerra de Vietnam. Sin embargo, éste transgrede sus funciones y comienza a usar este medio como un vehículo para emitir críticos juicios sobre la guerra o los dirigentes en el poder. Una historia arquetípica sobre cómo los que detentan el poder se enfrentan al que viene a revolver al gallinero, el que se gana la simpatía del pueblo, sin importar las sanciones. Con un sustantivo mensaje anti alienación y demostrando el poder de los medios masivos para cambiar la mentalidad de la gente para bien o para mal, Robin Williams demuestra que encaja en este clásico tópico del marginal rupturista que dos años más tarde reviviría en “La Sociedad de Los Poetas Muertos” (1989).
“Las aventuras del Barón Munchausen” (1988): Una película de tipos con súperpoderes, que no son superhéroes. Del talentoso director Terry Gilliam, nos muestra un mundo fantástico, imaginativo y también absurdo y surrealista. Acá Robin Williams se sale de su papel cómico para mostrarnos a un marido celoso y temible, rey de la Luna, que no puede contener su furia porque el Barón Munchausen le pellizca la uva. A pesar de no tener un rol protagónico y que dista de su sello característico, Williams se luce igual.
El Hombre Bicentenario (1999): Basada en un cuento de Isaac Asimov, la película ilustra el proceso de transformación o humanización de un robot. Robin Williams es igual de expresivo como robot que como humano y transmite el ansia por pertenecer, la fascinación por experimentar lo que llamamos vida, a pesar de que la película se toma bastantes licencias respecto al cuento original (como la relación amorosa con su ex dueña), aunque no tantas como “Yo, Robot” (2004). Una interesante historia sobre lo que es ser un humano, si tener carne o no, o si está trazado por algo más complejo. Lo que más me gusta de muchas películas sobre robots es que finalmente son historias que tratan sobre lo que significa ser un humano y este cuento de Asimov, uno de los más representativos del género, es una prueba de ello. Las licencias se le perdonan a la película, pues es indudable la necesidad de adaptarse a las exigencias de la industria del entretenimiento y porque tampoco fueron tantas como para dañar el planteamiento del cuento original. Y a mi juicio, la elección de Williams para encarnar el rol principal del robot, dio muy buenos resultados.
© Felipe Tapia