Crítica de cine: La sagrada familia

 Crítica de cine: La sagrada familia

En el año 2006, un joven Sebastián Campos (luego con los años será Sebastián Lelio), estrenaba su primer largometraje, que quizás tuvo mucho de vivencia o sueño adolescente, aquel que, en un fin de semana largo en la casa de la playa, pueden ocurrir muchas situaciones impensadas.

En este tipo de minivacaciones, los adolescentes generalmente se mueven en dos frentes: en la responsabilidad social de estar con la familia (padres, abuelos, hermanos, etcétera), y el quizás más importante, disfrutar con sus amigos. En esa lógica, las vivencias ocurren en ambos lados de la moneda, pero claro, con los amigos es más plausible que ocurran. Pero a Lelio, en cierta medida, se le ocurrió mezclar ambos mundos, creando un fin de semana santo no tan santo, como reza su slogan.

Existen dos historias marcadas más una tercera que va en paralelo y que finalmente será la vía de escape, aquella en donde triunfa el verdadero amor. La historia central muestra a Marco (Néstor Cantillana) queriendo presentar a su nueva novia Sofía (Patricia López) a sus padres. En el momento en que Sofía llega a la casa, la madre de Marco, Soledad (Coca Guazzini), debe viajar de urgencia a Santiago para apoyar a una amiga en problemas. Así, el papá de Marco, que también se llama igual a su hijo, y que es protagonizado por Sergio Hernández, queda con su Marco hijo y Sofía. Mientras la joven pareja comienza a tener sus primeros acercamientos sexuales, vamos entendiendo que Sofía no tiene nada de inocente y al parecer es una mujer con bastante mundo y experiencia.

En otra historia, Aldo y Pedro son dos amigos que comienzan a gustarse y viven una noche de desenfreno. Los miedos, trancas y la misma inexperiencia, harán que el espectador nunca entienda el desenlace que ellos mismos forzaron.

Para ser un largometraje de un 2006 no tan añejo, o al menos esa es la sensación que uno tiene, la película se ve vieja y en ocasiones no se oye bien, por lo que cuenta con varios de los bemoles técnicos que tristemente caracterizaron al cine chileno durante muchos años. Sin embargo, para ser el primer filme de Lelio, no hay mucho que criticar en la filmación, aparte de algún tratamiento de cámara que en esa época era bastante experimental, por no decir que estaba “de moda”, pero que con los años fueron técnicas que quedaron definitivamente atrás.

El love story de los chicos se transformó en algo totalmente innecesario que no le suma a la película, solo que debió ser bastante atrevido y “fuerte” para esos años en que nada era tan normal como hoy en día.

A la gran actuación de Néstor Cantillana, se le debe sumar la sorpresiva y agradable actuación de Patricia López, que me dejó con un grato sabor después de ver su felina plasticidad al moverse y hablar.

“La Sagrada Familia” quedará como una pieza del cine chileno por dos motivos, por ser el debut de Sebastián Lelio en largometrajes, y por tocar temas bastante complicados en un año que recién veía la luz de lo que comenzaría a ocurrir tanto en Chile como en otras muchas partes del mundo.

Escrito por: ©Daniel Bernal

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