Crítica de cine: La buena vida
Este largometraje se sitúa en el Chile del 2008, uno bastante diferente al de hoy, no importa cuando leas esto. Las vidas de cuatro ciudadanos de distintas realidades y estratos sociales se entrecruzan tangencialmente, pero lo suficiente para provocar algún tipo de efecto en el otro.
Teresa (Aline Kupenheim) es una doctora que goza de una buena situación económica, está separada y vive con su complicada hija adolescente que le tiene preparada una sorpresa. Mario (Eduardo Paxeco) es un joven músico que toca el clarinete y tiene el sueño de integrar la Orquesta Filarmónica de Santiago, a cualquier precio. Edmundo (Roberto Farías) es peluquero, trabaja en el centro de Santiago y su meta es comprarse un auto, recurriendo a los préstamos. Patricia (Paula Sotelo) es una mujer que vive en la extrema pobreza.
Su director, Andrés Wood, nos muestra cuatro realidades tangibles que existen en el país hasta el día de hoy. Idealistas, realistas, ricos y pobres son muy bien retratados por Wood sin caer ni en excesos ni en caricaturas, ya que cada uno pasa a ser una pieza representativa de varios millones de ciudadanos. Incluso en los personajes secundarios vemos mucho de esta realidad, de como reacciona el chileno ante algunas situaciones.
La imagen de Wood es limpia y bien lograda, este largometraje es el que vino inmediatamente después de su gran éxito que fue “Machuca” (2004), por lo que dirige con seguridad y destreza. La fotografía es uno de los puntos altos de la cinta, así como también la dirección de los personajes, ya que son ciudadanos creíbles, reconocibles, y cómo no, si los vemos a diario.
En cuanto al reparto, Wood logró la participación de reconocidos actores y actrices del medio local, tales como Francisco Acuña, Manuela Martelli, Bélgica Castro y el gran Alfredo Castro, entre otros.
Muy buena película de Andrés Wood con la que nuevamente ganó varios premios y reconocimiento internacional.
Escrito por: ©Daniel Bernal
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