Los juegos del hambre: Una chica en llamas con un sinsajo en el pecho.

En un futuro distante, Panem es un país reconstruido tras una sangrienta guerra, la cual quedó dividida en doce distritos subyugados por un capitolio con un gobierno autoritario. Cada año, para mantener la opresión y en recordatorio de la rebelión, el gobierno organiza los «Juegos del hambre», una competencia televisada, a la cual cada distrito debe ofrecer a dos jóvenes menores de 18 años como tributo. Quienes sean «cosechados» deberán competir por sus vidas. Sólo uno puede sobrevivir y quien triunfe podrá obtener libertad y lujos. En un intento por deshacer la elección de su pequeña hermana Prim, Katniss Everdeen (Jennifer Lawrence) se sacrifica y se convierte en la primera voluntaria en la historia del distrito 12. Peeta Mellark (Josh Hutcherson), el hijo del panadero, también ha sido escogido. Ambos deberán representar al distrito en la 74ta versión del reality, en donde conseguir el apoyo del público y de los patrocinadores puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Basada en la primera parte de la trilogía best seller de Suzanne Collins, la película es una megaproducción que representa, a fin de cuentas, una adaptación cinematográfica sencilla de una novela ambiciosa, que se nutre de temáticas duras como la opresión, la guerra, la tiranía y la superficialidad de la cultura televisiva.

¿Por qué sencilla? Porque si bien la calidad de la realización es innegable, el tratamiento, la dirección y el tono intentan constantemente bajar el perfil de cruda violencia y la grandiosidad de imágenes que podría despertar en el ávido lector de las novelas. Aunque los escenarios reflejan un universo futurista creíble y grandioso, la película no es la extravagancia megalómana que pudo haber sido. A ello contribuye, por ejemplo, una persistente cámara en mano que busca generar una inestabilidad visual que contribuya a darle cercanía al drama. Dicho recurso, sin embargo, es a veces un arma de doble filo. Su abuso en ciertas partes recuerda una mezcla entre documental y video-clip. Dicha inestabilidad es usada también en las escenas de lucha, que no muestran coreografías estudiadas (estupendo) pero que generan secuencias algo confusas (no tan estupendo).

Algunos críticos han sostenido que quizás la forzada suavidad visual de la película se deba a que el director Gary Ross (“Pleasentville”, 1998; “Seabiscuit”, 2003) no le tenía mucha fe al material escrito por Suzanne Collins, pero esa afirmación se invalida si consideramos que la misma Collins es una de las co-guionistas del filme. Quizás los productores responsables creyeron que el rigor básico de la historia (niños matándose entre ellos) era en sí demasiado visceral como para reiterarla en crudas imágenes y optaron por sugerir más que enfatizar, permitiendo así llegar a audiencias más juveniles tal como el púbico objetivo de las novelas de Collins. Obviamente en Chile les salió el tiro por la culata. El consejo de calificación cinematográfica tuvo el desatino de calificar la película para mayores de 18 años, algo absurdo si consideramos el nivel de violencia gratuito que estrenos anteriores calificados para mayores de 14 años han tenido el descaro de explotar. Surge así el despropósito de adaptar una novela juvenil para público adulto, el cual demandará un producto visceral y al mismo tiempo original.

Una posible doble decepción. El asunto es que la película al no ser visceral, tampoco puede ser original ya que recuerda a muchas otras antes vistas: El reality de “The Running Man” (1987) o el de “The Truman Show” (1998), “La sociedad de Logan’s Run” (1976), La parafernalia y moda kitsch de “El quinto elemento” (1997) y, por sobre todo, la historia de “Battle Royale” (2000), aquella violentísima película japonesa de culto en la que un curso de escolares deben competir por sus vidas hasta que uno sobreviva. Según lo anterior, para muchos esta adaptación de los Juegos del hambre podría definirse como la versión «Crepúsculo» de Batalla Royale, una comparación exagerada e injusta para todo el mundo, pero no menor.

Ahora bien, no hay que malinterpretar. Ross no cae en absoluto en el almíbar de una película adolescente. Gracias al material, el drama es potente. Asimismo, logra, por ejemplo, manejar dignamente un forzado triángulo amoroso que afecta a los personajes sin darle un protagonismo distractor. El «pero» está en que, en su afán por insinuar sin destacar, llega al punto de difuminar y poner el conflicto en cuestionamiento: finalmente nunca queda del todo claro en la película qué tan sincera es la relación entre Katniss y Peeta.

Las actuaciones de la película son buenas: Jennifer Lawrence es una gran actriz que ya logró una nominación al Oscar por “Lazos de sangre” (2010). La gracia de la Lawrence es expresar con su impávido rostro un universo de tristes emociones que en una comedia no funcionaría. Josh Hutcherson, a quien vimos en “Los niños están bien” (2010), está consiguiendo con éxito dejar atrás el estigma del niño-actor.

Los secundarios, al igual que en las películas de Harry Potter deben caracterizar en breve tiempo personajes arquetípicos sin caer en el inevitable cliché, algunos personajes caen en el estereotipo, otros no, pero los actores en general llevan a buen puerto cada intento. Donald Sutherland es el presidente Snow, villano de turno y nada que decir. Recordado por “Belleza Americana” (1999) Wes Bentley interpreta esta vez a Seneca Crane, el imperturbable director de Los juegos del hambre. La estrafalaria Effie Trinket (Elizabeth Banks), responsable de seleccionar a los jóvenes para su fatídico destino, es una mujer al principio odiosa que recuerda a Dolores Umbridge de Harry Potter, y quien posteriormente entrega la faceta humorística necesaria para comprender la naturaleza de la sociedad del Capitolio. En esa línea Caesar Flickerman (Stanley Tucci) expresa las morisquetas clásicas de un presentador de televisión. Woody Harrelson es Haymitch Abernathy, el alcoholizado mentor de Katniss y Peeta, quien fue a su vez uno de los anteriores ganadores de los Juegos del hambre. Y los personajes incluyen también a Cinna, el diseñador de vestuario, interpretado por Lenny Kravitz (sí leyó bien, el mismo) quien ya consolida una interesante carrera cinematográfica formada por pequeños pero interesantes roles, tal como en “Precious” (2009) donde también, sin robarse la película, consigue llenar la pantalla. Banks, Harrelson y Kravitz recrean al equipo que debe preparar a los chicos para la batalla. Son como la familia no escogida y a quienes los chicos deben respetar si van a convivir con ellos. Aunque sea por dos semanas, que en el tiempo de la película es el equivalente al resto de sus vidas.

Los juegos del hambre demuestra ser una película entretenida desde el momento en que su extenso metraje se hace soportable. Básicamente una mitad es la preparación de los juegos y la segunda, la batalla por la supervivencia. Sin embargo, la energía de la película no es constante y tiende a diluirse. Cinematográficamente, llega a un punto donde el filme sólo se mantiene gracias a las actuaciones. Lo esencial es predecible, pero el «cómo» de los detalles permite disfrutar la película hasta su conclusión.

Si el final se siente algo apresurado, es debido a que no todos los personajes secundarios son cerrados. Por otra parte, se espera que los incipientes desordenes sociales que ponen en jaque al Capitolio y que en la película apenas son descritos (no así en el libro), formen parte esencial de la futura entrega cinematográfica. Considerando la proyección en taquilla, la continuación está más que garantizada, aunque la segunda y tercera parte («En llamas» y «Sinsajo», respectivamente), aún no estén oficialmente anunciadas como películas.

Los juegos del hambre es un buen estreno cinematográfico, pero cuyas falencias son aquellos detalles perdidos que pudieron hacer de esta película algo verdaderamente memorable. Esa magia cinematográfica ausente es la que probablemente hace a la gente decir a la salida del cine: «Me gustó, pero no sé si tanto…».

Los juegos del hambre (The Hunger Games)
Dirección: Gary Ross
Elenco: Jennifer Lawrence, Josh Hutcherson, Stanley Tucci, Donald Sutherland, Woody Harrelson, Elizabeth Banks, Wes Bentley, Lenny Kravitz.
EEUU, 144 minutos, mayores de 18 años

©Por Hugo Díaz

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2 Comments

  • Muy completo su artículo y se agradecen las críticas favorables. Sin embargo, no hay que olvidar que es una opinión y, por lo tanto, subjetiva. Por lo que hay muchas cosas en las que estoy de acuerdo y otras en las que no. Especialmente me molesta una cierta falta de información en algunos comentarios. Primero, la cámara en mano fue utilizada por Gary Ross para lograr el efecto de que la historia está contada desde el punto de vista de Katniss, la protagonista. Recordemos que el libro está escrito en primera persona, y, al ser el director fan de la saga, quizó hacerlo lo más fiel posible. Es por eso el efecto de las cámaras en mano. Lo que se ve, es lo que Katniss observa. Eso, en varios momentos del film, aunque no en todos. Así se justifica que algunas escenas, especialmente la batalla en la cornucopia, resulten un tanto confusas. El hecho de que moleste, es, por su puesto, sujeto al gusto de cada persona. Lo segundo es que la verdadera razón por la que la idea de que Gary Ross no le tenía mucha fe a la película es inválida, es que él mismo ha afirmado haber sido fan de la saga antes de que se anunciara una adaptación cinematográfica. No sólo le tenía fe, sentía pasión al respecto. Tercero, el “…extenso metraje se hace soportable”, es opinión puramente personal. Por el contrario, la mayoría de las personas afirman que la película pasó muy rápido. Los 144 minutos se sintieron como 45. De hecho, es una de las críticas más comunes. Por último, la gran mayoría de las personas han salido del cine amándola. El público estadounidense ha evaluado a la cinta con una “A”, A+ para las mujeres (60%), y A- para los hombres (40%). La mayoría de los fans están contentísimos y la mayoría de las personas que no han leído los libros han quedado encantados. Por lo tanto, eso de que “me gustó, pero no sé si tanto…” no refleja la opinión de la mayoría.
    Los felicito por los comentarios sobre la calificación para mayores de 18 años. Definitivamente, es un factor que ha afectado a la taquilla en Chile, a pesar del éxito que ha tenido. Y, definitivamente, fue desatinado. Cabe señalar, que es muy probable que esa calificación haya sido, no por la violencia, sino por las ideas revolucionarias presentes en la saga. Recordemos que el Consejo de Calificación depende del Ministerio de Educación.
    Por último, es importante señalar que Suzanne Collins se inspiró en el mito del Minotauro y en los circos romanos. La autora ni siquiera conocía Battle Royale.
    Gracias por su crítica sobre esta gran saga. Yo recomiendo 100% la película. Pero mucho más los libros.

  • Expreso beneplácito por tan acertados comentarios y aunque parezca subjetiva una posición u otra considero que están realmente haciendo un aporte fabuloso al lector que desconoce algunos tópicos interesantes al momento de ver la película. Por ejemplo en mi caso la vi en un viaje que hice de Vacaciones del acabo de regresar y realmente encontré unas características interesantes como la actuación de Jennifer Lawrence y Lenny Kravitz que logran recrear un sentimiento de amor paternal y solidaridad a mi parecer sutil o aparentemente inexistente pero marcada por unos detalles que son impredecibles lo cual es bueno y da un cierto toque expectante dado que podríamos esperar que además de los otros pretendientes de Katnnis exista también otro tipo de sentimiento protector en el que ella se sienta tentada a experimentar dada a la perdida de su padre. Esto solo por decir algo en particular lo de la cámara si es cierto que genera un poco de incomodidad pero realmente pareciera que quienes tuviésemos la cámara fueran los espectadores en una especie de esquisofrenica anciedad por no perdernos la profundidad de los encuentros alejados de todo el entorno y viviendolos de cuerpo a cuerpo eso intimida y produce respeto a la vez tuve la oportunidad de ver personas profusamente afectadas por la matanza sutil pero inducida al no ser percibida con distancia y fuera de foco como en una actuar asustadizo del espectador porque siendo fieles a la realidad nunca por muy fríos vemos crudamente los acontecimientos siempre ocultamos el rostro o preferimos imaginarios a tener q vivirlos.

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