El mundo de Philip Seymour Hoffman, 3ª parte “La duda”

 El mundo de Philip Seymour Hoffman, 3ª parte “La duda”

A veces el espectador debe reflexionar y decidir si a quien ve en escena es un inocente perseguido o un lobo con piel de oveja. Una buena actuación dilatará ese veredicto lo más posible y permitirá, con la ayuda de un buen guión, que el personaje arquee ante nuestros ojos, evolucionando hasta su completa transformación. Nada es blanco o negro, pero sí los tonos pueden ser más o menos grises. Si el tema es polémico y da para discusión, entonces se está ante una obra interesante. Aldo Vidal reflexiona sobre una de las películas más afamadas del fallecido actor, la adaptación cinematográfica de la obra teatral “Etapa de duda: Una parábola” de John Patrick Shanley, la cual explora uno de los temas más controvertidos de la sociedad actual.

La Duda: entre el desprecio o la compasión

¿Qué haces cuando no estas seguro? Esa es la primera frase que lanza el Padre Flynn (Philip Seymour Hoffman) cuando aparece en escena por primera vez en “La duda” (2008), cinta dirigida por John Patrick Shanley. El sermón con el que decide comenzar la misa que reúne a las familias de una escuela católica del Bronx, es altamente inquietante y será la mecha que encienda el conflicto que vendrá después. Desde esa primera escena, el Padre Flynn exhibe con agudeza el conflicto interno del que es presa. En su rostro vemos que parece cuestionarse a si mismo la pregunta que le hace a su audiencia. Su voz firme y enfática se va perdiendo en un tono titubeante que alimenta la incertidumbre y poco a poco, con pequeños y sutiles gestos, parece adentrarnos en el tembloroso mundo de las incertezas personales.

En la misma secuencia la primera aparición de Meryl Streep como la estricta Hermana Aloysius, mientras el sacerdote intenta explicar la naturaleza de la duda, es elocuente. Emerge de espaldas, vestida con el riguroso negro de su uniforme de religiosa. La vemos avanzar sigilosa desde el fondo, acercándose poco a poco al estrado, para sorprender a un niño que se ha quedado dormido. Parece adelantarnos que ella será una sombra amenazante que se encargará de hacer que el cura enfrente sus demonios a como de lugar.

“La duda” se ambienta en 1964, pero desde el primer momento juega con la información que tenemos hoy sobre los constantes abusos protagonizados por sacerdotes. La Hermana Aloysius, directora de la escuela, cree que el padre Flynn esconde algo y la dulce Hermana James (Amy Adams), su discípula, sin querer se da cuenta de la cercanía del cura con Donald Miller, el primer estudiante negro aceptado en el colegio. Eso es suficiente para alimentar la sospecha de la directora y sembrar la duda sobre la reputación del sacerdote.

Es aquí donde aparece la grandeza de Philip Seymour Hoffman, quien hace un extraordinario trabajo para mantenernos en la nebulosa, entre el desprecio o la compasión. Por supuesto es fácil sospechar a primera vista de él en su condición de guía espiritual del solitario joven, pero al mismo tiempo vemos su genuino interés en protegerlo de los desprecios de los demás por ser diferente. Una de las escenas más notables en este sentido, es precisamente cuando Meryl Streep lo encara y él parece herido e indignado y un segundo más tarde avergonzado de sí mismo.

De esta forma “La duda” construye, poco a poco, verdades múltiples, y cada personaje decide aferrarse a la que mejor le ayude a vivir. Está la de la madre del joven supuestamente violentado, la del sacerdote que debe defenderse o alejarse en silencio, la de la joven maestra que nunca quiso acusar a nadie y, por supuesto, la directora que quiere proteger su institución. Cada una de estas verdades colisionará con las otras produciendo un desenlace realmente catártico. Para dejarnos finalmente una aguda reflexión sobre la culpa, la fe y la confianza, además de un par de actuaciones simplemente impecables.

Por ©Aldo Vidal

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